Que no lo diga, que no lo haga, que no se le caiga…

Este es el típico pensamiento que viene con el carnet de madre, que debe ser porque Murphy es chica (según me han informado recientemente) porque nunca sale bien. Tú ingenuamente piensas Que no lo diga, que no lo diga, que no lo diga… y ZAS! La suelta! Que no lo haga, que no lo haga, que no lo haga… y ZAS! Lo hace! Que no se le caiga, que no se le caiga, que no se le caiga… y ZAS! Se le cae todo. Una se cree que por pensarlo por triplicado no va a ocurrir, pero ocurre. Estoy pensando que quizá ocurre precisamente por haberlo pensado por triplicado. Tal vez Murphy en lugar de ser una chica sean tres trillizas.

Ejemplos de esta teoría:

Que no lo diga…

Ayer le tuve que comprar una bola de esas que tienen una sorpresa dentro, de las que no sirven nunca para nada y además tengo que pedir ayuda masculina-peatón de la calle para abrir la puñetera bola que es plástico pero parece titanio. Bueno, pues la sorpresa era una feísima muñeca de pelo rosa. Y yo me pregunto por qué vienen juguetes “de niña” en lugar de unisex. Pero sólo me lo pregunto yo porque Parrulín encantado con su muñeca, la desvestía constantemente “mamá, pónele el vestido”, le movía las manos y las piernas y estaba contentísimo. Mientras esperamos el autobús le pregunto cómo se va a llamar “Pues… Manolita por ejemplo” Ah, pues me parece bien, porque un nombre feísimo y la muñeca también. “Bueno… a mí no me parece feo” Subimos al autobús, se sienta en su silla especial y comienza la típica conversación con señora mayor tipo Ay, que niño tan mono, cómo te llamas. “Me llamo Parrulín X X” Porque por mucho que le diga le cuenta a cualquiera sus dos super apellidos complícadísimos y larguísimos que tiene. “Y tú cómo te llamas?” Y la señora, Me llamo Manolita. Y yo pensando: Que no lo diga, que no lo diga, que no lo diga… y ZAS! Lo dice “Anda, pues es un nombre feísimo” Aggg! Pero continúa “Como mi muñeca, que también se llama Manolita!” con lo que arregló más o menos la conversación y a la señora no le pareció mal.

Me la encontré por la calle y le presenté a una señora que había sido profesora mía del cole “Y tú cómo te llamas?” Y la profe, Me llamo MariSol. Y yo pensando: Que no lo diga, que no lo diga, que no lo diga… ZAS! Lo dice “Anda, como la foca” Aggg! y se pone a cantar a voz en grito “Una linda foca blanca, la llamaban MariSol...”

Que no lo haga…

Si pasamos por una terraza de un bar y ve que alguien tiene unas patatas fritas de tapa le veo las intenciones y pienso: Que no lo haga, que no lo haga, que no lo haga… y ZAS! Se acerca “Me das una patata por favor?” Aggg! Siempre les parece simpático y le dan, pero yo paso una vergüenza horrible, ni que pasara hambre el niño!

Vamos con prisa y acompañados por la calle y vamos esquivando los parques, y le digo a mi hermana, Vamos por la derecha, que a la izquierda hay un “centro recreativo infantil”. Porque si se te ocurre decir la palabra Parque es como un resorte escondido, da igual lo que esté haciendo y que parezca que no presta atención, oir Parque y salta “Siii, sii, vamos al parque, bieeen!” es todo uno. Pues tarde o temprano aparece otro parque no previsto (y no esquivable) y le entretienes con cualquier cosa para que no se fije mientras piensas: Que no lo haga, que no lo haga, que no lo haga… y ZAS! Se fija “Siii, sii, vamos al parque, bieeen!” Aggg!

Que no se le caiga…

Esto pasa también, ocurre especialmente cuando vas de boda o de comunión, si va vestido impecable y no has llevado babero. Entonces te puedes hartar a pensar Que no se le caiga, que no se le caiga, que no se le caiga… y ZAS! Se le cae todo. Pero amigas, si se te ha ocurrido llevar babero éste quedará impoluto y la comida consigue, mediante un imposible vuelo parabólico manchar la única porción de camisa que no tapaba el babero.

Si lleva un plato de palomitas o de patatas de la cocina al salón o si se empeña en comer solito un yogur. Piensas: Que no se le caiga, que no se le caiga, que no se le caiga… y ZAS! Se le cae todo. Todo el pasillo lleno de patatas fritas, el salón de palomitas y el sofá de yogur. Nota: Esto en realidad puede suceder de uno en uno o todo el mismo día, pero es mucho más frecuente que ocurra todo el mismo día.

Las trillizas de Murphy:

La terraza del bar tiene un plan B, cuando me ha pedido unas patatas, o unas chuches, o un juguete, o un cuento, o subir a un caballito o una “bola de esas que tienen una sorpresa dentro, de las que no sirven nunca para nada y además tengo que pedir ayuda masculina-peatón de la calle para abrir la puñetera bola que es plástico pero parece titanio” o lo que sea y le he explicado que no mil veces y al final le he dicho que no tengo dinero. Entonces hemos pasado por la terraza de un bar, ha visto a alguien que tiene unas patatas fritas de tapa, le veo las intenciones y pienso: Que no lo haga, que no lo haga, que no lo haga… y ZAS! Se acerca “Me das una patata por favor?” y me imagino lo que va a pasar a continuación y pienso: Que no lo diga, que no lo diga, que no lo diga… y ZAS! Lo dice “Es que mamá no tiene dinero” Aggg! Y le dan un montón de patatas que se lleva en las manos y pienso: Que no se le caiga, que no se le caiga, que no se le caiga… y ZAS! Se le cae todo Aggg!

Mañana más.

Sean buen@s y felices!