miércoles, 26 de marzo de 2014

Historia absurda de unos zapatos

La vida es absurda. No tanto la vida en sí, que a veces también, como las series de hechos absurdos que en ocasiones se desencadenan en ella. Yo tengo una especial atracción hacia ellos, o ellos hacia mí, y me ocurren demasiadas veces las cosas más absurdas del mundo. Aquí va la última, historia absurda de unos zapatos.

Había una vez unos lindos zapatos colocados estratégicamente en el centro del escaparate de una zapatería estratégicamente colocada en mi camino diario al metro. Cada vez que pasaba por allí esos zapatos me miraban desde su pedestal y me susurraban Cómprame, cómprame. También tengo una especial atracción para oír esta frase, debería hacérmelo mirar. Yo me hacía la dura fingiendo una indiferencia que estaba lejos de sentir. 

Un día que pasaba por allí, los oí susurrar Cómprame, cómprame y decidí acercarme a saludarlos. Eran taaaan bonitos y se los veía taaaan solos en el escaparate. Siendo los únicos zapatos bonitos de toda la zapatería, debían de sentirse ignorados y probablemente envidiados por todos los demás. Me detuve a hablar con ellos, nos presentamos formalmente, me dijeron su precio y me contaron sus intimidades, me hablaron sobre su altura, sobre el tacón, la piel que los formaba... Al cabo de un rato me despedí amablemente de ellos y seguí mi camino.

Desde ese día nos hicimos amigos, cada vez que pasaba por allí les dirigía una mirada afectuosa y entendía que ellos también me la dirigían a mí. Una tarde su saludo fue más intenso de lo normal Cómprame, cómprame, respiré hondo y entré en la zapatería dispuesta a no dejar a mis amigos en la estacada.

- Buenos días, quería ver estos zapatos- le dije a la dependienta, y creo que las dos pudimos ver lo contentos que se ponían los zapatos al verme entrar en su casa, felices de verme allí, en lo que hasta ahora había sido su hogar y dispuestos a seguirme allí donde les llevara su nueva dueña. 

Los estrené al día siguiente, eran preciosos, hacían que mis piernas parecieran más largas de lo normal, me sentía bien con ellos y empezó la relación con buen pie. A lo largo de la mañana tuvimos nuestras primeras discusiones, por el roce, e intentamos reconciliarnos mediante un cambio de postura. Pero nuestra relación iba cada vez peor, las incomodidades empezaron a ser constantes, no podíamos resolver nuestras diferencias. 

Al recoger a Parrulín en el cole me di cuenta de que éramos incompatibles, ya no podía soportar más el sufrimiento que me causaban y a pesar de ser una mujer fiel por naturaleza tengo que confesar que sí, que me fui en busca de otros que aunque quizá no fueran tan bonitos ni tuvieran tanta clase, me proporcionaran la comodidad y la estabilidad que necesitaba en aquellos momentos. 

Esta relación tiene que terminar, les dije, al más puro estilo Antonio Banderas. Y los metí en una bolsa iniciando mi infidelidad con unas baratas bambas veraniegas, poniendo toda mi esperanza en que esta nueva relación fuera más duradera pero guardando la esperanza de volver a retomar la anterior. Pensaba que podíamos volver a llevarnos bien, que sólo teníamos que ir poco a poco, que les podía dar una segunda oportunidad.

Recogí a la pequeña Xoubiña en la guardería, entre la mochila de la merienda, el bolso, un trabajo de Parrulín, los abrigos y demás, cometí un error imperdonable. Dejé olvidada la bolsa de los zapatos en la guardería. No es la primera vez que me olvido algo, en otra ocasión me olvidé la merienda de los niños, y fueron tan amables que incluso me la guardaron en la nevera hasta descubrir al día siguiente quién era la torpe madre que se había olvidado la merienda de sus churumbeles.

Al poco tiempo de salir de la guardería me di cuenta de su ausencia, barajé la posibilidad de volver a buscarlos pero era tanta la prisa que llevaba por ir a clase de ajedrez y el sufrimiento que me habían causado en nuestra corta relación que, dolida, decidí recogerlos al día siguiente. Sin embargo la relación con mis nuevas bambas tampoco fue bien, me molestaban otras cosas de ellas, tal vez tampoco estaba yo en las mejores condiciones para iniciar una nueva relación, pero pronto surgieron también los primeros roces.

Al día siguiente descubrí con sorpresa que mis zapatos me habían abandonado, no estaban en la guardería. Por error o quizá por codicia, habían terminado en otras manos, tal vez incluso en otros pies. No podía creerme su infidelidad, no podía creerme que se hubieran ido con otra! La subdirectora de la guardería escuchó mi historia y me aseguró que si volvían a aparecer por allí los guardaría para devolvérmelos.

Llegó el fin de semana y con tantas relaciones fallidas tuve que arrastrarme hasta encontrar mis viejas botas, amables compañeras con las que sabía que no tendría ningún problema. Las rescaté del olvido sabiendo que debajo de su aspecto deteriorado guardaban mi memoria, se adaptaron perfectamente a mí, recordando cada una de mis curvas, me hicieron olvidar todas las incomodidades pasadas mientras curaban mis heridas.

El lunes en la guardería descubrí que habían vuelto, sin saber dónde habían pasado el fin de semana. La subdirectora me aguardaba con ellos en su despacho. La habían engatusado a ella también, la engañaron con su apariencia, con su buena planta, con su clase y su aspecto. Al sacarlos de la bolsa me susurraron Dáselos, dáselos. Nunca he podido resistirme a un buen susurro, insisto en que debo hacérmelo mirar, y me convencieron rápidamente.

No serán de tu número por casualidad? Pues sí. Hala, pues para ti. Y me fui de allí dejando a la subdirectora con una sonrisa y deseando que vuestra relación fuera más duradera que lo que había sido la nuestra, feliz de haber podido desembarazarme de ellos y, sobre todo, feliz de la compañía de mis viejas botas.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.

martes, 25 de marzo de 2014

La maternidad como deporte de riesgo



La maternidad es un deporte de riesgo, sin duda alguna. Corres el riesgo de llevarte un tremendo cabezazo en toda la boca mientras juegas con tus pequeños en la cama, con el consiguiente susto del pobre Parrulín “lo sientísimo, mamá, lo sientísimo” y tú, con una sonrisa más falsa que la de la Pantoja, respondiendo No te preocupes hijo, que ha sido un accidente.

Corres a contener la sangre y ver los desperfectos en el espejo del cuarto de baño. Mientras intento que deje de sangrar recuerdo la cantidad de veces que me he roto el labio de pequeña y ruego que no tenga que salir corriendo a urgencias con dos churumbeles al hombro. Parrulín me sigue diciendo sin parar “lo sientísimo, mamá, lo sientísimo”, mi labio se está hinchando por momentos y ya no puedo sonreírle en plan Pantoja, así que me limito a abrazarle para tranquilizarle.

La pequeña Xoubiña también se ha llevado un susto considerable, me persigue hasta el baño y se le olvida el susto empeñada como está en subirse a una banqueta para bailar, que no sé yo el alma de streaper que tiene esta niña, cuando les pongo música en el baño su máxima aspiración es intentar subirse a la banqueta para bailar y cuando no hay música se empeña igual en subirse a la banqueta para bailar. Cosa que por cierto, también es un deporte de riesgo.

Cuando deja de sangrar y compruebo la pinta que tiene, veo que además de la sangre se me ha hinchado y puesto de color morado y no sé si me recuerda más a Yola Berrocal o a Carmen de Mairena. Parrulín me pide que le muestre los daños y cuando se lo enseño me dice “Bah, pero si no se nota nada!” Y yo me debato entre contestarle o llevarle al oftalmólogo. Ahora el deporte de riesgo lo está corriendo él.

La maternidad es un deporte de riesgo, yo no sé si Parrulín es muy bruto, yo muy delicada, las dos cosas a la vez o simplemente tengo mala suerte. Porque la verdad es que siempre termino llevándome alguna. Una vez, también jugando en la cama, Parrulín se cayó encima de mí y me rompió una costilla, estuve dos meses de baja y con parches de morfina para el dolor. A lo que además había que sumar que el niño estaba empezando a andar, la mejor postura posible para una madre con una costilla rota.

Una madre se lleva cabezazos, tortazos y arañazos sin querer, al menos tengo que dar gracias que los míos han sido, en todas las ocasiones, sin querer. En el parque casi siempre termino con algún que otro palazo o rastrillazo y siempre, siempre, con arena en la cabeza. Anoche, además del cabezazo de Parrulín, me llevé un tortazo de Xoubiña cuando la tenía en brazos, pero también debió de ser sin querer porque inmediatamente me abrazó y me dio palmaditas en la espalda diciendo Ea, ea, ea.

El desorden provocado por los juguetes de los niños lleva aparejado también un cierto riesgo, riesgo de que me cabree y termine todo en la basura por no recoger. Riesgo también de tropezar con una olvidada apisonadora que aproveche para aplastar mi dedo meñique justo el único día que no me he puesto las zapatillas, riesgo de resbalar con un cd que ha quedado olvidado en mitad del salón, riesgo de llegar al baño y encontrar a Xoubiña sacando todos los salva slips de la caja, quitándole la pegatina y decorando con ellos las paredes de la bañera.

Por no hablar del riesgo intrínseco a la lactancia, que comprende la tendinitis perenne (andá, si yo creía que era peremne, de toda la vida de Dios, pues no, es perenne, lo que aprende una con el blog!) la tendinitis perenne de un hombro al darle de noche siempre en la misma posición con un brazo en postura inverosímil que me permita apartarme cuando termine sin que se despierte, o el riesgo de llevarte un mordisco cuando menos te lo esperas.

La maternidad es un deporte de riesgo, y el riesgo es que, a pesar de todo, te guste.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.

viernes, 21 de marzo de 2014

Primavera que todo lo altera



Bienvenida, al fin has llegado, te esperaba hace días. Hace días que florecieron los almendros y ya se han llenado de hojas verdes. Hace días que llego a trabajar con mucha más luz de lo habitual. Hace días que oigo pajaritos revoloteando entre los árboles, cantando a todas horas. Bienvenida primavera! Este año llegas un día antes, tenías tantas ganas de vernos como nosotros a tí. 

Llega la primavera y queda atrás el largo invierno, comienza a prepararse el verano, tenemos más luz durante el día, podemos dejar los abrigos en casa, podemos ir más tiempo al parque, las hormonas se revolucionan, la sangre se altera… una maravilla esto de la primavera!

Y digo yo… ¿lo celebramos? Que yo con tal de celebrar… He buscado en la red diferentes tipos de celebraciones del equinoccio de primavera para darme ideas y he leído cosas muy interesantes que no sabía.

Los celtas y las culturas paganas decían que ayer al amanecer aparecía en los bosques un conejo blanco y enterraba huevos de oro en los huecos de los árboles. Y el que lo encontrara tendría abundancia para todo el año. Toma ya! De ahí viene lo de los huevos de pascua! Es celta! A mí esto siempre me ha sonado como muy de americanos… Y hago un inciso, si llega a ser el conejo blanco de Alicia, llegaría tarde, ¿cuándo? ¿en verano ya?

Ya que hablamos de huevos, “Easter”, que es pascua en inglés, es el nombre de una diosa lunar, Eostre, que era la diosa de la fertilidad y también de Eostre viene el nombre de los estrógenos. Esto sí que es curioso! Jamás se me habría ocurrido. ¿Pascua y estrógenos relacionados? Qué locura!

La fiesta de la primavera se celebraba siempre con la luna llena, como el Domingo de Pascua de la Semana Santa. Mmmm… qué curioso, otra fiesta de la iglesia que casualmente coincide con una antigua celebración pagana! Esto no me convence, porque la Semana Santa cambia de sitio en función de la luna, pero el equinoccio es siempre el 20 o el 21 de marzo. Algo de verdad tendrá, como San Juan y el verano, que también coincide, casualmente.

En cuanto a celebrar, lo que se dice celebrar, ya desde la Prehistoria se celebraba la llegada de la primavera con diferentes rituales de fertilidad para las cosechas, la fertilidad como sinónimo de abundancia, la fertilidad en hijos… Dicen que las mujeres recorrían los campos llevando máscaras, bailando y gritando obscenidades para herir a la diosa y que esta llorara en forma de lluvia. Mola, me pregunto cuántas de estas mujeres habrían terminado en la hoguera en los tiempos de la inquisición. Y yo que soy de ciudad me imagino cantando por los campos, en pelotas y diciendo barbaridades y estoy segura que sería divertidísmo, pero no me veo. Huy, lo de pelotas me lo he inventado yo, pero no me extrañaría.

Una vez en el cole celebramos la llegada de la primavera, debía de tener la edad de Parrulín ahora. Espero que no haya ninguna foto de aquello. Tuve que disfrazarme de pollito amarillo, con unas mallas amarillas con un montón de plumas cosidas a las mallas ¡una a una! No, no lo hizo mi madre, lo hizo la monja de aquel año que era muy maja. Me tocó el papel de pollito para la canción que cantamos en el salón de actos. “De colores” De colores, de colores se visten los campos en la primavera, de colores, de colores son los pajaritos que vienen de afuera… ¿Os acordáis? 



Los pajaritos que vienen de afuera… eso me recuerda que aún no han venido las golondrinas a mi calle, llegan tarde como el conejo blanco de Alicia, también me recuerda la poesía de Becquer, hoy que es el día de la poesía.

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
nadie así te amará.

Yo me sabía la primera estrofa, pero no recordaba las demás, y menos aún que fuera tan triste! Qué lástima! También la primavera es época de melancolía ¿no?
En fin, que vamos a vivir la primavera, y que salga como pueda.


Mamá de Parrulín y de Xoubiña
Otro día más
Sean buen@s y felices

miércoles, 19 de marzo de 2014

Hoy es el día de los enamorados

Hoy me he levantado cantarina, se me ha pegado una canción, y desde esta mañana tarareo sin parar esta melodía:

HOY ES EL DIA DE LOS ENAMORADOS (El Consorcio)
Hoy es el día de los enamorados,
Con ansias y esperanzas de un querer
Por eso, teniéndote a mi lado
Tu amor en este día lograré.
Hoy es el día de los enamorados
Juntemos tu sonrisa y mi canción
Que al unirse por un beso nuestros labios con amor
Tendrás por siempre mi corazón.

Que no, que no es el día de los enamorados, que es el día del padre! No creáis que se me va la pinza, que sí que se me va, pero no tanto al menos! Estoy perfectamente ubicada en el tiempo y en el espacio. Hoy, miércoles 19 de marzo, es el día del padre. Papá de Parrulín, hoy este post va por ti.

Soy una sentimental, ahora ya asumido y confesado públicamente. Cada vez que veo a mi marido ejerciendo de padre amoroso con sus hijos me emociono. Cuando veo signos de complicidad entre ellos, su gran parecido físico, los gestos imitados o las cualidades y defectos inequívocamente heredados siento que me vuelvo a enamorar. De ahí la cancioncilla.

La familia es algo que nos viene impuesto desde que nacemos. Todos hemos oído "La familia no se elige, los amigos sí". Eso es relativo. No podemos elegir la familia en la que nacemos pero sí la que formamos, y es la decisión más importante que tomamos a lo largo de nuestra vida. He elegido libremente al padre de mis hijos y he elegido libremente tener a mis hijos, tengo la certeza de haber acertado en esa elección.

El padre de mis hijos estuvo presente en el nacimiento de los dos, a pesar de haber sido ambos por cesárea. Le recuerdo vestido de verde, con su mascarilla, sentado a mi lado y presentándome su apoyo. En las dos ocasiones me enseñaron un bebé que apenas vi, entre la postura en la que estaba, sin gafas, y con los ojos llenos de lágrimas por la emoción no vi más que una cosa pequeñita, coloradiña, sucia y algo borrosa, aunque me pareció lo más precioso del mundo.

Después de pasar el bebé sus primeros controles, que no sé cuánto duran pero se hacen eternos, le dieron el bebé a su padre mientras yo me quedaba para terminar de coserme. Salió del quirófano el orgulloso padre con su bebé en brazos, rebosando amor y ternura por todos los poros de su piel, con su corazón entregado por completo.

Cuando Parrulín era muy pequeño siempre me emocionaba verlo en brazos de su padre. Pensaba qué suerte tiene mi niño de tener un padre tan bueno, y se me caía una lagrimita de emoción. Solía dormirse encima de su padre y, en ocasiones, se quedaban así los dos toda la noche, el niño tumbado sobre el pecho de su padre y el padre roncando tranquilamente debajo.

Con Xoubiña las cosas han sido diferentes, al haber conseguido la lactancia materna se duerme siempre pegada a mí pero cuando me levanto para ir a trabajar voy siempre a darle un beso antes de marcharme y veo que la niña se ha girado buscando el calorcito de su padre. Lo veo a él durmiendo, tan grandote, y a ella tan chiquitilla acurrucada junto a él, y me emociono también.

Cuando su padre llega a casa, Parrulín ya está acostado, le espera deseando contarle algo que se haya imaginado o que le haya ocurrido en el cole. Me encanta que se siente en su cama para escucharle. Cuando su padre llega a casa, Xoubiña se vuelve loca de alegría, su sonrisa se multiplica y sale corriendo hacia la puerta para recibirle. Me encanta ver cómo le da la bienvenida.

Era Parrulín pequeño y le encantaba que nos diéramos un abrazo los tres juntos. Gritaba "Familia!" y le daba mucha risa. Ahora que Xoubiña es pequeñita me dice muchas veces "Mamá, papá, nené" que no sé si es una canción o qué y yo le contesto "Mamá, papá, Parrulín y Xoubiña" y ella me dice que sí con la cabeza, como diciendo que lo he dicho bien. Y es que... no hay nada mejor que la familia unida!

LA FAMILIA UNIDA (Los payasos de la tele)
No hay nada más lindo que la familia unida
Atada por los lazos del amor
Sentir palpitar la misma sangre
Sentir que es uno solo el corazón.
No hay nada más lindo que la familia unida
Por un cariño puro de cristal
Qué hermoso es vivir con la seguridad
De amar y ser amado de verdad
Con la satisfacción de ver la humanidad
Unida por toda la eternidad.

Feliz día del padre, mi amor. Ven pronto a casa hoy, te esperamos con los brazos abiertos y con un montón de regalos de parte de los tres. Aunque Parrulín ya te ha dado alguno, siguen quedándote regalos por abrir y un millón de besos por recibir.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña
Otro día más
Sean buen@s y felices