viernes, 30 de septiembre de 2016

Educar a los hijos es mucho más que hacer deberes



Empieza un curso nuevo e inevitablemente también se reanuda el viejo debate acerca de los deberes, deberes sí o deberes no. En el colegio de mis hijos sí hay deberes. A partir de primaria tienen deberes todos los días, un día una hoja de lengua y otro día una hoja de mates. La verdad es que a Parrulín no le cuesta más de 10-15 minutos, son muy, muy fáciles, aunque no sé cuánto le lleva a otros niños que no tienen su capacidad. Puede que luego se compliquen pero sólo está en tercero de primaria, bueno, y en cuarto a la vez. (Qué raro es esto, no me acostumbro! Qué curso hace tu hijo? Eh… tercuarto?)

En mi colegio había deberes, no recuerdo desde cuándo, pero sí recuerdo que eran mucho más variados que los de mi hijo, unos días tenía deberes de una cosa y otros días de otra, o de varias, o de ninguna. Tampoco lo recuerdo como algo traumático. Teníamos una profesora o una monja de cada asignatura, ahora tienen la misma profesora para casi todo y se controla mejor la cantidad de deberes. Lo que sí recuerdo traumático eran los castigos que se estilaban en mi época. Escribir en casa “No debo hablar en clase” 200 veces! Unos deberes rancios y poco educativos al más puro estilo Bart Simpson.

Yo trabajo de 8 a 4, mis hijos están en el colegio de 9 a 5. Ellos tienen más tiempo de recreo y de comida que yo, pero son las mismas horas. Lo normal es que yo no me lleve trabajo a casa salvo contadísimas excepciones, considero que el colegio debería de ser exactamente igual. Si no fuera capaz de hacer mi trabajo en mis horas algo estaría fallando, en planificación o en gestión del tiempo. Si no les da tiempo a hacer las tareas de clase, me parece bien que lo hagan en casa. Si necesitan refuerzo en alguna materia en la que vayan un poco flojos, me parece bien que lo hagan en casa. Pero hasta ahí.

Nos dieron a elegir a los padres en una encuesta, entre otras preguntas, si queríamos deberes, desconozco el resultado de dicha encuesta y si era vinculante. Una de las preguntas era acerca del horario escolar en Bachillerato y sí lo modificaron. También preguntaron si sustituir el día del padre y el día de la madre por el día de la familia, que no han cambiado, y otras cosas más que no recuerdo. Me parece genial que decisiones como estas las tomen los padres de forma democrática. Minipunto para el cole al menos por preguntar! (Sabéis lo que no preguntaron pero yo sí cambiaría? El día de San Isidro lo haría el día internacional, tantos niños de otras comunidades y otras nacionalidades y qué enriquecedor sería que pudieran explicar características de su país! El gallego bailando una muñeira, el vasco el aurresku, el brasileño la samba, el argentino un tango… que aprendieran a comer empanada, tacos, cebiches, ratatouille… y no ponerles a todos el mismo disfraz barato y espantoso comprado en el chino!)

Como quiero pensar que la encuesta era vinculante, supongo que salió deberes sí. Tampoco entiendo las familias que defienden los deberes a capa y espada. Hay millones de cosas divertidas para hacer con los niños y millones de cosas que enseñarles, si les faltan ideas no tienen más que ver el nuevo anuncio de Ikea. Minipunto también para el anuncio de Ikea! Si quieres deberes en el sentido estricto, pónselos tú! Hay infinidad de páginas con recursos educativos de todo tipo, del tipo cuadernillo de Anaya o del tipo lúdico-matemático. Tampoco entiendo los deberes del tipo: Leer 15 minutos. Si fuera simplemente leer… pero leer 15 minutos! Te dejas el cuento a la mitad? No lo entiendo.

Es por inculcarles el hábito, dicen los defensores de los deberes. El hábito se hace cuando haya que hacerlo, no veo necesario entrenar el hábito. No tuve el hábito de limpiar cada noche el aparato o las lentillas hasta que no tuve, como no tuve el hábito de pasarme toda la noche dibujando hasta que no entré en la carrera o como no tuve el hábito de comprobar si mis hijos respiraban cada noche hasta que no los tuve!

El otro día estuve hablando con una madre del cole, su hijo es de altas capacidades aunque no tiene el mismo perfil que Parrulín, no es un niño escolarmente brillante, que también hay de todo en las altas capacidades! Hablábamos precisamente de los deberes. “Yo he decidido que mi hijo no hace deberes, el año pasado ya no hizo y este año acabo de comunicárselo a su tutor y tampoco ha habido ningún problema.” Andá! No sabía que se pudiera hacer eso! Pero… por qué no?

La educación que yo he recibido en mi colegio de monjas y la que he recibido en casa era que no se cuestionaba de lo que dijeran en el colegio, salvo que nos dijeran barbaridades como que si copiábamos en un examen y moríamos esa noche iríamos al infierno porque estábamos en pecado mortal. (Sí, en aquella época nos decían esas cosas, que en casa nos desmentían. Increíblemente tampoco lo recuerdo como algo traumático.) Esta herencia hace que, aunque ahora esté en el otro lado, sigo manteniendo un respeto y cierto temor a las profesoras. En la vida se me ocurriría decir que mi hijo no va a hacer deberes. Pero… por qué no? Una vez sí lo hice, fuimos a despedir a un amigo de la familia, a darle el último adiós. Me parecía mucho más importante que hacer tres sumas, escribí una nota a su profe y no pasó nada. Recuerdo cómo envidiaba a una amiga mía porque su madre le hacía un justificante para que no hiciera los castigos de escribir 200 veces. La mía se sentaba conmigo a escribirlo, me animaba y me traía chocolate para hacerlo más llevadero. (Y tengo un surrealista recuerdo de pequeña con mi padre ayudándome a colorear a San Pedro, pero me parece tan rarísimo este recuerdo que no sé si es real, debo de haberlo soñado.)

Cuando estaba en BUP tenía una profesora de matemáticas que nos ponía deberes voluntarios y casi todas los hacíamos! Obligatorios 3/5 como mucho y una hoja con 100 integrales y 100 derivadas extra para el que quiera hacerlas durante la semana. Me lo pasaba fenomenal! Sí, supongo que acabo de echar por tierra mi imagen y me hace parecer una empollona o una friki con gafas. No sé si lo era, y tampoco sería malo, pero realmente disfrutaba muchísimo haciendo integrales y derivadas, me parecía súper divertido, era como un pasatiempo, me picaba hasta hallar la solución. Derivadas, integrales, matrices, límites… me encantaba hacerlos mientras veía a un jovencísimo Jesús Vázquez en Hablando se entiende la basca! Ains! Lo que ha llovido desde entonces!

¿Deberes sí o deberes no? Yo elijo deberes de forma voluntaria y cada uno que haga lo que quiera. Lo que necesitamos no es meternos en discusiones, ni convencer a nadie, ni recopilar firmas, ni llevarlo al parlamento. Lo que realmente necesitamos es que se nos reconozca la capacidad de decidir si queremos hacerlos o no. Decidir cómo queremos pasar las tardes en familia, que se comprenda que educar a los hijos es mucho más que hacer deberes.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Sean buen@s y felices.

Otro día más.

martes, 27 de septiembre de 2016

Todo va a salir bien, mi pequeño Ferrari, yo confío en tí

Hemos comenzado un nuevo curso escolar, los niños estaban emocionados de volver a ver a sus amigos, por su parte todo ha ido bien, y se han acostumbrado rápidamente a las rutinas y horarios. Este comienzo ha sido complicado para nosotros como padres, complicado por una gran decisión que nos hemos visto obligados a tomar.

El primer día siempre les acompaño en el comienzo de su curso escolar, habitualmente los lleva su padre, pero el primer día me hace ilusión estar con ellos. Acompañamos a Xoubiña a su nueva clase de cuatro años y nos presentamos a su profe, una chica pelirroja que parece muy simpática, la primera impresión ha sido buena, aunque igual es por las pecas que siempre me hacen mucha gracia. Xoubiña se queda allí, jugando a su aire y tan feliz como siempre.

Acompañamos a Parrulín a su clase de tercero de primaria, pero no llegamos a conocer a su nueva profesora. Con premeditación y alevosía nos para en el pasillo el equipo de orientación para hablar con nosotros, nos mete en la biblioteca y nos propone que haga lengua y mates con los de cuarto y que en septiembre del año que viene comience quinto completo, de forma que este año sea como una especie de curso puente y una adaptación gradual con los niños del año siguiente.

La primera reacción es de sorpresa, nos lo han propuesto varias veces, pero nunca han llegado a materializarlo, siempre excusándose con que no era posible que coincidieran las clases, que tenían que haberlo solicitado hace meses y excusas varias. ¿Nos orientáis para poder tomar esa decisión? Bueno… tiene su lado bueno y su lado malo, vosotros decidís, cuando queráis nos llamáis y lo hacemos, es inmediato. Ya está aprobado con un niño más pequeño, que irá precisamente a clase del vuestro a lengua y a mates, y el vuestro iría a cuarto. Eh… uf! déjanos pensarlo.

Salimos abrumados del colegio. Me voy a trabajar con la cabeza trabajando a toda velocidad, un nudo en la garganta, un peso en el corazón, retortijones de barriga y algún que otro síntoma más. La no orientación ha sido una constante en este colegio. Necesitamos herramientas para poder tomar esta decisión, herramientas que no tenemos. Y si lo llevamos a un psicólogo que nos aconseje acerca de su madurez? Que decida el psicólogo! No podemos dejar esta decisión en manos de otros, ojalá, pero es NUESTRA responsabilidad como padres, aunque no estaría de más tener una orientación para tomar esa importante decisión.

Estoy muy agobiada, todas las decisiones en la vida tienen sus pros y sus contras, y sopesarlas no es nada fácil. Y saber que va a afectar radicalmente a la vida de mi hijo, para bien o para mal, me angustia muchísimo. Cuando me encuentro tan agobiada me entra la vena melodramática, caigo en picado, entro en un bucle de preocupación y pena, que necesitaría el consejo de una madre que ya no tengo. Y la echo tantísimo de menos que sólo quiero llorar. Desearía su consejo, desearía hablar con ella, pero sobre todo desearía un abrazo y que me dijera que todo va a salir bien porque… porque yo la creería!

Casualidad, o el destino, ese día me encuentro con una profesora de mi colegio a la que tengo mucho aprecio, y nos saludamos muy cariñosamente. Mi madre era muy amiga de su hermana, también profesora del colegio y decido llamarla. Esta profesora me recomienda que lo haga, su hermana que se encuentra en su casa cuando llamo, también recomienda que lo haga, llamo a otra profesora más que es prima de mi madre, también recomienda que lo haga. Tres de tres. Me dicen que tercero y cuarto son muy parecidos, que es muy buen momento para hacerlo, que siempre es positivo para estos niños… Por último, llamo a Fátima, de Arca, que también recomienda que lo haga, los demás me aconsejan como profesoras, Fátima me aconseja como experta en altas capacidades, le conoce bien desde hace varios años, ha convivido con él en los cursos de enriquecimiento. Todas me han animado, Parrulín es un niño extrovertido que hace amigos con facilidad, en caso contrario puede que me lo planteaba de otra manera. Además que este curso un niño suba a su clase en lengua y mates al mismo tiempo que él se va a cuarto es positivo para todos, que lo vean de forma natural en su clase, unos vienen y otros van. También he dado mucha tabarra a algun@s amig@s, sopesando pros y contras, viendo otros puntos de vista... Esta ha sido nuestra orientación, a base de amigas de mi madre y tirando de agenda. No parece muy profesional, esta orientación es la que tenían que haberme dado en el colegio, pero todas estas personas que me han ayudado son personas en las que confío. Por supuesto, hemos contado también con su opinión. Parrulín, nos proponen hacer esto ¿qué opinas? Bueno, vale! Ha sido su contestación, alegre y despreocupada, sin profundizar en el asunto ni darle mayor importancia. Quizá sea así como debería tomármelo yo, y dejar de darle tantas vueltas a la cabeza. ¿Y si deja de ser el niño alegre y feliz que es ahora? ¿Y si es mucha presión para él? ¿Y si no se adapta? ¿Y si los mayores no le reciben bien? ¿Y si algún día nos echa en cara el haber tomado esta decisión? ¿Y si estamos cometiendo un gran error?

Tomada la decisión, la aprobación ha sido un camino complicado con más idas y vueltas de lo necesario, ha tardado algunos días pero ya está hecho. Hoy tenemos la aprobación definitiva, hoy mi pequeño Ferrari irá por primera vez a cuarto en clase de lengua y mates. Mi pequeño Ferrari… Este nuevo curso me llena de miedo, de agobio y de preocupación. Tengo una presión en el pecho que no consigo deshacerme de ella. Y ya no hay marcha atrás. Hoy ha empezado su flexibilización. Y si lo pienso fríamente, en tercero comienzan a dividir, él divide hace tres años, en lengua leerán El lobo lupas 4 en lugar de El lobo lupas 3, cuando él se está leyendo El señor de los anillos! Realmente es tan importante?

Cuando comencé el año pasado el curso de inteligencia emocional el coach me dijo “cuando mires a tu hijo, cuando le abraces, o cuando decidas escucharle para que pueda aligerar su carga, no olvides una cosa… lo más potente que puedes hacer por él es CONFIAR PLENAMENTE en que tiene recursos suficientes para poder superar cualquier situación, si no es ahora, aprenderá y lo hará más tarde, no lo dudes… para ello confía en ti como madre, aunque a veces no creas ser la madre que te gustaría (¿quién lo es?... ), aunque te falten respuestas, aunque te bloquees en ocasiones… recuerda que lo que más alimenta a tu hijo es tu amor, tu intención, tu confianza en él, CONFIA en lo que SI que le estás dando ya, aunque no sea “perfecto” o como desearías.”

Mi pequeño Ferrari tenía dos o tres años cuando me dijo algo que se me quedó grabado en el alma. “Mamá, los problemas de después son para después.” No puedo evitar pensar en un montón de futuribles e hipotéticos problemas, pero lo intentaré. Confiaré en él y en que sabe que estoy a tu lado. Y tengo miedo, y necesitaría el abrazo de mi madre, que me dijera que todo iba a salir bien, porque… porque la creería! Pues eso es lo que me toca hacer ahora, porque ahora soy LA madre. 

Todo va a salir bien, mi pequeño Ferrari, yo confío en ti, puedes hacerlo, yo te abrazo, yo estoy a tu lado, todo va a salir bien.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Sean buen@s y felices.

Otro día más.