Sobre polillas-rinocerontes y KH7

Después de unos días libres en el que mi propósito era descansar un poco, sin haberlo conseguido, retomo la actividad sin apenas neuronas, por lo que voy a relatar una experiencia pasada con una polilla enooorme y un KH7, que me ha recordado el otro día mi querida Drew.

Estoy ordenando algo cuando oigo un grito que proviene del salón “Mamaaaaaaaa…” Antes yo salía corriendo ante estos gritos imaginándome que la casa estaba ardiendo o que había sucedido algún desastre importante. Ahora me lo tomo con más calma, segura de dos cosas 1. Si es capaz de gritar como un energúmeno, es que está bien, y 2. Si de verdad quiere algo, me buscará, vivo en 50 m2, no es tan difícil.

Contesto equilibrando la balanza “Voooooy…” Los vecinos deben de estar hartos de mi familia, el caso es que no me miran mal en el ascensor, aunque ya llegará. Efectivamente, se cumplen las opciones 1 y 2. Rápidamente aparece Parrulín en la habitación. “Creo que hay un bicho en el salón y me da miedo” Vamos juntos al salón mientras pienso ¿Creo? ¿Cómo que creo? ¿Bicho? ¿Qué clase de bicho? Conste que pienso muy rápido para tener una casa tan pequeña.

Llego al salón, efectivamente hay un bicho, un bicho que es una enooorme polilla negrísima, asquerosa, que no para de volar y hacer un ruido horrible, es la madre de todas las polillas! Me recuerda el anuncio ese de la mezcla entre abeja y conejo, pues esto era una mezcla entre polilla y rinoceronte. Parrulín enganchado a mis piernas, muerto de miedo. Yo sin piernas a las que engancharme, muerta de miedo también. En fin, el único hombre de la casa tiene tres años, tendré que hacerme cargo de la situación. Pienso que si estuviera mi santo mi reacción sería la misma “Cariñooooo…” y la cara de los vecinos en el ascensor sería la misma también, total un grito de más o de menos.

Mira Parrulín, mamá va a intentar echar al bicho por la ventana, métete en la habitación y cierra la puerta, que ahora voy. Mi primera opción es echarla por la ventana o por la puerta de la terraza. Mi primera arma es un papel de periódico doblado. Descalza, en pijama, y bien armada, la blando cual espada mosquetera con la intención de asustar a la polilla-rinoceronte. La polilla-rinoceronte ni se inmuta, pero cada vez que se me acerca a menos de medio metro huyo despavorida y retrocedo mi posición. La polilla-rinoceronte va ganando.

Voy a buscar un arma más mortífera. Por ejemplo, un flush matamoscas, de esos que hay en todas las casas. Vaya, pues en la mía no. Juraría que había uno, o que lo hubo en otra época. Se acabaría, pero es raro que no esté, ya que se suelen amontonar los botes vacíos, pero no, no hay ni el bote vacío siquiera. La polilla-rinoceronte va ganando.

Busco desesperadamente otro arma y lo más parecido a un flush matamoscas que veo es un KH7, me vale, no sé si como arma mortífera o como arma a distancia al menos. Pienso que si consigo acertarle el agua con jabón le mojará las alas y dejará de volar. Vale, no sé si es muy mortífera contra las polillas-rinocerontes, pero ¿quién no ha visto una mariposa con las alas mojadas y que no puede volar? Menos es nada.

Compruebo que Parrulín está bien. Pobre, escondido entre la cama y la cuna, se ha llevado un susto enorme cuando he abierto la puerta, creyó que la abría la polilla-rinoceronte. Ja, ja. Y vuelvo al ataque, descalza, en pijama, en una mano el periódico y en la otra el KH7.

Disparo cual vaquera del oeste, le doy de pleno, ole! Me siento como las de la peli Bandidas. No sirve de nada, sigue volando igual y además la he cabreado. La polilla-rinoceronte va ganando.

Salgo huyendo y me protejo detrás de la puerta, sigo disparando cual posesa el KH7, tal vez aún no están bien mojadas sus alas. Porque ni se me pasa por la cabeza que no funcione mi táctica y además no tengo ninguna otra arma disponible. La polilla-rinoceronte se posa en las cortinas. Reuniendo todo mi coraje salgo del escondite para acertarle de pleno en mi próximo disparo mortífero.

Apunto bien y toma disparo de KH7, en toda la espalda! La polilla-rinoceronte sale volando. La vaquera valiente sale corriendo, se resbala con el KH7 que tiene casi inundado todo el suelo del salón, toma guarrazo, vaya leche! El miedo al ataque de la polilla-rinoceronte hace que me levante deprisísima, pensando Aquí no ha pasado ná!

Parapetada tras la puerta evalúo mis daños, pa’vernos matao! Me esperan unos cuantos moratones, nada más, aunque estoy un poco coja. La polilla-rinoceronte va ganando. La pierdo de vista, pero la oigo. ¿Dónde se habrá metido? Te encontraré aunque sea lo último que haga en esta vida, maldita polilla-rinoceronte!

Está en el suelo boca arriba, girando y haciendo un ruido infernal. Sé que es el momento de darle y rematarla. Ay, por Dios, qué grima! Esta vaquera del oeste es incapaz de darle un pisotón ni aunque estuviera calzada, que lo estoy, porque con un guarrazo en el suelo como el que me he dado y con el suelo empapado de KH7 no quiero repetir la experiencia.

Le disparo otra vez. Toma KH7! En toda la barriga! Acerté de pleno, aunque era fácil esta vez. Toma otro! No se muere, sólo gira y gira, no puede volar, su fin está cerca. Cojo una taza vieja en la cocina. Valientemente me acerco a ella y zas! Se le pongo boca abajo! Qué valiente soy! Bicho controlado! Porque no será capaz de levantar la taza, imagino ¿o si? No, mujer, ni de coña.

Mientras, trato de recomponerme, de normalizar mi respiración, de recoger mis pelos de loca y pringados de KH7. Mmmm… ¿podría dejar así la taza boca abajo hasta que llegue mi santo esposo? Podría, aunque no debería. Valientemente la arrastro por el asa, que no se escape la polilla-rinoceronte, consiguiendo llegar hasta la cocina. Ahí la dejo.

Vuelvo a comprobar al niño. Sigue escondido entre la cama y la cuna. Ya está Parrulín, ya se ha ido el bicho, no te preocupes, ven. “¿Por qué tienes el pelo mojado?” Pues… no sé, se me mojó. “¿Y por qué está el suelo mojado del salón?” Ahora lo limpiamos, tranquilo. “¿Por qué está mojada la mesa?” Mmmm… pues la limpiamos también.

“Mamá, no me gustan nada los bichos” No te preocupes mi amor, si no hacen nada. (Si tú supieras…)

Al llegar mi esposo se descojona con la historia, se dirige a la cocina y levanta la taza, la polilla-rinoceronte está muerta. He ganado yo! Al fin! Y tiene la osadía de decirme Pues si no era tan grande! Si claro, ahora que está muerta, no te fastidia! Habrá encogido, porque antes era enorme! Y va y deja la taza en el fregadero! ¿Estás loco? A la basura esa taza! Pero mujer, que se lava y ya está! Quita, quita, que no quiero volver a verla en mi vida, que siempre recordaré la polilla-rinoceronte encerrada dentro.

Tras la inundación de KH7 y posterior limpieza del mismo, se quedó el salón más limpio del mundo! No hay mal que por bien no venga.

Otro día más.

Sean buen@s y felices!