Esta estupenda mujer que escribe es muy de tener sudores
fríos en esta época del año, y los sudores fríos no son por la menopausia, que
todavía no me ha llegado aunque llegará algún día, que es ley de vida y no me
voy a librar. Los sudores fríos comienzan matemáticamente el día 1 de
noviembre.
Es entrar a un chino a comprar algo que necesitamos, tipo un
lápiz que ha perdido Parrulín, tipo una goma que ha perdido Parrulín, tipo un
sacapuntas que ha perdido Parrulín, tenemos varios tipos pero todo son
variaciones de lo mismo. Voy pensando en mi pequeño genio despistado cuando descubro
de repente que han cambiado las calabazas y los esqueletos de Halloween por los
espumillones y los papá Noel chillones de la Navidad. Y me entran unos sudores
fríos que ríete tú de las saunas finlandesas.
Decido que esto no va conmigo, que puedo ponerme unas
orejeras de burro (que no de reno, aunque serían más apropiadas), y me voy
derechita a comprar la enésima cosa que ha perdido Parrulín en este curso. Pero
mis hijos no llevan orejeras e inevitablemente se fijan en las luces, y en las
bolas, y en los árboles, y en los espumillones, y en los belenes, y en… ay qué
hartura! Y, espontáneamente aliados, comienzan la batalla “Mamá me compras? Mamá
mira qué mono! Mamá quiero esto! Mamá este baila? Mamá! Mamá! Mamá!” Y me
entran unos sudores fríos que ríete tú de las saunas finlandesas.
A partir de entonces esos sudores fríos se quedan enquistados
en mi espalda una temporada, hasta que se hace bola y de ahí sale una tenia que
sube a mi cerebro y le da por crecer, por derretirlo y por causarme daños
irreversibles. Y esta estupenda mujer que escribe, que ahora se vuelve más descerebrada
que nunca por culpa de la tenia, comienza a pensar en el calendario de Adviento,
y en los disfraces de Navidad, y en las luces por las calles, y en las
multitudes de gente, y en las comidas de empresa, y en las elecciones navideñas
que tenemos este año, y en la lotería que no le tocará, y en la cantidad de
gastos que se avecinan, y en la pena de la que no se va a poder librar, y en
las cenas familiares que tampoco… Y me entran unos sudores fríos que ríete tú
de las saunas finlandesas.
Me estrujo el cerebro con la tenia enquistada para hacer un
bonito calendario de Adviento, y ya tengo muchas ideas y todas las actividades
pensadas, pero el calendario sin hacer por no decidirme definitivamente por
ninguna de las opciones. Y Parrulín contribuye generosamente a mis sudores
diciéndome que él no quiere ir de pastorcillo, que quiere algo original.
Original como qué? Busco inspiración y encuentro un disfraz de árbol de navidad
con sus bolas y espumillones cosidos a una sudadera verde y la tenia cerebral
hace que me pregunte cómo quedaría si le añado una guirnalda de luces que tenga
una batería de pilas, y me emociono y le lo cuento a Parrulín que vamos a hacer
un disfraz con luces, y se emociona, y me pongo a pensar en la sudadera, en
cómo coserlo, en la dichosa batería… Y me entran unos sudores fríos que ríete
tú de las saunas finlandesas.
Entonces llega ella, mi querida Mo, y me envía unas fotos de
su casa ya decorada de Navidad, y además de los sudores fríos me entra angustia
y taquicardia ventricular, o de la otra, no sé, pero algo malo es seguro. Y
pienso Mo, sáltatelo, sáltatelo, vete directamente a la operación bikini si es
que haces tú de eso, aunque falta no te hace, porque ya te veo en pleno mes de
febrero intentando ir a nadar en la playa! Y me entran unos sudores fríos que
ríete tú de las saunas finlandesas.
Ojalá pudiera saltarme la Navidad, meterme en la cama y
despertarme… no sé, en semana santa o así que con el sueño que tengo falta me
haría! Y me repito a mí misma que las peores Navidades de mi vida ya las he
pasado, que no pueden ser peores que las que se pasamos en el hospital
acompañando a mi madre en su último viaje. Y me recuerdo a mí misma que mi lema
y propósito de año nuevo de este año había sido “No te prometo que será fácil,
te prometo que valdrá la pena.” Y me recuerdo que lo estoy cumpliendo y que no
caeré tan profundo como la navidad pasada y que estoy mejor a pesar de los
sudores fríos.
Mamá de Parrulín y de Xoubiña, prenavideña a mi pesar.
Sean buen@s y felices.
Otro día más.