Nunca os diré, hijos míos, que la vida es una mierda, que la
vida es una putada, que la vida es dura, que la vida hiere, que la vida duele,
que la vida mata.
Nunca os diré eso de que el dolor se cura con el tiempo,
porque es un tópico inventado para cuando no sabes qué decir.
Nunca os diré que hay heridas que sangran para siempre, que
hay dolores que perduran, que hay sufrimientos que no terminan nunca, que hay
daños que son permanentes.
Nunca os diré que la vida es de color de rosa, no os hablaré
de pajaritos, ni florecitas, ni milongas superficiales que no llevan a nada, no
os hablaré de un príncipe azul, porque todo eso es como los monstruos, que sólo
existen en las películas.
Nunca os diré que la vida es justa, porque no lo es.
Nunca os diré que la vida es un gran cabreo salpicado de fugaces
momentos felices.
Os diré que estéis preparados para esos momentos felices, y
que cuando los veáis pasar deis un gran salto para subiros a horcajadas a ese
meteorito, para ver el mundo desde arriba, para conocer la felicidad, para
atraparla como con un lazo de vaquero.
Os diré que saltéis, que os arriesguéis, que persigáis
vuestros sueños, que corráis para alcanzarlos, que gritéis en lo alto de las
montañas, que voléis con la imaginación, que lloréis de felicidad, que riais
ante las penas.
Os diré que cuando os caigáis del meteorito, os llevéis un
trocito de él en los bolsillos, debajo de las uñas o entre los rizos del pelo, para
plantarlo en el jardín o en el corazón, para poder regarlo, cantarle, cuidarle
y dejarle crecer.
Os diré que cuando os caigáis del meteorito, vuestra madre
estará ahí para recoger los pedazos y volver a juntarlos, porque eso es lo que
hacen las madres, porque ellas son la mejor red de equilibrista, el pegamento que
mejor recompone los pedazos de un corazón roto, su regazo el mejor colchón para
el descanso y su hombro la mejor almohada para las penas.
Nunca os diré cómo vais a sentiros cuando falte vuestra
madre.
La vida no es justa, es una mierda y es muy complicada, pero siempre hay algún momento de felicidad y alegría, que estoy segura que ahora te transmiten tus pequeños, y sabrás transmitirles tú a ellos también.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
ay como hablas y expresas...otra vez emocionada mierda...no puedo..
ResponderEliminarVenga mi niña, q ya se acaba la semana...
ResponderEliminarUn besote corazón...
ResponderEliminarLa vida es enormemente injusta.
ResponderEliminarLo siento un montón tesoro! :-( No te olvides de que un trocito de ella sobrevive en ti y en tus hijos :-) Ánimo! Mil besos desde aquí!
ResponderEliminarVenga guapa! Mucho ánimo.
ResponderEliminarMe emocioné al leer lo que sí le dirías a tus hijos. Hermosas palabras! Un abrazo
ResponderEliminarLa vida es injusta no, lo siguiente, es un asco, pero hay que vivirla y hay que hacerlo lo mejor posible.
ResponderEliminarAdemás tiene cosas buenas como encontrar personas valientes, buenas, dulces, cariñosas, comprensivas, que saben escuchar, que saben aconsejar, comprensivas...vamos como tu.
la vida no es justa, sólo hay q poner el telediario para darse cuenta de ello...
ResponderEliminarpero tú estás ahí para tus pequeños, y siempre estarás.
y tu madre estará siempre contigo, aunq ya no fisicamente, pero siempre estará.
besos
Es un post precioso y poético. Me has emocionado mucho.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
ResponderEliminarHay una frase que me gusta que dice algo así: El tiempo no lo cura todo pero si desvía lo incurable del centro de atención.
Un besazo