jueves, 31 de octubre de 2013

DIY Halloween o cómo conseguir tres disfraces por el precio de dos

Por fin es Halloween! Por fin he terminado los disfraces! Sí, sí, nada más y nada menos que a las 6:50 de la mañana he dado la última puntada de las garras de los pies del disfraz de Parrulín! Pero para qué te metes en estos líos? Pues eso digo yo! Pero bueno, misión cumplida y niños felices!

La historia de este Halloween se remonta hace ya muchos meses atrás. Una mañana de sábado Parrulín y yo nos fuimos al cine a ver Monstruos University. Fue muy divertido y el niño salió del cine súper contento, diciendo que quería disfrazarse de Monstruos S.A. y empachado de palomitas, que eso también. Cuando se acercaba la fecha hablamos sobre los disfraces para llevarlos a la fiesta del cole y de la guarde y se acordó. “Yo quiero que vayamos de Monstruos S.A, yo de Sullivan y la niña de Mike” Y no te vale el de esqueleto que compramos el año pasado en el lidl? “No, quiero ir de Monstruos S.A.!” Bueeeeeno…

Mi idea inicial era reutilizar el de esqueleto y hacerle a la niña uno con un tutú, que estoy enamorada de las niñas disfrazadas con tutú, naranja para ser una calabaza, aunque también había visto uno de monstruo de las galletas con un tutú azul… Empecé a darle vueltas en la cabeza, y cuando dejé de marearme pensé, pues los dos con tutú, uno grande para Parrulín que lo lleve en el cuello y uno chiquitito para Xoubiña que lo lleve bajo los brazos.

Materiales: Dos tutús del chino, uno azul y otro verde; fieltro azul grande para hacer la cola, del chino y trozos de fieltro de varios colores que tenía en casa.

Durante la primera semana fui recortando todos y cada uno de los trozos de fieltro del disfraz que iba a necesitar. Recortaba en el metro y en el cercanías, si conseguía sentarme pero también si estaba de pie, recortaba por los pasillos en los transbordos, recortaba por las escaleras mecánicas… Yo recortaba y la gente me miraba raro. Al entrar y salir del vagón me guardaba las tijeras en un bolsillo para que no se pensara nadie que le quería agredir.

Con todas las piezas de fieltro recortadas las pegué con pegamento de tela pero como no me fiaba mucho, ni del pegamento, ni de los niños que no lo arrancaran antes de estrenar el disfraz, empecé a coser los trozos. Cosía en el metro y en el cercanías, si conseguía sentarme pero también si estaba de pie, cosía por los pasillos en los transbordos, cosía por las escaleras mecánicas… Yo cosía y la gente me miraba raro. Al entrar y salir del vagón ya no me guardaba la aguja y el dedal en un bolsillo, no creía que fuera a pensarse nadie que le quería agredir.

La cosa empezó a complicarse cuando llegó el momento de coserlo al tutú, que no me veía yo en el metro ni en el cercanías, tutú en las rodillas… Jolín, que ya me miran raro habitualmente! El disfraz de Mike conseguí coserlo en casa un día que extrañamente me dejaron un poquito de paz.

Al llegar este momento así estaba la situación:


Además necesitaba unos leotardos y un body verde-verde, para la niña, pero no fui capaz de encontrarlo. Lo que sí que encontré fue un tinte Iberia, así que por primera vez en mi vida me dispuse a teñir un body y unos leotardos que casi, casi le están pequeños, de verde-verde. Fue muy sencillo y quedó muy bien, no las tenía yo todas conmigo, y aunque decía que debía remojarlo 40 minutos yo lo dejé 10 porque ya me parecía suficiente verde-verde. Cómo se llama este verde? Yo siempre lo llamo verde-verde. 

Cada vez quedaban menos días y aún tenía que terminar el de Parrulín, que era un poco más complicado por la cola, las púas… Me lo tengo que llevar al metro, no hay más remedio! Conviene aclarar que mis viajes en metro y cercanías son muy, muy cortos, a la ida cojo una parada del cercanías, transbordo, dos paradas del cercanías, transbordo y una parada de metro. Una media hora, no más. A la vuelta una parada de metro, transbordo, otra parada de metro, transbordo y tres paradas de metro. Otra media hora. 

En una de estas entra en el vagón un chico cantando con una guitarra y pidiendo. Yo ahí, cose que te cose, que viene mi parada y me tengo que bajar. El chico canta, pasa la gorra, y se para conmigo. Qué haces? El disfraz de Halloween de mi hijo. Ah, pues te está quedando muy chulo! Gracias! Y eso que no le di propina ni nada! Y añade… ahora sólo te falta que no se lo quiera poner! Ay, sería vidente? O agorero? 

De momento sí, sí, se lo quiere poner, y además decide que necesita garras en las manos y en los pies para dar más miedo. Recorrimos múltiples chinos hasta encontrar unos guantes azul claro y unas zapatillas azul claro para andar por casa, que por cierto no le venían mal. Apañada que es una!

Pero dos días antes del día D, a falta sólo de rellenar la cola con algodón y cerrar la costura central, y de ponerle las garras en los guantes y en las zapatillas… Día nihilista, que dice mi santo, de esos que el niño niega todo, todo le parece mal y se enfada por todo. Y decide que no le gusta el disfraz! Que no da miedo y que no se lo va a poner! Esta crisis le duró hasta que fuimos una tarde a ver a los yayos, como lo llevaba en la bolsa del metro se lo hice probar allí y la yaya fingió tanto, tanto, tanto susto que el niño se quedó encantado.

Ayer, seis de la mañana, relleno la cola de algodón y cierro costura central. En el metro le pongo las garras a los guantes. Hoy, seis de la mañana, le pongo las garras a las zapatillas. Y voilá! Disfraces de Halloween terminados!

Por la tarde hicimos ensayo general, a falta de las zapatillas, es una pena mi obsesión particular por la privacidad, porque están de guapos los dos con el disfraz! Pero todo sea por su protección, os quedáis sin fotos de los niños, sólo de los disfraces vacíos. Los que vieron fotos, que me lié a mandar las fotos a todo el mundo, jeje, me dijeron que estaban muy lindos. Qué lástima, lo que habría disfrutado mi madre viéndolos así de divertidos.


En resumen, DIY Halloween o cómo conseguir tres disfraces por el precio de dos. Hemos conseguido, con dos tutús y unos trozos de fieltro tres disfraces terroríficos! Los niños van de Monstruos S.A. y esta estupenda mujer que escribe tiene unas ojeras reales, tan bien hechas, tan bien hechas, que parecen pintadas y que va de zombie! Jaja!

Feliz Halloween!
Ahora me voy corriendo a recogerlos a cada uno de su fiesta y a casa a hacer las maletas! Yuju! Que nos vamos a Galicia! Yuju! Una semana! Yuju!

Mamá de Parrulín y de Xoubiña
Otro día más.
Sean buen@s y felices.


viernes, 18 de octubre de 2013

Lactancia prolongada y disfrutada


Hoy voy a desahogarme un poco hablando de lactancia. Que le des el pecho a tu bebé y te saques una teta en cualquier momento y en cualquier lugar parece que le da a todo el mundo patente de corso para hablar de lactancia, opinar sobre MI lactancia, sobre MI decisión y sobre MI bebé. 

Las dos últimas veces que he ido al pediatra, una vez al privado y otra al público, han opinado, no muy bien, sobre la lactancia prolongada. ¿13 meses es muy prolongado? ¿Cuándo se empieza a llamar prolongado? No tengo ni idea. ¿A partir de los 6 meses? Puede ser, pero lo mío no me parece prolongado, aún. El pediatra privado me hace todo tipo de preguntas de alimentación, lo que come, lo que no, pero la niña come de todo, la verdad. Y al final le digo que todavía toma pecho. Y me mira extrañado y me dice… Será de postre, no? Esa pregunta expresa su grado de conocimiento del tema. Por sus preguntas los conoceréis. Ante esa pregunta no le voy a dar un cursillo de lactancia, que se informe él solito, si quiere. Y le respondo… Claro, claro, de postre, como las natillas. 

En otra ocasión la pediatra de la seguridad social me hizo las mismas preguntas y cuando le dije que tomaba pecho me preguntó de buen rollito, para disimular… Toma el pecho cuando quiere, a demanda? Eh… sí. Ay, ay, ay, me temo que esto es una pregunta trampa! Y me suelta, de buen rollito, que el pecho a demanda es sólo hasta los seis meses, que si sigo así estoy “estropeando su metabolismo”, que no le doy tiempo a que se le vacíe el estómago y eso no es bueno para ella, que “la voy a hacer gorda”. Pero si es una sardinita! Si está en el percentil 5 desde que nació! Pesa lo que pesa, y si se mantiene en la curva que tuvo al nacer, pues estará bien, no? No le voy a dar a esta tampoco un cursillo de lactancia, que se informe ella solita, si quiere. Como el episodio anterior era muy similar y en ocasiones me divierte hacerme la tonta le digo… Ah, vale, vale, no lo sabía, entonces sólo de postre mejor no?  

En varias ocasiones desde mi incorporación me han dicho… Bueno, ahora que ya trabajas ¿le quitarás por fin la teta, no? Pues mira, no es el mejor momento, no, tanto ella como yo lo necesitamos más que nunca, para compensar las ausencias, para reencontrarnos, para consolarnos. ¿Y por fin? ¿Cómo que por fin? A esta ni cursillo ni nada, porque el que sí debería saberlo es el profesional. Así que le contesto… Ya veremos. 

La ginecóloga, la de la óptica que dice que no me puede graduar la vista hasta que deje la lactancia, la que me encuentro cuando tomo café, la mamá del parque, la amiga de mi madre, la de la panadería, la del kiosco… Mucha gente me ha mirado extrañada y ha preguntado… ¿Hasta cuándo piensas darle la teta? ¿Y yo pienso pero a ti que te importa? ¿Me meto yo en tu vida? ¿Por qué le voy a poner un límite a algo que hacemos a demanda? Así que le contesto… Hasta que ella y yo queramos. 

En ocasiones me han dicho… Claro, tiene esa mamitis porque todavía le das el pecho! Yo me pregunto si Parrulín tiene un vínculo menos fuerte por no haberle dado el pecho, y creo que no. No creo que ninguno de mis hijos tengan una dependencia excesiva de su madre. ¿Qué es dependencia excesiva? ¿Quién define ese “excesiva”? Porque en mi caso son muy sociables los dos, desde siempre, no se esconden bajo mi falda cuando llega un desconocido, más bien lo contrario. Cuando un niño tiene un vínculo fuerte y seguro con su madre no le da miedo perderlo, porque sabe que lo tiene. Es quizá cuando el niño no se siente preparado para ser independiente cuando se aferra aún más a su madre. 

Y yo recuerdo una vez que me encontré con una amiga que había sido destinada en Costa de Marfil. Xoubiña tenía apenas un par de meses, su niño algo más de un año. Me contó que todavía le daba el pecho y lo diferente que es allí este tema. Se me quedó grabada una frase que dijo. En Costa de Marfil si comentas que vas a destetar a un niño de menos de dos años te miran extrañados y te preguntan ¿pero qué te ha hecho el bebé?

Imagino que algunos que no sean de Costa de Marfil me mirarán y pensarán ya está esta “loca de la teta” o “talibana de la teta” que de dónde habrá salido esa expresión tan desafortunada, me pregunto. Pero yo no voy por ahí obligando a nadie a que dé el pecho, ni intento convencer a nadie de las ventajas o desventajas. No soy ni mejor ni peor madre que la que no quiere dar teta. Sólo hago lo que me apetece y con lo que nos sentimos a gusto las dos.

Yo no me planteaba cuánto tiempo iba a darle el pecho. De hecho, ni siquiera estaba segura de si sería capaz de hacerlo, ya que con Parrulín no llegué ni a los dos meses de lactancia mixta antes de dejarlo definitivamente.

En mi caso en lugar de lactancia prolongada prefiero decir lactancia disfrutada. Es mucho más fácil y más gratificante para mí la lactancia de ahora que la lactancia exclusiva de un bebé de poquitos meses. Porque ya no me preocupa si toma o no lo suficiente, qué teta me toca, si se llena o no, si aumenta de peso… Ya come todo tipo de alimentos, pero sigue teniendo un montón de ventajas, está siempre listo y a la temperatura adecuada, si tiene sed, si tiene hambre, si se ha dado un golpe, si está cansada, si tiene sueño… incluso si se aburre!

Me he quedado con la duda de cuándo empieza a llamarse prolongada, y no la he resuelto. Unos dicen que más allá de los doce meses, otros que más de los dos años que es lo que mínimo que recomienda la OMS. Hay datos que dicen que el período de amamantamiento natural del ser humano se puede fijar entre los dos años y medio y los siete años, por lo que quizá no tiene mucho sentido hablar de lactancia prolongada. Parrulín, con cinco años, se trinca cada biberón por la noche que si hubiera tomado teta no me extrañaría que siguiera con ella todavía.

Cuando la lactancia no supone un sacrificio ni un esfuerzo titánico, cuando no se trata de una obligación ni de una imposición, no se deben poner límites. Por eso en lugar de lactancia prolongada prefiero decir lactancia disfrutada.

Otro día más.
Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Sean buen@s y felices.

jueves, 17 de octubre de 2013

Vergüenza para el que la tenga!


Ayer terminaba el post diciendo… Hala! Vergüenza para el que la tenga! Y me quedé pensando sobre la vergüenza, la falta de ella, la de sinvergüenzas que hay por el mundo, si la vergüenza se nace o se hace, la vergüenza propia, la vergüenza ajena… Y pensé, voy a hacer un post de las veces que he pasado vergüenza. Me voy a limitar a tres, a las tres últimas, por ejemplo, que son suficientes. Así que allá va.

Y mientras pensaba en esto y hacía la compra con los dos niños, polifacética que es una, entro en una droguería buscando una cosa que necesito y no encuentro para el disfraz de Halloween (estoy organizando una que ya veréis, ya) y ocurrió. Quería recordar ocasiones vergonzantes? Pues toma otra para el post! Tendrán que ser cuatro!

En una droguería, enorme y de renombre... Nada más entrar, una torre grandísima de papel higiénico decorando el lugar. Estoy preguntando al encargado por lo que necesito cuando de repente veo que se cae la torre de papel higiénico entera. Mi primer pensamiento de madre: Esto ha sido mi hijo! El encargado y yo vamos para allá corriendo, él a recoger y yo a reñir a mi hijo, porque estaba segura que había sido él. No le veo en el lugar de los hechos. Respiro aliviada al saber que mi hijo no ha sido, por una vez. Con un poco de remordimiento de lo mal pensada que soy con lo santo que es mi hijo, que nunca toca nada, léase con ironía, lo busco por la droguería pero no le encuentro. Cuando veo que el encargado levanta uno de los paquetes tirados y ahí estaba mi hijo! Había sido él! Si ya lo pensé yo como primera opción! No le encontraba porque había quedado enterrado bajo el papel higiénico. Parrulín ahí, espatarrado y muerto de risa. Creo que porque se asustó pero sintió alivio al ver que no se había hecho daño. Menos mal que no eran latas, que me lo hubieran descalabrado. Qué vergüenza pasé!

En el metro… “Mamá, tu sabes lo que es una cópula?” Así me lo suelta, sin preliminares ni nada. Los pasajeros del metro me miran como pensando a ver lo que responde esta, y sonriendo más o menos disimuladamente. Eh… creo recordarlo, Parrulín, hace tiempo lo sabía, ahora ya, sólo lo recuerdo vagamente. “Ah, pues yo te lo explico entonces!” Noooooo, no hace falta, corazón, en casa mejor. Los pasajeros no sonríen disimuladamente, sonríen o se ríen directamente, sin disimulo ninguno. “Es como un circulo muy grande encima de tu cabeza” Ah, hombre, una cúpula! “Siiiiiiiii, eso!” Los pasajeros se ríen a carcajadas y yo también, hasta me cayó alguna lágrima de risa. Cuánto tiempo hacía que no lloraba de la risa. Pasé vergüenza pero terminó bien la cosa.

Cenando de tapas en un bar cercano... El dueño del bar le gusta mucho cantar y casi todos los días se pone a tocar el órgano (qué frase más desafortunada, jajaja) y a cantar en la terraza. A Parrulín le gusta que le deje cantar a él de vez en cuando. Suele ser divertido porque la gente le aplaude al terminar y él, feliz de la vida. Esta vez se prepara, se sienta en la silla, canta su canción con el micrófono, termina, y le aplauden. Viene a mi lado y me dice “Mamá, esa señora no me ha aplaudido” y le digo que eso es de muy mala educación. Mala respuesta la mía, porque se va directo a hablar con la señora. “Señora, es de muy mala educación no aplaudir al artista!” Y yo pensando Tierra, trágame!

Me enteré que había un desembarco vikingo... Le encantan los vikingos! Le despierto y le digo Parrulín, que me han dicho que vienen los vikingos! Quieres que vayamos a verlo? Me mira sorprendido, se lo piensa, y me dice: “No, no podemos ir, mamá” Por qué no? Si va a ser divertido. “No podemos porque no tenemos un diccionario gallego-vikingo y no podremos hablar con ellos!” Jajaja! Buena respuesta, qué listo eres Parrulín, pero no será que te da un poco de miedo? “Bueno, eso también” Estuvimos hablando y decidimos que era mejor ir a ver a los vikingos disfrazados y bien armados. No teníamos un disfraz de vikingo, pero sí uno de indio, y se lo puso, el tocado de plumas, el hacha de plástico y la lanza de plástico, y así se sentía más seguro. El muelle del puerto abarrotado de chiquillos para ver a los vikingos. Hasta que llegan y desembarcan blandiendo sus armas y entonando gritos de guerra, que salen todos los chiquillos corriendo asustados. Todos menos el mío, que al grito de “No os preocupéis, yo defenderé Galicia de los vikingos!” se lía a dar mandobles con el hacha de plástico como un desesperado. Pobres vikingos! Le dice un vikingo a otro “Coidado con este neno, que pegoume un machadazo caralludo!” y yo corriendo detrás gritándole Parrulín, Parrulín, que son de mentira!

Y tú? Cuándo has pasado más vergüenza? Cuéntamelo!

Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Ha sido duro


Llevo dos semanas trabajando, adaptándome a los nuevos horarios, nuevas rutinas, nuevas responsabilidades y nuevos quebraderos de cabeza.

Ha sido duro, no voy a decir que no. Ha sido duro por las prisas en la reincorporación,  trabajar en la misma empresa pero en un lugar diferente, los nervios, la incertidumbre… Ha sido duro porque no se trata de una incorporación real, sino de una incorporación temporal hasta que salga el juicio en el supremo. Y entonces ya veremos lo que pasa. No sé cuánto tiempo va a durar esta situación provisional y yo lo provisional y la incertidumbre lo llevo mal, la verdad.

Ha sido duro por la adaptación de Xoubiña (aún no conseguida) a la guarde, mi santo la deja llorando y yo la recojo llorando, me aseguran que cuando no estamos la niña está bien, y yo la observo por la ventana como juega antes de recogerla y la veo bien, pero se me sigue encogiendo el corazón cada vez que llora al verme. Qué pensará? Parrulín dice que llora para decirme que me ha echado de menos, que como no sabe hablar llora para decirme eso. Quién sabe? Igual Parrulín entiende más el lenguaje de bebé, por eso de la proximidad de edad.

Ha sido duro por la otitis y laringitis que pilló en cuatro días de guarde, cuatro contados, no exagero. Empezó un miércoles, el lunes siguiente por la noche tenía fiebre. Pero no le protegían los anticuerpos de la lactancia materna? Sabía que se iba a poner mala pero no taaaaan rápido!!!

Ha sido duro porque estando malita no soltaba el pecho, desde las cinco que llegaba yo a casa hasta las seis de la mañana que me levantaba no estaba más de media hora sin engancharse a la teta. En el trabajo no me saco leche, por lo que se me ponían como piedras. Si os cuento que he visto salir leche volando por un estornudo!!!

Ha sido duro porque no tenía con quien dejarla, unos días con una amiga mía y otros días con una amiga de mi madre. Es complicado lo de la conciliación cuando se ponen malos, tirando de agenda a la desesperada.

En estos días, mi pobre niñita, ha realizado una cantidad de avances espectaculares. No será por la guardería, porque ha ido cuatro días sólo. Será porque le tocaba, porque hacía tiempo que estaba a punto. Pero si, ya lo puedo decir oficialmente, Xoubiña ya camina!

Además ha aprendido a decir “A guardar!” y lo dice cuando saca tooodas las toallitas de la bolsa y las vuelve a meter, cuando mete el cuadrado dentro del cuadrado y el círculo dentro del círculo. Pero también cuando me saca una teta y ya no quiere más la vuelve a meter dentro del sujetador y dice “A guardar!” Está bien esto de tener una niña ordenada, lo que no sé es a quién habrá salido…

Como ya camina ya ha hecho algunas trastadas. Trastadas de las habituales de todos los niños como abrir un cajón y sacar todo su contenido tirándolo al suelo, con la ventaja de que luego lo recoge diciendo “A guardar!” y se queda un buen rato entretenida! Ha hecho trastadas de las habituales en mi familia como tirar un calcetín dentro del baño, que también lo hacía Parrulín. Pero también ha hecho trastadas innovadoras, como coger la caja entera de hierro que tomo para la anemia, y tirarla al baño también. Pone en la caja cápsulas gastrorresistentes, la duda es si serán bañorresistentes…

Cuando Parrulín era pequeño le encantaban las pegatinas. Decidimos que para que no las pegara por toda la casa las podía poner en la puerta de su habitación. A lo largo de los años, el blanco de la puerta ya no se ve, con eso os lo digo todo. Pues a Xoubiña le encanta despegarlas, poco a poco, porque de momento sólo lo ha conseguido hasta donde llega, me está dejando la puerta que es un primor! Se pasa largos ratos despegando pegatinas, le entretiene muchísimo.

Ha sido duro, la echo de menos y me echa de menos, pero después de dos semanas trabajando os voy a contar un secreto que sólo me atrevo a decir bajito, sin que se me oiga mucho: Me gusta trabajar! Hala! Ya lo he dicho! Vergüenza para el que la tenga!

Mamá de Parrulín y de Xoubiña.

Otro día más.

Sean buen@s y felices.

jueves, 3 de octubre de 2013

Currando de nuevo

Ayer mi pequeña Xoubiña, mi niña con nombre de reina, mi currusquita, mi pequerrechiña, mi amor, mi compañía, mi consuelo, el melocotón de su abuela, mi pequeña se separó de su mamá después de todo un año en mis brazos y se enfrentó a una mañana con papá y unas horas en la guardería, pobrecita ella. Ayer me incorporé a trabajar y me enfrenté de nuevo al duro mundo laboral, pobrecita yo.
No hicimos adaptación ninguna. Hala! Cómo que no? Pues no, no la hicimos. Llamé a la guardería, he recibido un burofax, que me incorpore en tres días. Tienes plaza para la niña? Si, tranquila, cuando quieras. Uf, menos mal! Hacemos adaptación? Si tu quieres… pero yo que tú aprovechaba hasta el último momento para estar con ella. Pues tienes razón. Y así, a pelo, nos enfrentamos a nuestro primer día separadas. Mi santo se enfrentó a levantar y dejar en el autobús a Parrulín, a cuidar de la pequeña Xoubiña y llevarla a la guarde antes de irse a trabajar.
Y yo… pues me enfrenté a unos nervios que me tenían el estómago destrozado, a una noche durmiendo poco y mal, un madrugón, un pelo indómito, una entrevista con el nuevo jefe, otra con recursos humanos, otra con el nuevo jefe nº2, porque se habían confundido de jefe la primera vez, y un nuevo trabajo con nueva gente pero en la misma empresa. He vuelto al edificio en el que comencé de becaria, hace ya… unos doce años. Uf!
Que si estoy contenta? Bueno, contenta lo que se dice contenta… Lo que yo quería era trabajar, al fin y al cabo, pero me pilló tan de sorpresa el burofax y me daba un plazo tan corto para incorporarme que aún no me he hecho a la idea.
He vuelto al mismo sitio donde comenzó todo, aquí estuve casi seis años trabajando, luego me mandaron a un polígono empresarial otros seis, lejos de todo. Este es un barrio muy conocido y querido para mí, está al lado de mi colegio, me encuentro a menudo con niñas de uniforme, que me inspiran mucha ternura, también con antiguas profes, algunas de ellas también inspiran ternura pero otras no, claro. He hecho el mismo recorrido en autobús que cuando tenía diez años, he tomado café en los mismos bares que cuando era becaria, he hecho pis en el baño donde hice mi primer test de embarazo de Parrulín, he recordado cuando venían aquí los reyes magos, Parrulín chiquitito, chiquitito, vaya leche le pegó a Melchor nada más verlo!
Pero no es lo mismo, han pasado muchas cosas, han cambiado muchas cosas en tantos años. Yo tampoco soy la misma. Mucha falta me ha hecho mi madre estos días! Un abrazo de madre que me dijera que todo iba a salir bien, una sonrisa, un consuelo, una confidencia, y una canción de Sabina… Siempre me hace falta, siempre la echo y la echaré de menos pero necesitaba especialmente un abrazo, un desahogo, oírla que todo iba a salir bien…
Xoubiña lloró al dejarla en la guarde, como era de esperar, pero según su profe se le pasó enseguida. Eso no sé si es verdad o no, supongo que tampoco me va a angustiar contándome que ha llorado sin parar durante cinco horas. Pero cuando fui a recogerla andaba por allí explorando, toquiteando juguetes y muy tranquila. Hasta que me vio, claro, que lloró la pobre a mares, como de angustia, como Ay, si ha venido! Pobrecita mía. Me la llevé en el fular y se enganchó a la teta en cuanto la cargué. Cuando se llenó la barriga ya fue cantando y parloteando contenta por el camino, por lo que supongo que no habrá sido tan terrible su día.
Pasamos por la óptica, porque como no soy la misma de hace años, he descubierto que no veo bien el ordenador con las gafas que llevo y tenía que solucionarlo. Dejé a la niña un momento sentadita encima de una mesa, entretenida con un espejo, cuando de repente, se tiró de cabeza al suelo! Ay qué susto! Que yo la tenía agarrada de un pie, un por si acaso de esos de madre, y se quedó colgando del pie boca abajo. Para susto, el de la óptica, que dio un salto por encima del mostrador y se le puso la cara tan, tan blanca, que creyó que la niña se mataba y yo creí que se moría él del susto. Pobre hombre, entre que me dijo que necesitaba unas gafas de lejos y otras de menos lejos para el ordenador, y que mi economía no está para eso y le dije que ni hablar, el susto que le dio la niña y el salto que pegó por encima del mostrador…
En el metro Xoubiña me pidió bajar del fular y se comportó exactamente igual que hacía su hermano, es que hasta para eso son clavaditos. Se agarraba a las piernas de cada pasajero y les miraba sonriente desde abajo para que le dijeran hola, una vez conseguido se iba a por el siguiente. Saludó a todo el vagón! Todos babeando con ella, igual que su madre, y es que es zalamera a más no poder, además de guapa. Caminar, lo que se dice caminar, no sé si decir que camina o que no, agarradita si, pero suelta, suelta, poquitas veces, a veces dos pasitos, a veces seis, seis es el record. Supongo que la semana que viene ya lo habrá conseguido porque cada día se aventura más.
Al llegar a casa nos sentamos en el sofá, Parrulín pone dibujos, la otra me saca una teta, y se quedan los dos profundamente dormidos, los dejo dormir casi una hora, aunque no es hora de siesta, pero estábamos muy a gustito ahí los tres derrengados, tumbados en el sofá, baño, cena, y a dormir de nuevo.
En fin, que hemos sobrevivido al primer día de incorporación al trabajo y a la guarde, lo que me hace pensar que también sobreviviremos al segundo, y al tercero, en el cuarto ya me encuentro el fin de semana, y luego a comenzar una nueva semana. Se me hace raro levantarme sola y salir pronto de casa, arreglada, sin carrito… Esta mañana salía ya por la puerta cuando ha sonado el despertador de papá, he oído a Parrulín, dormido, diciendo “Mamá, el microondas!” y me he marchado con una sonrisa y una lagrimilla.
Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.