martes, 31 de enero de 2012

Perlitas con la abuela

Este niño mío siente debilidad por su abuela, y no me extraña, porque prácticamente lo ha criado y lo llena de mimos, de amor, y de regalos cada vez que le ve. Así que hoy, más que nunca, las perlitas van dedicadas a la abuela.
Hace ya algo más de un mes que terminó con la quimio intravenosa y ha pasado a la quimio en pastillas, podía ser que sí o podía ser que no, pero el caso es que le está saliendo el pelo de nuevo. Como cada vez que nace pelo, le pica la cabeza y se la toca a menudo, además es una sensación curiosísima acariciar un pelo nuevo que sale. Estábamos hablando de esto y le pedí que me dejara tocarla, mola, entonces viene Parrulín que estaba jugando con un camión de bomberos a tocarle también la cabeza, sonríe y dice “Qué gustito da abuela, está suave y calentito!” y desde entonces cada día que la ve le toca la cabeza y le repite lo mismo. Más lindo!
La abuela le dijo, en broma, que estaba enfadada porque no había querido ir a dormir con ella el sábado. Y Parrulín, que es listo como un ajo, le contesta “Pues no tienes cara de enfadada…” la mira bien y añade “Creo… que se te pasará con un besito!” Ja, ja! Qué morro tienes!
Está el niño jugando con unos dinosaurios y pretende coger algo que no debe, la abuela le está explicando por qué no puede coger eso, que no recuerdo, y Parrulín la interrumpe y dice “Espera un momentito abuela, que te voy a dar mi opinión” y nos moríamos de risa de lo redicho que puede llegar a ser. Parece un viejito cuando habla.
Está contando algo de un amigo suyo del cole, pero de la clase de al lado, que dice que se llama Mon, ¿pero cómo se va a llamar Mon? ¿qué nombre es ese? Y Parrulín insistía en que se llamaba Mon, pues bueno, será uno de esos nombres modernos y raros. Hasta que un día coincidimos en una tienda, mi madre, Parrulín y yo, y Mon con su madre. Parrulín exaltado de ver a su amigo, cuando encontramos alguno fuera del cole es como si hiciera siglos que no le ve y se emociona muchísimo. Se pone a jugar con él en la tienda y cuando nos marchamos le llama su madre: Solomon, que nos vamos! Parrulín, que tu amigo se llama Solomon! No abuela, se llama Mon, sólo Mon! Ja, ja, ja! Terminamos las dos dobladas de la risa en mitad de la tienda. (¿En qué película le llaman Sólo-Jane toda la peli? ¿Tras el corazón verde? No, La joya del nilo! Pues igualito pero al revés.)
Y otra de nombres, viene un día hablando de una profe que se llama Marte, como el planeta. Le dice la abuela que Marte no es ningún nombre, Parrulín, ni nombre moderno, ni nombre raro, ni nada de eso, es nombre de planeta pero no de persona, ¿no será Marta? “No, no, que se llama Marte!” Eso no puede ser, será Marta. “Que no, abuela, que se llama Marte!” con una voz de paciencia… Un día al salir del cole nos la enseña, esta es Marte! Y yo, ni corta ni perezosa, me acerco a hablar con ella con el niño de la mano. Hola, Parrulín me habla mucho de ti ¿cómo te llamas? Le dice hola, le caricia el pelo al enano y responde Me llamo Mayte. ¿Ves, Parrulín, como no podía llamarse Marte que Marte no es ningún nombre? En esta ocasión nos partíamos de risa, Mayte, la abuela y yo, bueno, el niño también, pero en realidad por contagio porque no creo que lo hubiera entendido.
La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita. Pablo Neruda
Mamá de Parrulín y Parrulinchi.
Otro día más. Buen martes!
Sean buen@s y felices.

lunes, 30 de enero de 2012

De lunes, y nueve semanas

El fin de semana comienza en viernes, día de chuches! Y este viernes cuando recogí a Parrulín del cole estaba contentísimo, había llevado el diploma de padrino del pingüino y a su profe le había gustado mucho, los amigos le repetían asombrados que ellos no tenían un pingüino! Y se lo han puesto pegado en la pizarra para que todo el mundo pueda verlo.
El viernes le convencí para que me acompañara a dormir a casa de la abuela, a cambio le llevaría a ver los esqueletos de dinosaurios, bendita manipulación infantil que si no, no viene. Así que el sábado se despertó prontísimo porque quería ir a ver a los dinosaurios. Malamente conseguí que durmiera un poco más porque estaba deseándolo, desayunamos y nos fuimos al Museo de Ciencias Naturales.
Fuimos en el metro y le iba contando a todos los pasajeros que iba a ver a los dinosaurios, y cada niño que veía le preguntaba si también iba. Además teníamos que coger un autobús, donde repitió la misma charla con todo aquel que le quiso escuchar. Al final llegamos a las doce.
Pagué mi entrada, que Parrulín no pagaba, y entramos al museo. Yo había estado hace muchos años, pero la verdad es que no lo recordaba, la mitad de la sala estaba cerrada por obras, pero le gustó mucho. Vimos muchos animales disecados, aprendí que existía un cerdo hormiguero, que no lo sabía. Y eché en falta que no le pusieran el nombre a todos ellos, porque algunos no sabía yo qué eran exactamente y Parrulín me atosigaba a preguntas. Le gustó especialmente el elefante, que es enorme. Y un esqueleto, creo que de una ballena, que colgaba del techo.


En la zona del mediterráneo le daban pena los diferentes conejos o palomas que cazaban las águilas, y que coloreaban de sangre para hacerlo más realista, pero que a los niños (incluso a mí) les resulta un tanto gore. El triunfador de esta zona fue la maqueta de un calamar gigante, flipaba con la maqueta.
Al salir de la sala principal hay que pasar por la tienda, y claro, Parrulín se empeñó en que le comprara unos dinosaurios que venían en una bolsita, y yo que soy una chica fácil, caí en la trampa. Salimos a buscar la sala de los dinosaurios que está al otro lado del edificio. De esto sí que no tenía yo ni el más mínimo recuerdo, puede que no existiera esto cuando yo era pequeña.
He tenido que hacer un curso intensivo de dinosaurios, que nunca me han llamado la atención, pero el interés de Parrulín, los cuentos y las pelis de dinosaurios nos han enseñado a los dos a distinguir los siguientes dinosaurios: El tiranosaurio rex “que es carnívoro y muy malo”, el velociraptor “que también es carnívoro y corre mucho”, el diplodocus “o cuello largo, el que entró en la carnicería, es hervíboro”, el pterodáctilo “que vuela y es carnívoro porque come carne”, el triceratops “que es muy bruto porque pega cabezazos y es hervíboro” y el estegosaurio “que tiene placas en la espalda y la piel muy dura” Todo eso sabe Parrulín!
Alucinaba con los esqueletos, aunque le decepcionó un poco no poder tocarlos y que no hubiera ningún tiranosaurio. También se asombró mucho con medio mamut que había y vio una maqueta de un esqueleto humano que también le llamó mucho la atención.

Al salir de la sala de los dinosaurios hay que pasar por la tienda y claro, Parrulín se empeñó en que le comprara un peluche de un triceratops, la verdad es que era una monada, pero cometí un error de principiante al intentar que cambiara el peluche grande por el peluche pequeño, porque al final me tuve que llevar los dos. Tenemos en casa todos estos nuevos habitantes.

El sábado no conseguí convencerle para que viniera conmigo, porque iba a echar mucho de menos a papá, pero dormí como una bendita y me desperté tardísimo. No hay mal que por bien no venga, o eso dicen.
Domingo por la tarde, segundo round, turno de papá. En cursiva, mis pensamientos. Papá sienta a Parrulín entre los dos en el sofá. Parrulín, ¿te gustaría tener un hermanito? MEC! error, esa no es la pregunta! “No, porque ya tengo un primo!” Mea culpa, ante la insistencia de la gente impertinente hace tiempo que le enseñé esta respuesta. Es que como tu primo va a la guarde ya no le ves todos los días, ¿no te gustaría tener un hermanito en casa? “Bueno… no, mejor no” El padre me mira y yo le hago un gesto de déjalo estar, que ya habrá tiempo. Parrulín 1- Papá 0.
Compré un libro de la llegada de un bebé a casa, es un cuento precioso que termina con un diploma de hermano mayor para poner su foto, la verdad es que es muy bonito, pero aún no se lo he leído. Entre que no parece tener mucho interés en el asunto y que estoy demasiado preocupada con el tema operación de mi madre, prefiero esperar a que se resuelva eso primero.
Pero el martes tengo una eco y no sé cómo poder colocar al niño, estoy pensando en llevármelo a la eco y así gano la batalla seguro, pero por otro lado me preocupa cómo va a portarse, que suele ser bueno, pero no es lugar para que empiece a liarla, está claro. Y si en la eco resulta que no está bien? Cómo explicárselo entonces? Uf! Qué lío!
Ya son nueve semanas (y media, ja, ja!) las de mi Parrulinchi, sigo sin nauseas, sin mareos y sin ningún síntoma más que dolor de pecho y algún pinchazo esporádico. Como por tres y he adelgazado dos kilos desde que me quedé embarazada. Con Parrulín me pasó lo mismo los primeros meses. Pero el agonías de mi santo dice que si adelgazo más que habrá que mirarme el tiroides. Ja! Si me sobran kilos, tengo reservas pa’aburrir!
Esta es semana clave, tengo eco, tengo gine, y el jueves es la operación de mi madre. A por ello! Quién dijo miedo? Yoooooo!!!
Comienza tu día con una sonrisa y verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo. Quino.
Mamá de Parrulín y Parrulinchi.
Otro día más. Buen lunes!
Sean buen@s y felices.

viernes, 27 de enero de 2012

Parrulín y su pingüino Tizas

Hace muchos, muchos años, cuando yo era aún una inocente estudiante de colegio de monjas, tenía una buena amiga llamada Tiana, Tiana es una chica alegre, que siempre está de buen humor, es divertida, es cariñosa, es entrañable… Tiene unos ojos preciosos que siempre van acompañados de una enorme sonrisa. Poco después de COU se cambió de ciudad y perdimos el contacto. Hace poco lo recuperamos a través del facebook y es una de las personas que más me he alegrado de encontrar. Me decía ella ayer que hay personas que permanecen en el corazón a pesar del tiempo, y es verdad, Tiana es una prueba de ello. Recuerdo haber pasado muy buenos momentos con ella y con su hermana, recuerdo algún cumpleaños en su casa, recuerdo a su encantadora madre, recuerdo que allí comí hamburguesas de soja por primera vez! Ja, ja, nunca he vuelto a probar la soja sin acordarme de ella! Han pasado muchos años y Tiana ha vuelto a estar presente en mi vida. He compartido con ella muchas alegrías y también alguna que otra pena. Aunque hace tiempo que mi santo me enseñó a respirar, es ella la que me lo recuerda cuando estoy agobiada.
Estas navidades recibo un chat en el que me dice que le pregunte a Parrulín cómo llamaría él a un pingüino. Bueno, me extrañó un poco, ciertamente no es algo que a una le pregunten todos los días, pero hice mis deberes y le contesté que Parrulín le llamaría Tizas. Días después me llegó uno de los regalos más bonitos que hemos recibido nunca:

¿No es precioso? Me parece entrañable, que además de ser súper bonito nos ayuda a transmitirle al niño una serie de valores sobre el medio ambiente, sobre cuidar el planeta, que no se le olvidarán en la vida. O eso espero. Y así transcurrió todo:
Parrulín, mira, que te ha llegado un regalo de Tiana! “Qué bien! lo puedo abrir?” Si, claro, con cuidadito cariño, que no se rompa. Lo abrimos, saco el diploma y se lo leo. Mira Parrulín, eres el padrino de este pingüino del polo sur, se llama Tizas porque tú elegiste el nombre, te acuerdas? “Si, me acuerdo” Y sabes qué significa ser padrino? “Como tú, que eres la madrina de mi primo!” Parecido, ser padrino de este pingüino significa que te comprometes a cuidar el planeta. “El planeta Tierra?” Si “El nuestro?” Si “Y cómo lo cuido?” Pues… no tirando papeles al suelo, ayudando a mamá a separar la basura, apagando la luz cuando no lo necesites, no gastando agua si no lo necesitas… esas cosas. “Uf, son muchas!” Si, cariño, son muchas, pero te has comprometido y yo te ayudaré. “Ah, pues me ha gustado mucho el regalo.” A mí también, cariño, me parece precioso. “Bueno… ¿y cuándo vamos al polo sur a recoger a Tizas?” Ja, ja!
Estaba emocionado con su regalo, al cabo de un rato, lógicamente, se pone a jugar a las construcciones y ya no le llama la atención, pero la pesada de su madre volvió a la carga al final de la tarde para ver si lo había entendido bien. Cariño, qué chulo es eso de ser padrino de un pingüino, no? “Si, se llama Tizas” Si, lo sé ¿y te acuerdas de qué tienes que hacer a cambio? “Claro, a cambio tengo que cuidar la Tierra.” Muy bien, eso es. “Mamá ¿y cuándo me llevas a ver un esqueleto de dinosaurio?” Pero qué dinosaurio ni qué dinosaurio, que te estoy hablando de un pingüino! “Es que quiero que me lleves a ver el esqueleto de un dinosaurio!” Vaaale.
Se me ocurre que ya que están estudiando el polo norte en el cole, aunque Tizas viva en el polo sur, podría ser bonito compartirlo con sus amigos. Le ha parecido una buena idea y lo está deseando. Así que hicimos una fotocopia del diploma, por lo que pudiera pasar, y hoy la ha llevado al cole para contarlo en la asamblea. Creo que los niños van a flipar!
Después llamamos a Tiana para darle las gracias, estuvo muy lindo Parrulín, y eso que nunca la ha visto en persona, pero le dio las gracias, le dijo que era precioso y que era una pasada. Espero que con el tiempo aprenda a valorar la importancia del regalo y del compromiso adquirido. Por mi parte no tengo palabras para agradecerle a Tiana un regalo tan, tan bonito. Es precioso y me ha encantado.
Se trata de una iniciativa de una base del ejército español destinada en el polo sur, en la Isla Decepción, en la que además de cumplir con su misión tiene como tarea la de colaborar en labores de investigación y de gestión medioambiental, y dar a conocer la presencia y actividades del ejército en la Antártida. Más información en la web del ejército, aquí.
El pensamiento sin poesía y la vida sin eternidad son como paisajes sin cielo. Amiel.
Mamá de Parrulín y Parrulinchi.
Otro día más. Buen finde!
Sean buen@s y felices.

jueves, 26 de enero de 2012

Oftalmólogo y primer round

Ayer llevé a Parrulín al oftalmólogo, está perfecto, se acerca a la tele tanto porque su curiosidad le puede, pero ve perfectamente. En lugar de empezar por el final voy a empezar por el principio que, a no ser que será una salchicha de lo que estamos hablando, no es lo mismo.
Llegamos a la consulta y nos pasan a la sala de espera, donde había mucha gente, pero en realidad pacientes había tres, el resto eran acompañantes múltiples, porque casualmente todos estos pacientes venían a que les dilataran la pupila.
La sala de espera estaba llena de fascículos del National Geographic, el primero de todos sobre Egipto, mi mente me conduce directamente a Drew y a la tentación de mangarlo, pero no. Los ojeamos todos y Parrulín tarda en decidirse, está entre uno de planetas y uno del polo norte, y yo aumento su dificultad de elección añadiendo uno del vientre materno, con poco éxito por mi parte (de momento).
Al final ganan los planetas, quedamos bastante entretenidos viéndolo hasta que decide levantarse para contarle a uno de los señores dilatados que cayó un meteorito en la tierra y mató a los dinosaurios, charla con el señor dilatado por los codos, el señor dilatado está feliz, el señor dilatado le cuenta que es bombero jubilado, Parrulín está feliz. Hasta que aparece la enfermera y se lleva al señor dilatado. Aguafiestas!
Los otros señores, los dilatados y los diversos acompañantes, son poco comunicativos, y mira que Parrulín lo intenta, pero nada, así que volvemos a las revistas. Mira cariño, vamos a ver esta de un bebé en la barriga de mamá, a ver si aprendemos algo. Mira, esto es un bebé dentro de la barriga de su mamá, está metido en un saquito lleno de agua, esta es su casa. “No puede estar dentro del agua mamá, se ahogaría!” Bueno, es que los bebés cuando están dentro de la barriga de mamá respiran agua hasta que nacen luego ya respiran aire. “¿Y todas las mamás tienen un bebé en la barriga?” Hombre, todo el rato no, pero cuando van a tener un bebé, si. “Pero tú no tienes un bebé en la barriga, tú tienes la carnita y las popolas verdes (guisantes) que has comido en casa de la abuela!” Bueno, cariño, a lo mejor si tengo un bebé en la barriga ¿a ti que te parecería? “Que no, que me estás engañando, que tienes carnita y popolas verdes!” Y nos llama la enfermera. Aguafiestas! Creo que he perdido el primer round.
Entramos en la consulta y después de contarle por qué venimos, porque se acerca mucho a la tele y dice que no ve bien de lejos, que no sabemos si es verdad porque luego dice que es una broma. Y como esta estupenda mujer que escribe tiene 1,25 dioptrías y mi santo esposo tiene 6 y toda su familia tiene grandes miopías, pues no estaba de más hacerle una revisión.
Sube al niño precariamente a un taburete para verle el fondo de ojo con una máquina de esas que tienes que apoyar la barbilla y quedarte quieto. Parrulín lo hace fenomenal y se porta de maravilla. El médico me cuenta que tiene un pelín peor el ojo izquierdo. Le bajo de la silla y le dice que se siente en la otra para ver la pantalla.
El médico anda buscando los que tienen dibujitos para niños, pero le digo que conoce perfectamente las letras y los números, que no se preocupe y le ponga unos normales, quizá los números sean más sencillos.
Le pone los números y Parrulín los lee perfectamente, tanto grandes como pequeños. Luego saca unas gafas de esas psicodélicas llenas de tornillos, para poder taparle un ojo. Parrulín encantado con las gafas, se las pone sin problemas, lee los números sin problemas tanto con un ojo como con el otro. El médico me dice que está perfecto, que vuelva en un año a revisión.
Comienza la lucha para ponerle el abrigo y marcharnos, lucha porque a Parrulín le ha molado tanto el garito que no quiere marcharse, en cuanto se pone a llorar el médico (facilón el hombre, hombre tenía que ser!) le dice que bueno, que se siente otro ratito, que le pone más números. Le pone otros más pequeños y los lee perfectamente y aún unos más pequeño y los lee perfectamente. El médico sonríe y me dice que genial. Al final nos vamos tranquilos, el niño y yo. Bueno, yo más que el niño, porque por él se habría quedado un rato más enredando por allí. Y nos vamos a casa con una sonrisa.
Si quitáis de nuestros corazones el amor a lo bello nos quitaréis el encanto de vivir. J. Jacques Rousseau
Mamá de Parrulín y Parrulinchi.
Otro día más. Buen jueves!
Sean buen@s y felices.