Margaux entre copines |
La maternidad es algo fantástico, una etapa fundamental de
la vida que debemos disfrutarla al máximo y exprimirle todo el jugo posible,
reír, jugar, disfrutar y amar cada día a nuestros hijos con toda nuestra alma. Pero
también es cierto que el exceso de obligaciones puede llegar a agobiarnos en
ocasiones, a no disponer de un minuto para nosotras mismas ni para la pareja.
Sin apenas darnos cuenta llega el día en el que las raíces
de tu pelo no tienen nada que envidiar a las de un gran árbol del botánico, los
pelos de tus piernas te hacen parecer el yeti, las ojeras se han instalado de
forma permanente, y tu marido… tu marido es un compañero de piso al que apenas
ves, con el que hablas cinco minutos para recordarle que mañana el niño tiene
judo, la niña tiene que devolver el libro de la biblioteca y poco más.
Y recuerdas cuánto te gustaba alisarte el pelo con el
secador, las piernas siempre suaves y depiladas, la raya en el ojo y un poquito
de rímel, y ese hombre del que te enamoraste por su conversación, aquellas
noches de largos abrazos hasta caer rendidos, los dos solos en la cama.
Este fin de semana he tenido el placer de salir a cenar con
dos amigas blogueras, Yaiza y Nereida, y ha sido fantástico. Hemos ido a un
gallego, no podía ser de otra forma, y hemos hablado sin parar. A ninguna de
las tres nos callan ni debajo del agua, y hemos cascado como si no hubiera un
mañana. Compartimos risas y confidencias durante horas.
Ellas venían a un evento blogger de este fin de semana y han
tenido la amabilidad de quedar además conmigo. Lo han pasado fenomenal en el
evento, volvían a su casa cansadas pero con las pilas cargadas, llenas de
regalos y experiencias nuevas, la verdad es que me han dado cierta envidia sana.
También estuve con ellas en la estación antes de coger el ave. El estar un par
de horas más con Yaiza el domingo, rajando sin parar y sin niños, ha sido un
placer que tampoco esperaba, así como conocer por casualidad a dos papás
blogger que me han caído estupendamente.
Y es que todas necesitamos un tiempo para ser mejores
madres, es volver a casa deseando abrazar a tus hijos, con la mente despejada y
el corazón contento, es la novedad de echarlos de menos. Es fundamental tener
tiempo para nosotras, en mi caso es tan fundamental como inusual. También es importante
disfrutar a solas de tu pareja, esto vamos a tener que esperar un poco más
porque no tenemos con quién dejarlos para irnos un fin de semana juntos, que
tanta falta nos haría. Es fundamental, pero imposible de momento. Tendremos que
encontrar otra forma para cuidarnos mutuamente.
Diez minutos a solas para alisarme el pelo alguna noche,
veinte minutos a solas para dejarme las piernas decentes algún fin de semana,
cinco minutos a solas para pintarme alguna mañana… No es mucho lo que pido,
sólo algo de tiempo para mí, de desconexión de obligaciones maternales. Y
muchas veces no es la falta de tiempo, sino de ganas, si tengo diez minutos
libres me siento en el sofá a no hacer nada, por puro agotamiento, en lugar de
dedicármelos a mí misma.
Salir alguna vez con mis amigas, recuperar las amistades
perdidas, crear una nueva comunidad de vínculos afectivos, tener mi propia
tribu. Cuidarme en aquellas rutinas también perdidas con las que tanto disfrutaba.
Dedicarnos un poco de tiempo para nosotras mismas es fundamental, no es egoísmo
ni nos resta puntos en la carrera de la maternidad, que parece a veces una
lucha autoimpuesta por ser la mejor madre. La verdad es que dedicarnos tiempo
para nosotras nos hace ser mejores madres, es coger las obligaciones con más
ganas, es dedicarles tiempo de más calidad y dejar de sobrevivir al día a día para
vivir el día a día.
Ser madre no significa tener que renunciar a la vida que
llevábamos antes, asumir todos sus sueños como nuestros y aparcar los proyectos
de vida hasta cuando dispongamos de más tiempo, no es dejar pasar la vida
propia mientras cuidamos de la ajena. Entregarse a los hijos no implica desprenderse
de todo lo demás. Porque su infancia pasa mientras la disfrutamos pero si
miramos atrás sería una lástima haber dejado pasar también la treintena sin
haber disfrutado de nosotras mismas.
Lo anotaré en la lista de des-propósitos de este año, la creación de vínculos y dejar de sobrevivir para vivir, ya
puedo ir borrando los que no he cumplido y actualizando los que van por buen
camino, pero a estos hay que hacerles un hueco. Aunque sea 1 de febrero…
Mamá de Parrulín y de Xoubiña,
Sean buen@s y felices.
Otro día más.