Hace tres años, exactamente hoy, nació mi sobrino. Parece
mentira que hayan pasado ya tres años. Cómo pasa el tiempo! Esta es la típica
frase que demuestra que me estoy haciendo mayor, la decía mucho mi abuela.
Sabía que le iban a provocar el parto durante la mañana, yo
tenía que currar, en el hospital estaba mi hermana, acompañada de su marido y
de mi madre. Llamé al salir del trabajo. ¿Cómo va eso? 8 cm! Corre! Salí
pitando, muy, muy emocionada de conocer a mi sobrino. Al llegar nos dijeron que
aún quedaba, que bajara a comer algo con mi madre. Nos fuimos a la cafetería y
después del primer plato llama mi cuñado. Que ya! Que bajáis al paritorio? No,
que ya ha nacido! Ostrás, qué rapidez! Justo al marcharnos mi madre y yo la
habían bajado al paritorio y allí, entre empujones y Kristeller HICIERON NACER a
mi sobrino.
Tardaba en subir a la habitación y tuve que ir a buscar a
Parrulín a la guarde y volver a la clínica. Tenía preparado un juguete que se
supone que le regalaba su primo al nacer, unas excavadoras, su obsesión de aquella
época. Al llegar con Parrulín a la clínica, justo en la puerta de la habitación
de mi hermana, estaba la enfermera que traía al bebé. Puedo presumir de haber
sido la primera en verle! Estaba allí, tan chiquitín, tan envuelto, con esa
carita de duende… Y es que tuvo algunos problemas al nacer y lo separaron unas
horas de su madre.
Era chiquitito, chiquitito y se dormía agotado
constantemente. Al día siguiente tenía una pierniña como con un moratón
tremendo y se lo llevaron a hacerle una radiografía por si acaso se había roto
una pierna al nacer. Por si acaso LE HABÍAN ROTO una pierna al nacer. Vino una
enfermera con el niño y nos dijo que la radiografía había salido bien, pero que
le habían hecho un análisis de sangre y tenía una infección. Se lo acercó a mi
hermana y le dijo -Dale un besito que nos lo llevamos. Mi hermana le dio un
beso y se lo llevaron, sí, creíamos que se lo llevaban a hacerle alguna otra
prueba, pero fue a neonatos, y estuvo allí nada más y nada menos que 22 días.
Había cogido una infección en el canal de parto que le había afectado al cerebro.
Mi sobrinillo con una infección cerebral en neonatos y mi
madre tan, tan cansada, que estaba agotada sólo de ir un ratito a la clínica.
Fue entonces cuando la convencimos para hacerse ella un análisis, con el
resultado la mandaron directamente a urgencias y estuvo un mes ingresada. Mi
madre en una punta de Madrid, mi sobrino en la otra. Mi hermana repartiéndose
entre las escasas visitas que permitían en neonatos y el otro hospital. Yo
cuidando a mi madre y escapándome las pocas veces que podía para ver a mi
sobrino a la clínica.
Qué época más terrible! A veces miro atrás y me parece
increíble todo lo que hemos vivido, todo lo que hemos luchado, a todo a lo que
nos hemos tenido que enfrentar. No sé qué fue más terrible, si tener a mi padre
en coma en Galicia y a mi madre operándola de un presunto cáncer en Madrid a la
vez, la gravedad e incertidumbre acerca de la salud de mi sobrino y de mi madre
a la vez en esta segunda ocasión o el largo ingreso y camino final de mi madre,
esperado, pero doloroso. Mi sobrino ganó la batalla después de casi un mes. En
cambio mi madre la perdió después de año y medio de lucha.
El cumpleaños de mi sobrino es un momento agridulce, el
recuerdo de su nacimiento está empañado por aquella infección y porque coincidió
con el inicio de la enfermedad de mi madre. Y han pasado ya tres años. Cómo
pasa el tiempo! Si, y qué mayor me estoy haciendo que no dejo de repetir esta
frase. Y los niños nos obligan a continuar con la vida, a seguir adelante. Mis
hijos y mi sobrino son lo más preciado de la familia.
Me encanta ver a mi sobrino, que además es mi ahijado, con
esa cara de pillo que tiene. Con lo que pasó de recién nacido yo creía que era
casi imposible que se quedara sin ningún tipo de secuela. Pero está sano, está
contento y es feliz. Sigue siendo chiquitito y con una preciosa sonrisa de
duendecillo travieso. Mañana tendremos su fiesta de cumpleaños, mañana
volveremos a ver a los primos jugando juntos. Me gusta mucho verlos jugar
juntos, entre risas y peleas, oirles gritando "Pimoooooo!” “Pimaaaaaa!”
Qué mayores están todos! Cómo pasa el tiempo!
Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.