Esta historia sobre la cantidad de peligros que tiene ikea, las enormes colas, la elección de los muebles y demás productos, el susto de la tarjeta de crédito, las dificultades del transporte de los mismos, el caos del montaje y el deterioro de las relaciones conyugales empieza de la siguiente forma.
Cariño, tenemos que ir a ikea. No jodas! Dice mi santo. Eso lo negociamos después, ahora estamos negociando ir a ikea. Uf, pues si no hay más remedio... Al día siguiente nos dirigimos hacia allí. Objetivo, una estantería expedit para la habitación de Parrulin.
Primera dificultad, llegar hasta allí. Superada gracias al tom tom y a que esta estupenda mujer que escribe sabe leer planos.
Segunda dificultad, llegar hasta las estanterías. Ikea tiene una distribución laberíntica que te obliga a recorrer toda la planta hasta llegar a donde quieres, y de paso, tentarte a llevarte algo más de lo que esperabas. Mi santo esposo se niega a seguir el caminito establecido, laberíntico, pero efectivo, por lo que pasamos dos veces por la sección de cocinas y tres por la sección de sofás hasta llegar a las estanterías.
Tercera dificultad, la elección del producto. Mira cariño, esta es la estantería, de 4x4, blanca, apunto la referencia y nos vamos. ¿Y por qué no nos llevamos mejor la de 5x5? Pues porque no nos cabe. ¿Estás segura, cuánto mide la pared? No me lo sé de memoria, pero ya he comprobado que la que nos cabe es esta. ¿Y por qué no nos llevamos además otra de 4x2 y la ponemos encima y así es más alta? ¿Y para qué quiere el niño tanta estantería? Pues para que tenga sitio ya para toda la vida. Bueno... pero la pagas tú que esto no estaba en mi presupuesto. Vale, apunto la referencia. ¿Y por qué blanca? Es que todo te gusta blanco. Pues porque pesa menos visualmente. Pues es que a mi me gusta más de color madera. Bueno... pues la apunto en madera.
Cuarta dificultad, no comprar nada más. Una vez convencido mi santo esposo que lo mejor es seguir el caminito para no volver a pasar por las cocinas vamos a buscar las cajas para la estantería. Pero... pasamos por la sección de niños y terminamos picando con una alfombra de carreteras y un complemento del juego de trenes de madera que ya tiene pero no tiene el pack del túnel y le va a encantar.
Quinta dificultad, los arrepentimientos. Cariño, me vas a matar, pero es que ahora no me convencen las cajas que hemos cogido para la estantería. Las prefiero blancas. ¿Otra vez blancas? Si, me he dejado convencer cuando las hemos elegido pero ahora creo que no, que mejor las blancas, que contrastan cromáticamente con la estantería y quedaría mejor. Damos la vuelta y las cambiamos.
Sexta dificultad, los paquetes. Tenemos todo apuntado, pasillo 6, sección 14 y pasillo 4, sección 10. Pero... la sección 10 no contiene el paquete esperado. Avisamos a un señor de por allí y nos dice que nos la traen en cinco minutos. Los cinco minutos se convierten en veinte y montamos un picnic entre los pasillos y secciones dispuestos a pasar allí la tarde. Pero lo conseguimos.
Séptima dificultad, la cola para pagar. Elegimos la cola que parecía más corta pero surgen dificultades en el pago de los señores precedentes y se convierte en la cola de los tontos.
Octava dificultad, problemas de daltonismo. Mientras esperamos la cola mi santo viene con unos maceteros de última hora. Negros.¿Te gustan? No, nada. ¿No los tienen en blanco? Qué manía con el blanco! Cariño, es que son horrorosos. A mi.me gustan, son de un azul profundo. Eh... profundo sí, pero tan profundo que es negro. Bueno, venga, pilla si quieres, pero lo pagas tú.
Novena dificultad, el pago de los productos. Inicialmente el plan era una estantería. Finalmente nos llevamos dos estanterías, cuatro cajas, un juego de trenes, una alfombra, unos maceteros horrorosos color negro profundo y unas bombillas. Pagamos sin mirar atrás y sin mirar tampoco la paga extra porque ha sido vista y no vista.
Décima dificultad, el transporte. Aunque habíamos dejado en casa la silla del niño para tener más sitio en el coche al final nos vemos obligados a encajar los paquetes de forma que el único modo posible de sentarse esta estupenda mujer que escribe es de medio lado, encajonada entre los paquetes, la puerta y el asiento del conductor. Sin apenas poder sentarme, sin apenas poder moverme y dando gracias por poder respirar. Ah, y manejando el tom tom para conseguir llegar de vuelta a casa.
Aquí acaba este post, porque las dificultades encontradas a la hora del montaje con un hombre que se niega a seguir las instrucciones que vienen en el paquete e incluso las instrucciones que le proporciona esta estupenda mujer que escribe son tantas que mejor lo dejamos para el siguiente.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.
viernes, 2 de diciembre de 2011
Los peligros de ikea
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Por eso la estantería Expedit que le quiero comprar a Alex para su habitación se la he encargado a una amiga que tiene que ir la semana que viene y no iré yo personalmente porque el último día que fui iba por una cortina de baño que había visto y cuatro tonterías y acabé gastándome 300 euros!!!
ResponderEliminarjajajajaajajajajajaaja.
ResponderEliminaraLoNNe, mi marido, dice que NOOOO pisa más IKEA en el resto de su vida.
Q no has mencionado que, para salir del parking, necesitas 3 cuartos de hora sin exagerar :D
besotes
Pues que suertuda!, Papito en IKEA?? Con los pies por delante!!! Así tenemos la casa!
ResponderEliminarYo soy fan de Ikea!
ResponderEliminarLo del peso visual y el contraste cromático me ha dejado muerta. Pero que lista es mi niña!!
ResponderEliminarLa próxima vez hacemos excursión de la sección femenina, y los hombres que paguen. Voy a sacarle la tarjeta de crédito a Oso...
Besos cielo!
Ja,ja,ja!!! Tu santo no queria ir al ikea, pero al final parece que hasta se lo ha pasado bien... hasta se ha fijado en unas macetas azul profundo!! Si es que es todo un detallista y decorador!!! Casi casi,a la proxima vete con una amiga...
ResponderEliminar¡Jajajaja! Anda que no he hecho yo veces ese circuito por Ikea. A Mr. X también le da por buscar atajos, con lo que acabamos viéndolo todo dos veces...Y por supuesto, la bolsita azul acaba llena de cosas no previstas. Eso sí, la que lo monta todo, todo, todo, soy yo, que él no tiene paciencia para seguir las instrucciones y la lía...Muas!
ResponderEliminarDebo ser la excepcion, no me gusta nada ir a ikea, si tengo que ir alguna vez me cabreo, odio seguir los caminitos y me agobia tanta gente por todas partes.
ResponderEliminarJajaja un amigo mío de la universidad, no sabía que en Ikea había que apuntar los códigos y fue a comprar una mesa y se subio a bajarla. Encima, como dijo que su cocina era pequeña, sólo compró una silla, ¡y vive con la novia! Aquello fue la comedia xDDD
ResponderEliminarNena con lo de las macetas azul profundo me has dejado muerta pero que sepas que no se me pasan las ganas de ir al IKEA sino todo lo contrario :)
ResponderEliminarjijiji me ha encantado el post porque yo creo que nos sucede a todos lo mismo!
ResponderEliminarjajaja, pero de que te quejaras! Yo tengo TODO eso mas ir con dos niños a cuestas que se dedican a tocarlo todo, a jugar con todo, a gritarlo todo, a ... no sigo! ;-)
ResponderEliminarEste post lo podrías haber titulado "Perlitas de mi santo", je je, qué manía tienen los hombres de ir por el atajo, con lo que mola verlo todo. ¿Y montar los muebles sin mirar la chuleta? Eso me suena.
ResponderEliminarJa, ja, ja. Nosotros vamos a ikea de vez en cuando, siempre nos surgen cosillas que comprar y siempre terminamos comprando más de lo que íbamos a buscar.
ResponderEliminarBesitos
Jejeje Ikea no tiene desperdicio. Menos mal que donde vivimos no hay y cuando podemos ir a uno nos encanta hacer el recorrido. Yo soy de las que coge 8.000 tonterías y luego las va descartando por el camino. Eso sí, las pocas veces que he ido siempre he llegado a la caja con una marioneta en cada dedo :)
ResponderEliminarSeguro que todo lo que os llevasteis queda de maravilla! Un beso
PD: Dejé algo para ti en el blog :) http://buceandoenmi.blogspot.com/2011/12/un-premio-muy-floreado.html
jajajaaj Que peligroso es ikea segun se mire oye... A mi tambien me agobia tener que pasar toda la exposicion si quiero comprar solo algo concreto pero parece que esa es la gracia.
ResponderEliminarMe ha encantado lo del azul profundo jeje, tu marido tinee que ser igual de divertido de vosotros. Besitos guapa y cuentanos que tal el montaje ;)
pienso lo mismo que tú,me pienso mucho antes de ir porque tienes que recorrer todo para salir y las colas vaya que sales estresada,
ResponderEliminarsaludos
jjajajajajaja, me parto de la risa! espero impaciente el montaje..
ResponderEliminarikea? uffff, me pone muy nerviosa, vivo desde hace 6 años a ladito de uno y no lo he pisado 1 docena de veces. Va mi señor marido y compra cuando hace falta algo...eso si...siempre se picotea más: de hecho tenemos na lista de cosas que necesitamos hace unos 2 meses y todavia no fue a por ellas....y nosotros si que conocemos bien el atajo, jajjaja
besiños y me quedo esperando...;)
Jajaja! ¡Cuánta razón tienes!
ResponderEliminarYo confieso que odio ir a Ikea. ¡Y la odisea de cargar luego las cajas en el coche! Puff... qué pereza! (pero qué cosas más cucas hay :-))
Por cierto, tienes premio en mi blog.
Bsts
Todo el mundo echa pestes de Ikea pero todos caeis!! están a punto de abrir una en Pucela y no creo q me vean por allí...donde estén las tiendas de muebles de verdad que se quiten esas cosas.
ResponderEliminarAh! y cuidadín con el montaje, no vaya a ser que el peque sea escalador y al subirse a la estantería se la tire encima!!