viernes, 22 de enero de 2016

Los que consienten el acoso también forman parte del problema

Tenía la reunión de padres del segundo trimestre de la clase de Parrulín, me sobraba tiempo y me tomé un café antes de entrar. Sobre la barra del bar un periódico y en la portada el suicidio de Diego, un niño de sólo once años, por acoso escolar. Dicen que el cole no sabía nada, que nadie sabía nada. No puede ser cierto, por cada niño acosado hay uno o varios acosadores y el resto son consentidores. Los que consienten el acoso también forman parte del problema, yo no quiero que mi hijo consienta estas situaciones. Se me pone un peso enorme en el corazón, pobre niño, pobres padres, qué dolor, no puedo imaginarlo… o quizá sí. Y lo que todavía no sabía era que me iba a tocar de cerca en unos minutos.

Comienza la reunión de padres y nos cuentan que van a aprender las horas en digital, que van a restar con llevadas en las decenas, que es muy difícil… Uuuuuhh! Qué difícil! Otro trimestre perdido para Parrulín que ya sabe todo esto. Tanta chorrada hace que me pregunte por qué me empeño yo en ir a estas reuniones de padres. Y bueno, si alguien quiere decir algo o preguntar algo…

Entonces una madre nos cuenta un incidente de la semana pasada de su hija, un tonto le dice a otro tonto que le tire al suelo las gafas de A, el otro tonto lo hace, un tonto jalea, el otro tonto lo repite, hasta que el tonto le dice ahora rómpeselas y el otro tonto se las rompe, a propósito. Nos cuenta que su hija lleva dos años teniendo un acoso generalizado por parte de todos los niños de la clase, que la llaman gorda, le patean la mochila, le rompen los deberes, le esconden el estuche… La niña lo está pasando fatal, lo muestra todo en casa con unas rabietas y un comportamiento terrible, tiene pesadillas cada noche, fatal, fatal. Esta niña se lleva muñequitos de casa para regalárselos a sus compañeros, para que la quieran, qué tristeza. Que sólo tienen siete años!

Me quedo asombrada y asustada. ¿Y por qué no sabíamos nada de esto? ¿No habrá sido mi hijo? En el colegio han llamado siempre a los padres de los niños implicados, no me han llamado nunca y me siento un poco aliviada, no mucho más. Consigo hablar con la madre a solas y me dice que Parrulín nunca le ha hecho nada, que no ha recibido quejas de él. Más le vale! Me extrañaba, la verdad, no va con su carácter ni con lo que le enseñamos en casa, pero quién sabe! No es que sean íntimos pero les he visto a veces en el parque jugando, hemos ido juntos una vez a un cumple en el metro, y no he visto yo un comportamiento de mi hijo que me haya hecho ni siquiera sospechar un poco que pudiera estar pasando algo tan grave.

Bien, al menos mi hijo no le ha roto las gafas y no se mete con ella, pero si esto es general significa que mi hijo está viendo y consintiendo esta situación y tampoco es esa la educación que le damos en casa. Si lleva dos años ocurriendo no entiendo que no lo hayamos sabido antes. El colegio ha intervenido en muchas ocasiones con los padres cuando ha habido conflictos y la madre dice que no contaba nada en el wachap porque considera que los niños son niños y es el cole el que debe hacerse cargo hasta que han admitido que no son capaces de solucionarlo y le han pedido que nos lo cuente en la reunión de padres.

He tenido serias conversaciones con mi hijo, A es una niña muy grandona, con gafas, unos preciosos ojos azules y un carácter bastante fuerte. Me cuenta mi hijo que cuando A era más pequeña era pegona, cogía cosas, mentía... Pero que ya no lo hace y a algunos niños les cuesta olvidar y perdonar y por eso la tratan así. Creo que mi hijo en realidad no era consciente de lo que sucedía hasta que lo hemos hablado. Es como que los problemas de chicas no van con él y ni se entera. Seguimos intentando trabajar este tema en casa, que se ponga en el lugar de la niña, que me explique cómo se sentiría, qué le gustaría que hicieran por ella los demás niños de la clase, tanto los que la acosan como los que no… Los que consienten el acoso también forman parte del problema, yo no quiero que mi hijo consienta estas situaciones. Estoy muy preocupada.

Detrás de cada preocupación, del nivel al que ponemos esa preocupación, están las experiencias vitales de cada uno de nosotros. Cuando yo tenía 16 o 17 años una niña de la otra clase se cayó por la ventana, nunca se dijo en público la palabra suicidio, se cayó por la ventana de un sexto. M era una niña con bastantes problemas físicos y algún tipo de retraso, llevaba toda la vida en el colegio y yo jamás vi que se burlaran de ella, todo el mundo cuidaba de ella al menos aparentemente. Es cierto que amigas, amigas, no tenía, probablemente porque sus limitaciones la hacían demasiado diferente a las demás. Nunca estuvo en mi clase, era de la clase de al lado, por lo que es posible que yo esté equivocada y realmente sí sufría acoso, no puedo saberlo.

Fue algo que me dejó profundamente impactada aunque no la conociera mucho. Desde entonces en la oración de la mañana se pedía todos los días por ella. La monja, que sólo había una, se dedicó a machacarnos con este tema, a hacernos sentir culpables al curso entero, a sus supuestas amigas y a todas las demás. Pasamos un curso horroroso. Teníamos dos recreos, en el primero yo me encargaba del bar, en el segundo querían que fuéramos al oratorio a una misa por M, voluntariamente, pero si no ibas te perseguía la monja para preguntarte por qué no habías ido. Mire madre, yo apenas la conocía, rezo por ella todas las noches en mi casa, no le hace ninguna falta tanto rezo y si me encargo del bar en el primer recreo no tengo un segundo libre en todo el día. No le valía. Se proponía esta monja el hacernos sentir culpables en cada momento, nos machacó y explotó la situación hasta límites insospechados. Nunca olvidé a M, aunque no la conociera mucho me he hecho muchas preguntas sobre ella a lo largo de mi vida. ¿Realmente se suicidó? Supongo que sí. ¿La acosaban? Creo que no, aunque no lo podría asegurar. ¿Podía yo haber hecho algo? Pues no lo sé, la monja consiguió en efecto que me sintiera culpable, pero todavía no sé realmente de qué. Veinte años después las cosas se ven desde otra perspectiva, quizá sí podía haber hecho algo, quizá debería haber sabido mirar con otros ojos lo que entonces nunca ví.

Esa es mi experiencia, no quiero que esto suceda en el colegio de mi hijo, ni en ningún otro colegio. Mi compañera M tenía 16 o 17, Diego, el niño del periódico, tenía once, y no son los únicos. A tiene sólo siete. ¿Podemos hacer algo? Sí, rotundamente sí. Los que consienten el acoso también forman parte del problema, yo no quiero que mi hijo consienta estas situaciones. Quiero que se haga consciente de lo que sucede a su alrededor, que comprenda que no pude quedarse mirando, que el yo no he sido no es suficiente en los casos de acoso. Tenemos todavía muchas conversaciones pendientes mi hijo y yo.

Os recomiendo el libro El club de los valientes, cuenta una historia en la que hay un niño que pega en el colegio. Dicen que pega porque es un cobarde, porque los valientes solucionan los problemas hablando. Se forma el club de los valientes entre los compañeros que solucionan los conflictos hablando y cada vez son más los valientes. Tengo que llevarlo al cole a ver si su profesora se lo deja leer y les entra a todos un poco en la mollera. Creo que es algo que todos los padres debemos trabajar en casa, al menos en eso estuvimos de acuerdo en la reunión.




Mamá de Parrulín y de Xoubiña,
Sean buen@s y felices.
Otro día más.

8 comentarios:

  1. Si yo te contara... a mi niño lo hemos cambiado de cole porque lo tenían machacado, compañeros y profesores, mi hijo no sólo no era feliz en el cole, sino que era un suplicio el ir.
    Aunque lo tratamos con la tutora, ella no lo tomaba como acoso, todo lo contrario, era mi hijo el qe se llevaba el castigo, cuando ya harto, impotente,... se rebelaba contra todas las perrerías q le hacían y pegaba o gritaba.
    Es así de triste, es una epidemia... nosotros tardamos bastante en darnos cuenta, porque ni mi niño, ni por supuesto la profesora nos contaban nada, ella pretendía que también le castigáramos en casa por su "mal comportamiento" en el colegio.
    ¡Casi lo llevan a la Comisión de disciplina! no te digo más.
    Este curso mi niño es otro, va al cole con una sonrisa, está pudiendo hacer algo tan simple como jugar en el recreo con otros niños, tiene amigos, con los que compartir risas, cumpleaños.
    Yo le he contado que hay niños que no se atreven a contarle a sus padres los problemas del cole y optan por rendirse y dejar de vivir, no puedo pensar que le llegue a pasar esto a mi niño, así q hemos tenido varias conversaciones al respecto, que sepa q sus padres y sobre todo yo, estoy ahí, SIEMPRE, para que me cuente cualquier cosa que le haga sufrir, que podemos arreglarla, que siempre hay opciones. Él es consciente de lo q he luchado para cambiarlo de cole.
    Mi niño tiene 9 años recién cumplidos.

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    1. La comunicación con los hijos es fundamental, tanto para que comprendan que pueden confiar en ti en cualquier situación o problema que tengan en la vida, como para poder transmitirles la empatía y la preocupación por los demás.
      Tenemos el poder de cambiar el mundo, o al menos de poder hacérselo más sencillo a los que están a nuestro alrededor y comparten el día a día.
      Me alegro mucho que tu niño haya conseguido salir de ahí, qué mal se gestionan estos temas tan graves por parte de los colegios, qué pena.

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  2. Ay cuantas cosas cambiarían si todos hicieran lo mismo que tu y Parrulin, hablar abiertamente del tema, tratarlo con la sinceridad que algo así necesita, no poner parches ni excusas. El acoso escolar es algo muy grave y sí, todos forman parte de él. Espero que en el cole de Parrulin sepan tratarlo bien, se a buena cuenta que en muchos no lo hacen y ven la vida pasar... ojalá pronto el resto del mundo se conciencie de que es un problema muy serio y que nos afecta a todos.

    Que dura la historia de M.

    Un abrazo Mama de Parrulin.

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    1. De momento Rocío, parece que llevan dos años "viendo la vida pasar", si esto es el primer paso llega tarde, no demasiado porque no ha ocurrido un desenlace fatal, pero para mí llega tarde. Es innecesario totalmente tener a una niña sufriendo dos larguísimos años.
      Un abrazo, morena de rizos!

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  3. Tengo 43 años y en su día lo sufrí en un colegio de monjas de Ferrol... en 2º de BUP. Me enfrenté por un tema a las "guays" de la clase (a las que yo pertenecía)y pasé a estar en la lista negra con unos 15 años. Me quedé completamente sola, siendo objeto de burlas y toda clase de desprecios. Me ignoraban todas las niñas. No conté nada en casa hasta que me dio una crisis nerviosa después de todo un año de soledad en el colegio. Lo único bueno fue que me volqué en los estudios y saqué unas notazas... en COU mis padres me enviaron a Madrid y fue el mejor curso de mi vida!! Hice amigos/as, me trataban bien aunque era una de las chaponas de la clase... cuando hablaba con mi madre desde la residencia yo sólo le decía como alucinada. "Tengo amigos mamá!"... años después (como os digo tengo 43), con una profesión más o menos estable (soy abogada), os puedo decir que:
    1.- Las monjas y profesoras lo sabían y no hicieron nada para cortarlo. De hecho mi mayor acosadora era hija de una profesora del centro. Incluso puedo afirmar que lo fomentaban y entraban a trapo en los cotilleos.
    2.- Muchas niñas miraban a otro lado. No querían pasar por lo mismo.
    3.- Mis padres no supieron nada hasta que exploté en una crisis nerviosa.
    4.- A Día de hoy, cuando me cruzo con alguna de ellas, siendo una adulta de edad, todavía me pongo nerviosa. De hecho hace unos años tuve que "tutelar" a una de ellas en sus prácticas al darse de alta en el turno de oficio y tenía que venir conmigo a Comisaría, Juzgado de guardia... y lo pasé fatal.
    Esas cosas marcan de por vida.
    Tengo una amiga de esa época (se sentaba a mi lado en algunas clases) que ahora es profe de secundaria y siempre dice que se arrepiente de no haber hecho nada y haber pasado de todo pero que, ahora como profe, en cuanto ve el menor indicio toma cartas en el asunto y que conmigo no se hizo nada.
    A aquellas monjas espero que las reciban en el infierno como se merecen.
    La noticia de Diego me dejó sobrecogida y sus padres me rompieron el corazón. Qué gente tan maravillosa!!

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    1. Patricia qué duro es tu testimonio y qué valiente y generosa eres por contarlo aquí. Gracias.
      De verdad te digo que una de las cosas que más me cuesta entender es la maldad de las monjas y otras gentes supereligiosas, creo que todo debe empezar por uno mismo y no predicar tanto sin aplicarse el cuento.
      Y no quiero ni pensar que algún día pudieran mis hijos estar pasándolo tan mal y que no pudieran confiar en mí, espero que siempre sepan que pueden contar conmigo en cualquier situación, pase lo que pase.
      Gracias Patricia.

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  4. Llevo muchos días dándole vueltas al tema, supongo que nos ha pasado a muchos, que ha tenido que pasar algo horrible para que reflexionemos. Esta misma mañana le contaba a mi madre que ahora, diez años después, me he dado cuenta del acoso y derribo que sufrió una de mis mejores amigas durante todo el instituto. Era una niña normal y corriente, tal vez con unos gustos algo diferentes que, sobre todo, no escondía, pero creo que no la tomaron con ella por eso, sino porque no se achantaba le hicieran lo que le hicieran. Si le tiraban los libros, los recogía. Si le escondían las cosas las daba por perdidas. Si se reían de ella, fingía no escucharlos. Pero nunca se revelaba, no lloraba, no gritaba, no les daba importancia, y eso enfurecía a los matones que cada vez le hacían cosas peores. Recuerdo que, sin hablar de ello, todas las demás nos turnábamos para acompañarla a todas partes, porque si no la veían sola no la atacaban. Recuerdo haberla consolado cuando, después a solas, sí lloraba y sacaba de dentro toda la rabia que sentía... Lo peor de todo es que yo estaba allí, yo lo vi, igual que lo vimos todos los demás, y hasta ahora ni siquiera he pensado que estuviera siendo acosada! Evidentemente no me gustaba en su momento y sufría por ella, pero la normalización era tremenda. Así era el instituto, así eran ''esos niños'' y simplemente había que aguantarlo. Maldita inocencia y maldita normalización. Ahora me horroriza pensar que todos - ella, su madre, el resto de niños y, por supuesto, los profesores- sabíamos que pasaba y nunca jamas hicimos nada. Ni siquiera se nos ocurrió que tuviéramos que hacer algo! Ojala los terribles sucesos de los últimos días nos abran los ojos. Ojala veamos el problema y pongamos medios, y vayamos cambiando esa lacra. Me horroriza pensar en todos los niños sometidos a esa tortura día tras día, sin ser comprendidos, sin escapatoria...

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    1. Bella, bienvenida, qué bonito nombre has elegido!
      Antes considerábamos "normales" tantas cosas... Era normal tener que aguantar a este tipo de niños, como era normal que te diera un cachete una profe, o que te hicieran escribir mil veces no se habla en clase, o que te hicieran comer el vomitado...
      Menos mal que ahora lo normal ya no nos parece tan normal!
      Un beso, y bienvenida de nuevo.

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