jueves, 31 de enero de 2013
Nunca os diré
martes, 29 de enero de 2013
Agárrate fuerte
viernes, 25 de enero de 2013
Entre el burrito Pepe y el Sr Conejo
martes, 15 de enero de 2013
El melocotón de su abuela
Cuando somos madres por segunda vez nos enfrentamos a algo que ya conocemos pero que sin embargo nos sigue sorprendiendo y maravillando día a día.
Xoubiña, mi niña con nombre de reina, mi currusquita, mi pequerrechiña, mi amor, mi compañía, mi consuelo, el melocotón de su abuela.
Esta niña, tan bonita que no puede serlo más, tan buena que no puede serlo más, tan sonriente que no puede serlo más.
Doy gracias todos los días por haberla tenido, porque gracias a ella he podido cuidar de mi madre hasta el último día, porque no imagino lo que hubiera sido todo esto sin tenerla a ella.
Mi niña es tan bonita que todo el mundo pasaba por la habitación de mi madre a saludarla. Mi niña es tan buena que pudo estar conmigo toda una semana sin salir del hospital y durmiendo conmigo y con la abuela en las largas noches finales, sin un lloro, sin un cólico, sólo pidiendo teta cuando tenía hambre.
Mi niña bonita, cuánto te acariciaba tu abuela los últimos días, cuánto le gustaba tu pelusilla en la cabecita, tus mofletitos sonrosados, tu piel blanquita. Decía que eras su melocotón. El melocotón de su abuela.
No has podido conocer mucho a tu abuela, pero llevas su nombre, su cariño y su protección allá donde esté. Te hablaré de ella, sabrás quererla en su ausencia y sabrás amar su recuerdo.
Con algo más de cuatro meses te encanta sonreír, los mimos, los besitos en el cuello, los juegos y las caricias. Cada día me sorprende lo mucho que has crecido. Cómo comes galletas sin gluten, cómo te gusta chuperretear mandarinas. Cómo levantas ya el culete para intentar gatear por la alfombra.
Cada cosa nueva que haces, cada avance, cada maravilla, tengo el impulso de llamar a la abuela para contárselo. Ya no puedo compartirlo con ella. Ya estoy sola para criarte. Y eso me causa una profunda pena.
La semana que viene comienzas la guardería. No imaginas lo mucho que te voy a añorar, lo muchísimo que me cuesta dejarte. Tu hermano no fue a la guardería hasta que tuvo un añito, hasta entonces lo cuidó la abuela, no podía estar en mejores manos.
Echo tanto de menos a mi madre que dejar a mi niña en la guardería lo siento como otra pequeña pérdida. Tengo el corazón encogido.
Todo saldrá bien, currusquita, te lo prometo. Prometo que cada día me dolerá un poquito menos. Prometo que cada día será un poquito más dulce. Prometo cuidarte y quererte como mi madre hizo conmigo, seguir sus pasos, sus consejos y sus enseñanzas. Tuve una buena maestra, todo saldrá bien, te lo prometo.
viernes, 11 de enero de 2013
Me enseñaste
Me enseñaste a amar a mis hijos como tu me amabas a mi, con una entrega total y absoluta, con un amor incondicional. Espero que algún día ellos me quieran tanto como yo a ti. No sabrás lo mucho que te quiero hasta que tengas hijos, solías decirme. Sí lo sabía, siempre lo supe, siempre me lo demostraste.
Me enseñaste a ser madre, siempre y por encima de todo, a cuidarlos, protegerlos, bañarlos, sacarles los gases... Que todo sacrificio merece la pena, que todo amor es poco, que toda sonrisa de ellos es el mejor de los regalos.
Me enseñaste a ser generosa, lo dabas todo, no había favor que no hicieras, en ocasiones antes incluso de que te lo pidieran, ofreciendo tu ayuda a todo el mundo hasta el último día. Puedo ayudar en algo? Le decías al celador con gorro de papá noel que venía a cambiarte de postura.
Me enseñaste a ser agradecida, a valorar a la gente y dar las gracias por los dones recibidos. Miles de veces al día dabas las gracias, a nosotros, a tus amigas, a las enfermeras... Gracias, muy amable. Siempre lo decías así, todo junto. Sé que cada noche dabas las gracias por vivir un día más, por tus hijos y por tus nietos.
Me enseñaste a perdonar, a no tener en cuenta las ofensas, a olvidar los errores ajenos. No lo hago tan bien como tú. Puedo perdonar lo que me hagan a mí pero no lo que le hagan a un ser querido. En el fondo te pasaba lo mismo, aunque perdonaste cosas increíbles, a tus hijos y nietos que no los tocaran.
Me enseñaste a ser independiente, estudiar y trabajar, no depender económicamente de ningún hombre para poder irme si fuera necesario. Algo que no pudiste hacer y que siempre me animaste a que yo sí pudiera si lo necesitara. No quedar atrapada en un infierno por no tener dónde ir, poder marcharme con mis hijos como único equipaje.
Me enseñaste a disfrutar de la lectura, a interesarme por las letras, a tener siempre una historia en la mesilla, a leer el periódico por las mañanas.
Me enseñaste a tener paciencia, pasabas horas jugando con tu nieto a las construcciones, sin cansarte, sin perder la sonrisa.
Me enseñaste a escuchar, a interesarme por los demás y esperar a oír lo que tienen que decir. Escuchar, de verdad, es algo que poca gente sabe hacer. Y como tú, nadie.
Me enseñaste a hablar sin palabras, con una mirada o con un gesto ya sabíamos la una lo que pensaba la otra. También te ocurría con tu nieto, también me ocurre a mí con él, espero que también con la pequeña.
Me enseñaste a salir adelante a pesar de las dificultades, a espabilar, que me decías muchas veces. Hija, hay que espabilar. Me lo decías ante la pena, ante cualquier dolor, ante cualquier problema. Seguro que ahora mismo me lo estás diciendo y animándome desde donde estés.
Me enseñaste el valor de la familia. Tu mayor pena era que no estuviéramos unidos los hermanos. Son los que van a estar ahí cuando yo te falte, decías. Hemos estado unidos estos días, te habría gustado vernos. Vamos a comer juntos los domingos, te prometo velar por ellos, como tú querías.
Me enseñaste incluso de tus errores. No descuidaré mi salud. Me querré a mí misma. Me cuidaré, me mimaré, haré cosas por y para mí.
Tantas cosas me enseñaste, mamá.
Por qué no me enseñaste a vivir sin ti?
martes, 8 de enero de 2013
El recuerdo
Quien, cuando la vida se apaga
Y las manos tiemblan ya,
Quien no buscó ese recuerdo,
De una barca naufragar.
Me duele tanto recordarla!
La extraño tanto!
Todo en Galicia me recuerda a ella.
miércoles, 2 de enero de 2013
Gracias
Tenía nombre de reina.
Tenía corazón de ángel.
Y anoche murió en mis brazos.
Descansa en paz, mamá.
Gracias por darme la vida, gracias por darme tanto amor.
Perdona tanto sufrimiento que no te pude aliviar, quisiera haber podido hacer más.
Descansa en paz, mamá.
Cuida de mis hijos allí donde estés.
Te quiero, siempre. Te quiero.
Dicen que cada día me dolerá un poco menos, aunque ahora no lo imagino sólo tengo que ir despacio, pasito a pasito. Estate tranquila.
Te quiero, siempre. Te quiero.
Cuida de mis hijos por favor.
Gracias por todo. Gracias.