Pre Navidad

En mi casa ha entrado definitivamente la Navidad, ha entrado con fuerza y a presión, con calzador y con obstinación. Porque me he empeñado en que entrara la Navidad en casa y disfrutarla la mayor cantidad de tiempo posible. Porque a cabezona no me gana nadie.

Porque me gusta toda esa ilusión que transmiten los niños pequeños, con la emoción de abrir cada nuevo regalo del calendario de adviento, con la felicidad de montar el árbol, con la alegría de poner el belén… ya tenemos el pack completo. Para mí es importante que Parrulín lo viva con toda la alegría e ilusión posible, y aunque no sean unas fechas que me agraden demasiado y no sea esta una temporada buena para nosotros, intento sobreponerme a las adversidades. Días antes me mentalicé respirando profundamente “Navidad, ven a mí, espíritu de la Navidad, ven a mí, panderetas, villancicos, venid a mí…” Y como a cabezona no me gana nadie, vino a mí.

Para el calendario de adviento me costó mucho elegir el tipo de calendario que quería, había visto demasiados en internet, y al final cuesta mucho decidirse, al final me decidí por lo que parecía más sencillo aunque fuera menos vistoso. Durante días visité todos los chinos y tiendas de barrio que encontré para conseguir los 25 regalitos que le hicieran ilusión. Dentro de los paquetes podemos encontrar pegatinas, chuches, sellos, cuentos, un pitufo, un silbato, una flauta, cartas de la familia, cartas de cars, globos, cortadores de galletas, plastilina, un papá Noel, una linterna, un tigre, un pompero… Tenía impresos los números para pegarle a cada uno de los paquetes pero al final pensé que me gustaba más en plan calendario libertario, que él mismo eligiera cual quería cada día. Lo hemos puesto en casa de la abuela, porque a ella le hace mucha ilusión ver la cara de Parrulín cada vez que abre un regalo, y es lo primero que hace en cuanto llega a su casa. Así nos quedó el calendario de adviento libertario:

 El mismo día 1, después de abrir el primero de los regalos, fuimos a casa a montar el árbol. Tenemos un árbol mediano, que se llama Fostín por un cuento de un abeto de Navidad que se llama Fostín, obviamente el nuestro también. El primer año toda la decoración del árbol era de color plata, el niño era muy pequeño aún, el segundo año añadimos el color azul y las luces, y este año el elegido para añadir ha sido el color morado. Parrulín sabía perfectamente que lo guardábamos debajo de la cama, me ayudó a desembalarlo, montarlo y decorarlo. En cuanto alguien menciona la palabra Navidad Parrulín corre a contarle que nosotros ya hemos puesto el árbol con todos sus adornos y sus luces. Por supuesto, también se lo cuenta a desconocidos en el metro y en las tiendas. El resultado final ha sido este:

 Mi madre suele poner un belén que aunque parece de cerámica en realidad es de plástico que y no importa que lo coja el niño, cuando era pequeño jugaba con los reyes y los camellos, se perdían a menudo, aparecían después milagrosamente, todos o casi todos. Como consecuencia de aquel año y las bajas producidas a partir del año siguiente el belén de mi madre se convirtió en realidad belén y medio. Porque tiene dos bueyes, dos vírgenes, cinco reyes y cuatro camellos. Si, así es la vida, cada uno coloca lo que tiene. Que hay dos vírgenes, pues montamos un harén, que hay cinco reyes, pues montamos una orgía, que san José no aparece, pues no importa, él se lo pierde. ¿Pero mamá, cómo pones dos vírgenes? No mujer, ¿cómo van a ser dos vírgenes? Esta es la Virgen y esta es una prima que ha venido a ayudarla. Pero se parecen mucho. Bueno, hay primas que se parecen mucho. Ah, bueno, si es así me parece mejor mamá, que lo de dos vírgenes me sonaba un poco sacrílego. No sabía yo que el niño Jesús tuviera tías segundas por parte de madre, pero siempre se aprende algo nuevo. ¿Y por qué pones cinco reyes? Pues… son tres reyes y dos pajes. Ah, ya me queda más claro, que hay uno que se queda sin paje, pobre. ¿Y este por qué no tiene camello? Porque lo da dejado bebiendo agua. Vale, me has convencido mamá, me gusta tu belén! Todavía no lo ha puesto este año, estoy intentando que se anime, dice que aún es pronto, pero que dentro de unos días lo pondrá, a ver cuántos personajes encontramos este año. Aunque sea para que Parrulín y esta estupenda mujer que escribe se callen y dejen de darle la tabarra, lo montará, yo me encargo, y a cabezona no me gana nadie.

El caso es que yo nunca había tenido un belén propio, y conociendo el peligro que supone tener un niño en casa y lo absurdo que me parece estar todo el rato persiguiéndole con la cancioncilla de “Eso no se toca”, un día vi un belén de fieltro en la plaza mayor y me lo llevé sin dudarlo, sin dudarlo a pesar de que costaba bastante para cinco figurillas que son, pero bueno. Lo peor fue que al año siguiente lo encontré igualito en los chinos, me habría ahorrado una pasta. En fin. El año pasado cogí una rama enorme de un árbol que habían podado y me la llevé a casa para hacerle de portal, pero cuanto más se secaba la rama más peligro corrían los personajes de morir sepultados, no fue una buena idea, además cada mes que muevo el sofá para pasar el aspirador aparecen milagrosamente más hojitas de aquel árbol que tan poco tiempo estuvo en casa y tantas hojitas dejó incluso un año y doce aspiradoras después. Total, que ni rama de árbol ni nada, lo mío de este año no es un portal de belén es un belén a secas. Parrulín puede jugar libremente con las figuras, no es extraño encontrar un reye mago subido a una excavadora, y yo, no sufro por los muñecos. Eso sí, la Virgen sabe que no se toca. Tengo una Virgen de mi abuela en la mesilla y Parrulín sabe también que no se toca, y eso que es de madera y no se rompería, pero aunque la religiosidad la perdí no recuerdo muy bien dónde ni cuándo, intento mantener el respeto.

La Virgen, que no se toca. San José, que no tiene claro quién es, porque le he dicho que el papá del niño era Dios pero no parece convencido. Y como no sé explicárselo mejor de momento, pues sí, San José es el papá del niño, putativo, pero padre al fin y al cabo. El reye Melchor, el reye Gaspar y el reye Baltasar, que si el plural es reyes el singular tiene que ser reye, eso dice Parrulín y no le convenzas de lo contrario. Lógico, no? Ala, pues os los presento:

 Como el primero de los regalos del calendario de adviento eran unos cortadores de galletas de Navidad, también ese mismo día hicimos galletas, son así de bonitos y de navideños los resultados:

Así que para tod@s vosotr@s y como felicitación de Navidad os envío un estupendo ramo de flores que me han mandado Silvia de Ser madre toda una aventura y Cocolina de Buceando en mí, dos blogs que no tienen desperdicio y que si no conocéis ya estáis tardando. Gracias chicas! Este es mi premio nº19 y como he llegado a los 80 seguidores, cosa que me parecía increíble, os lo dedico a tod@s vosotr@s. Mil gracias por estar al otro lado! y Feliz Navidad!

Otro día más.

Sean buen@s y felices.