miércoles, 31 de agosto de 2016

El cumpleaños de una reina

El lunes mi niña cumplió cuatro añitos! Xoubiña, mi niña con nombre de reina, mi currusquita, mi pequerrechiña, mi amor, mi compañía, mi consuelo, el melocotón de su abuela…

Han pasado cuatro años desde el día que nos vimos por primera vez. Era un bebé sonrosado, rubia y arrugadita. Cuatro años después es una pequeña princesa, blanca como la leche, sigue siendo rubia y ya no tiene arrugas. Yo que nunca me imaginé con hijos blanquitos y rubios, y tengo dos! Me engañaron con eso de los genes dominantes y recesivos, yo tan morena de pelo y de piel, para mí que Mendel debería explicarse mejor!

Xoubiña es muy simpática, cariñosa y divertida, aunque tiene genio también y coge sus berrinches, y tienes que hacer las cosas de una manera determinada, y pretende salirse siempre con la suya… Una niña al fin y al cabo! Una niña que es un rayo de sol, un soplo de aire fresco, es la alegría constante, la música que no cesa, la ternura hecha niña.

Todos los niños tienen algo que les hace especiales. Xoubiña tiene una sensibilidad especial que parece que tiene el instinto de saber si las personas son buenas personas o no. Y lo mismo se lanza a los brazos de alguien que le acabas de presentar como que no quiere ni verlo, según le dice su instinto. Acierta siempre, y yo me fío de su instinto casi más que del mío propio.

Duerme con nosotros, sí, todavía. Y toma teta, sí, todavía. Y son muchos los consejos que tengo que oír al respecto, todos llenos de “deberías”. En Galicia ha dormido en una habitación con su hermano, y son contadas las noches que de verdad se ha dormido allí, y ninguna las noches que se ha despertado allí. En mitad de la noche y a oscuras, salía de su habitación y atravesando el salón terminaba metiéndose en nuestra cama. Y no me preocupa, no hay ningún niñ@ de quince años que duerma con sus padres, cuando esté preparada se irá. Y la teta, aunque tampoco nunca me imaginé seguir dando teta a esta edad no se la voy a quitar por la fuerza, tampoco ningún niñ@ de quince años toma teta. Cuando tenga que ser, será.

Es una niña muy lista, no sé si será muy inteligente como el hermano porque a su edad Parrulín leía, sumaba, restaba… Nos sorprende más ahora las cosas que hacía Parrulín, ya que antes no teníamos con quien comparar. Xoubiña es que no sabe ni las vocales, no acierta ni una y eso que además de en casa se supone que en el colegio lo había aprendido ya, creo que es que no le interesa en absoluto. Sin embargo es mucho más lista que el hermano. Es astuta, despierta, intuitiva, sabe relacionarse con los demás creando feeling, y se las sabe todas. El hermano es más inteligente pero más básico, más primario, más elemental. Tiene un pico de oro, en eso coincide con el hermano, no callan ni debajo del agua. Se expresa con un vocabulario que no corresponde con su edad, a veces te quedas un poco sorprendida con las palabras que utiliza y las cosas que le gustan.

Es muy musical, siempre está cantando o tarareando alguna cosa, a veces inventadas, a veces en inglés, inventado también. Le gusta mucho ver vídeos de canciones infantiles y es capaz de cantar letras larguísimas de memoria. Canta y baila a todas horas. Es muy presumida, irá con la edad, porque desde luego no es por imitación de la madre. Le gusta escoger su ropa, le encanta un tutú, las zapatillas con luces le apasionan, el brilli-brilli es lo más, le entusiasma ir a un pintacaras, que le echen colonia y cualquier cosa un poco femenina le fascina.

Anoche le preguntaba qué quería ser de mayor. “De mayor quiero ser mamá, y tener hijos, si vienen. Crees que los cuidaré bien?” Estoy segura de ello, cariño. Pero cómo que si vienen? “Si, si vienen a mi barriga.” Ah, y sabrá ella que a veces no vienen? O cómo se le ha ocurrido añadir un condicional a ser mamá? Me encanta que quieras ser mamá, es maravilloso! Y además de ser mamá en qué te gustaría trabajar? “Pos… eso no sé, ya lo pensaré”

Ser mamá es lo mejor del mundo! Doy gracias cada día por tener dos hijos maravillosos, preciosos, sanos, alegres y cariñosos. Es un inmenso privilegio poder acompañarles en su crecimiento, participar en el descubrimiento de la vida. Ser mamá es amar sin medida, reír sin motivo, cantar sin vergüenza, bailar sin música. Feliz cumpleaños pequeña Xoubiña, gracias por ser mi hija!

Mamá de Parrulín y de Xoubiña,
Sean buen@s y felices.

Otro día más.

jueves, 25 de agosto de 2016

Vacaciones en cuarentena

Se acabaron nuestras vacaciones, hemos vuelto a trabajar. Hay sueño en mis ojos, arena en mis bolsillos y preciosos recuerdos en mi corazón de este verano. Empecemos por el principio, el comienzo de mis vacaciones ha coincidido con mi cumpleaños y he entrado en cuarentena.

Me gustaba cumplir años y celebrarlo, disfrutaba mucho de ese día. He celebrado cumpleaños familiares, estando de campamento en Comillas, con la familia de Irlanda… Siempre eran especiales, incluso un cumpleaños que pasé entero en un aeropuerto esperando un vuelo. Hasta el día de mi cumpleaños en el que recibía mi madre su primera quimio llevé velas y tarta al hospital, disimulando una alegría que estaba lejos de sentir. Y desde entonces no había vuelto a disfrutar de mi cumpleaños, me sumía en una profunda tristeza celebrarlo sin que estuviera a mi lado la persona que me dio la vida.

Han llegado los cuarenta y me he empeñado de nuevo en disfrutar de ese día, sólo quería celebrarlo y recuperar esa alegría perdida. Y lo hice, en compañía de mi santo, de mis hijos y de mis amigos, con quien quería estar, y en mi casa de Galicia, donde quería estar. Y es que los cuarenta sólo se cumplen una vez.

Impresiona la cifra, cuarenta, CUARENTA! Son muchos años, y creo que va a ser una buena década. Los niños crecen, Parrulín con ocho años está hecho casi un hombre, la pequeña Xoubiña ya no necesita estar pegadita a mí en cada momento, el lunes cumple cuatro años y aunque sigue durmiendo conmigo y sigue tomando teta (quién me lo iba a decir!), cada vez es más autónoma. Y no me quejo de apego y cercanía, pero agradezco poder leer un libro, o unas páginas al menos, mientras los veo disfrutar en la playa. Siento que es el comienzo de un nuevo capítulo en mi vida, me siento más madura, más segura, más fuerte, más… real. No sé traducirlo en palabras, pero me siento bien.

No añoro los veinte, lo bien que lo pasaba, los años de carrera, las juergas que me corrían entonces… No, lo pasé y lo pasé bien, pero no volvería. Tampoco añoro los treinta, los embarazos, los bebés, los pañales, las primeras sonrisas, los primeros pasitos… No, lo pasé y lo disfruté muchísimo, pero tampoco volvería. Todas las etapas tienen su momento, sus luces y sus sombras. Siempre he pensado de esta manera y ahora todavía con más razón, volver atrás significaría volver a perder a mi madre y no me siento capaz de volver a pasar por todo ese sufrimiento. “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar (…)”

Mi madre decía que los cuarenta eran la edad perfecta para la mujer, que habían sido los años que más había disfrutado, que los hijos ya no la necesitábamos tanto y ya no tenía esas inseguridades que inevitablemente acompañan a la juventud. Yo nunca me había parado a pensar cómo sería mi vida a los cuarenta, ni cómo sería mi cuerpo, mis arrugas o mis canas. Es cierto que en mi adolescencia (y más allá) tuve todas esas inseguridades, a pesar de que entonces era más joven, más guapa, más delgada…

A los cuarenta mi pecho cada vez es más pequeño, cada vez está más abajo, o ambas cosas a la vez, y es por haber servido de alimento y de cobijo. Mi tripa tiene algunas estrías en torno al ombligo, y es por haber creado vida y amor. Mis ojos tienen algunas arruguillas, y es por las veces que he reído y he llorado. Mi pelo tiene canas hace años, y cada vez aparecen más, una amiga me decía este verano que tengo mucha personalidad como para teñirlo, y aunque la razón fundamental es la falta de tiempo, puede que no me lo tiña más, es como es. El paso del tiempo en las personas es el reflejo de lo que han vivido, y cuenta nuestra historia, con sus cicatrices, sus alegrías y sus penas.

A veces vemos mejor cómo pasa la vida por nuestras amigas que por nosotras mismas. He visto cambiar a algunas de mis amigas, las he visto madurar y convertirse en mujeres casi de repente y no me imaginaba que ese tiempo también llegara para mí. Ha llegado pero tan despacio que no me daba cuenta. Y ya no soy una eterna adolescente que juega a ser mamá desempeñando su papel de la mejor forma posible, temiendo constantemente estar a la altura de las circunstancias.

Cometo errores, tengo defectos, pero también más seguridad en mí misma y en lo que hago. Ya no finjo lo que no soy, ni meto barriga, ni disimulo arrugas, ni pinto canas. Elijo con quién quiero relacionarme y mantengo las distancias con quien no quiero hacerlo. Lucho por lo que considero importante y perdono rápidamente lo que no lo es. Descubro la maravilla de las pequeñas cosas, una mariposa, una mirada, una sonrisa, un poema “Amo todas las cosas, no sólo las supremas, sino las infinitamente chicas (…)”

Me siento mucho más a gusto y más fuerte que nunca. He vivido cuarenta años, he ganado muchísimo, he perdido demasiado, he aprendido, he madurado.

Tengo cuarenta años. Soy mujer, soy madre, soy esposa y… soy real.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña,
Sean buen@s y felices.

Otro día más.