viernes, 14 de junio de 2013

El hombre sereno, por Papá de Parrulín

Hoy os traigo un cuento budista. Hay varias versiones del mismo, pero yo os lo cuento como me lo contó un buen amigo, enamorado como yo del taoismo y el zen. 

El hombre sereno

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Erase un hombre conocido y querido en su aldea.
Viudo, vivía con su hijo. Poseía un caballo, y un día, al despertarse por la mañana y acudir al establo para dar de comer al animal, comprobó que se había escapado para unirse a una manada salvaje. La noticia corrió por el pueblo y los vecinos fueron a verle para decirle:

- ¡Qué mala suerte has tenido! Se ha escapado tu caballo y pasarás fatigas para cuidar de tus campos.
- Sí, así es; se ha marchado -dijo el hombre. Pero yo no sé lo que es bueno ni malo, ni lo que pasará mañana.

Transcurrieron unos días, y una soleada mañana, cuando el hombre salía de su casa, se encontró con que en la puerta no sólo estaba su caballo, si no que había traído una yegua de la manada con él. Vinieron a verlo los vecinos y le dijeron:

- ¡Qué buena suerte la tuya! No sólo has recuperado tu caballo, sino que ahora tienes dos y podrás tener potrillos.
- Sí, así es -dijo el hombre. Pero yo no sé lo que es bueno ni malo, ni lo que pasará mañana.

Al disponer de dos caballos, ahora podía salir a montar con su hijo. Pero un día el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna. Cuando los vecinos vinieron a ver al hombre, comentaron:

- ¡Qué mala suerte, verdadera mala suerte! Si no hubiera venido ese segundo caballo, tu hijo estaría bien. Ahora no tendrás ayuda en el campo durante meses!
- Sí, así es -dijo el hombre. Pero yo no sé lo que es bueno ni malo, ni lo que pasará mañana.

Pasó un tiempo, y estalló una guerra. Todos los jóvenes del pueblo fueron movilizados, menos el muchacho que tenía la pierna fracturada. Los vecinos vinieron a visitar al hombre, y exclamaron:

- ¡Qué buena suerte la tuya! Tu hijo se ha librado de la guerra.
- Sí, así es. Pero yo no sé lo que es bueno ni malo, ni lo que pasará mañana.

La moraleja es que la firmeza de mente y ánimo nos protegen de los vaivenes de la existencia.


Como regalo, otro tradicional indio, extraído del libro de cuentos de Ramiro Calle.

Los monos
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Era un aspirante espiritual con mucha motivación, pero tenía una mente muy dispersa. Tuvo noticias de un sobresaliente mentor y no dudó en desplazarse hasta donde vivía y decirle:

- Respetado maestro, perdona que te moleste, pero mi gratitud sería enorme si pudieras proporcionarme un tema de meditación, puesto que tengo decidido retirarme al bosque durante unas semanas para meditar sin descanso.
- Me complace tu decisión. Ve al bosque y estate contigo mismo. Puedes meditar en todo aquello que quieras, excepto en monos. Trae lo que quieras a tu mente, pero no pienses en monos.

El discípulo se sintió muy contento, diciendo: “!Qué fácil es el tema que me ha proporcionado el maestro!; sí, realmente sencillo”. Se retiró a un frondoso bosque y dispuso una cabaña para la meditación. Transcurrieron las semanas y el aspirante puso término al retiro. Regresó junto al mentor, y éste, nada más verlo, preguntó:

- ¿Qué tal te ha ido?

Apesadumbrado, el aspirante repuso:
- Ha sido agotador. Traté incansablemente de pensar en algo que no fuesen monos, pero los monos iban y venían por mi mente sin poderlo evitar. En realidad, llegó un momento en que sólo pensaba en monos.

El Maestro dice: La mente es amiga y enemiga; es una mala dueña, pero una buena aliada. Por eso es necesario aprender a contener el pensamiento y poner la mente bajo el yugo de la voluntad.


Por Papá de Parrulín y de Xoubiña

2 comentarios:

  1. El primero lo conocía, pero me ha gustado recordarlo :)
    El segundo...toda la razón. Contener la mente, qué difícil...
    Un beso!

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