Ultimo día

Por fin ha legado el tan temido y al mismo tiempo ansiado último día de guardería. Con la de lágrimas que solté para escribir la Carta de despedida a su profesora de la guarde.

Pues bien, ya han pasado dos meses desde entonces. Nos despedimos de su querida profesora pensando que no la íbamos a volver a ver, se quedaba el mes de julio con otra profesora y el mes de agosto nos íbamos a la playa. A principios de julio tuvimos que ingresar a mi madre, estuvo casi un mes en el hospital. Nos hemos quedado sin vacaciones. Parrulín se ha quedado todo el mes de agosto en la guardería, se ha vuelto a encontrar con su querida profesora y ha continuado durante el mes de septiembre hasta el inicio del cole de mayores.

Ayer cuando le recogí me encontré con la enorme alegría de ver a su primera profesora, la que tuvo cuando entró, con apenas un año. Ha vuelto al centro y me ha hecho mucha ilusión verla. Parrulín todavía se acordaba ella, y ella de él. Me ha dicho lo mayor que estaba y la ilusión que le había hecho verle. Que le recuerda con especial cariño porque era el único niño de la clase con el que podía hablar! Los demás balbuceaban en esa época, y Parrulín ya era un loro, se le veía venir.

Y hoy, es el último día de guardería. Y no tengo más que palabras de agradecimiento para todas las chicas del centro, desde las profesoras que ha tenido, la directora, las limpiadoras, todas un verdadero encanto.

Afrontamos con ilusión esta nueva etapa. Hemos comprado ya el uniforme, se lo hemos probado, y la abuela y yo hemos llorado de emoción al verle tan mayor, con su baby del cole de mayores. Hemos comprado los libros, tres, que ya deben de ser buenos porque han costado casi 120€!

Papá ha tenido una entrevista con la profe del cole de mayores, yo no he podido ir porque su estupendo horario era de 10:30 a 13:00, imposible, y se ha llevado una grata impresión. Muy jovencita y con muchas ganas de trabajar. En resumen, mucha teoría y poca práctica, ja, ja, pero también mucha ilusión y energía, que es lo importante. Llevamos días hablando al niño de lo bien que se lo va a pasar en el cole de mayores, de la de amigos que va a tener, de lo estupenda que es su nueva profe. Le hemos dicho como se llama y hablado de ella como si la conociéramos de toda la vida.

Durante el último mes le he enseñado varias veces el cole de mayores. Al pasar por delante de la puerta entraba una furgoneta de obras y un señor muy amable nos dejó pasar al patio, pese a estar cerrado. Parrulín miraba asombrado las canastas. ¿Te gusta el cole de mayores? “Bueno, no, no mucho, es que… no voy a saber jugar al baloncesto” Ja, ja, no te preocupes, mi rey, que estas son para los mayores, nosotros podemos seguir jugando como ahora, a encestar en la cuna. “Bueno, entonces si me gusta”

Desde entonces, cuando pasamos por delante me pide que le suba en brazos para poder mirar por encima del muro. Parece que tiene ganas de ir. No hay adaptación ni nada, desde el lunes estará allí de 9 a 5. Espero que vaya todo bien.

En este par de meses mi vida ha cambiado tanto que me sorprende no sentir pena por el último día de guarde, o bien siento tanta pena por tantas cosas que no lo puedo focalizar en una sola. Me da pena verle con el uniforme del cole de mayores. Mi hijo es un hombre!

En medio de un verano tan duro ha sido un respiro saber que Parrulín seguía en la guarde, que estaba cuidado, que estaba contento y que estaba viviendo sus días con normalidad. Mientras el mundo se desmoronaba a mi alrededor saber que él estaba a salvo ha sido un verdadero alivio.

No me apena dejar la guardería, haremos una visita en navidad para desearlas un feliz año. Puede, y solo puede, que se quede allí los días sin cole. Puede, y solo puede, que mi hermana deje allí a mi sobrinito del alma y yo lo vaya a recoger, aunque aún faltan meses para ello.

Hoy nos despedimos de la guarde, o más bien, no me despido, sólo digo hasta luego, volveremos a vernos. Ha sido una inmensa suerte conocerla. No podía haberle dejado en mejores manos. Cuando llego a buscarle le encuentro siempre con una sonrisa y a su profesora también. No pido más.

Hoy les diremos gracias y que las llevamos en el corazón. Hoy diremos adiós procurando poner una sonrisa. Hoy… se me han acabado las lágrimas, o más probablemente las guardo para otro momento en el que seguro las necesitaré más.

Otro día más.

Sean buen@s y felices!