jueves, 31 de enero de 2013

Nunca os diré


Nunca os diré, hijos míos, que la vida es una mierda, que la vida es una putada, que la vida es dura, que la vida hiere, que la vida duele, que la vida mata.

Nunca os diré eso de que el dolor se cura con el tiempo, porque es un tópico inventado para cuando no sabes qué decir.

Nunca os diré que hay heridas que sangran para siempre, que hay dolores que perduran, que hay sufrimientos que no terminan nunca, que hay daños que son permanentes.

Nunca os diré que la vida es de color de rosa, no os hablaré de pajaritos, ni florecitas, ni milongas superficiales que no llevan a nada, no os hablaré de un príncipe azul, porque todo eso es como los monstruos, que sólo existen en las películas.

Nunca os diré que la vida es justa, porque no lo es.

Nunca os diré que la vida es un gran cabreo salpicado de fugaces momentos felices.

Os diré que estéis preparados para esos momentos felices, y que cuando los veáis pasar deis un gran salto para subiros a horcajadas a ese meteorito, para ver el mundo desde arriba, para conocer la felicidad, para atraparla como con un lazo de vaquero.

Os diré que saltéis, que os arriesguéis, que persigáis vuestros sueños, que corráis para alcanzarlos, que gritéis en lo alto de las montañas, que voléis con la imaginación, que lloréis de felicidad, que riais ante las penas.

Os diré que cuando os caigáis del meteorito, os llevéis un trocito de él en los bolsillos, debajo de las uñas o entre los rizos del pelo, para plantarlo en el jardín o en el corazón, para poder regarlo, cantarle, cuidarle y dejarle crecer.

Os diré que cuando os caigáis del meteorito, vuestra madre estará ahí para recoger los pedazos y volver a juntarlos, porque eso es lo que hacen las madres, porque ellas son la mejor red de equilibrista, el pegamento que mejor recompone los pedazos de un corazón roto, su regazo el mejor colchón para el descanso y su hombro la mejor almohada para las penas.

Nunca os diré cómo vais a sentiros cuando falte vuestra madre.

martes, 29 de enero de 2013

Agárrate fuerte


Hoy cumple mi Xoubiña cinco meses, cinco meses como cinco soles. Y hago balance de estos cinco meses, cinco meses hermosos, cinco meses tristes, cinco meses duros, cinco meses últimos.

Xoubiña, mi niña con nombre de reina, mi currusquita, mi pequerrechiña, mi amor, mi compañía, mi consuelo, el melocotón de su abuela.

Por un lado parece que ha pasado mucho tiempo desde que nació, pero no es que haya pasado mucho tiempo, es que han pasado muchas cosas. Por otro lado, parece que fue ayer cuando nos vimos por primera vez.

Su nacimiento y sus primeros meses van irremediablemente atados al recuerdo de mi madre, empezando por su nombre y por el apodo de Xoubiña, porque estábamos siempre juntas, porque tenerla me permitió estar con mi madre, cuidarla y despedirla, pero también porque hay muchas coincidencias de fechas entre ambas.

El día que nació Xoubiña mi madre estaba muy bien, se quedó con Parrulín y lo llevó a la guarde, el día que nació Xoubiña mi madre tenía un TAC del que salieron muy buenas noticias, el día que nació Xoubiña mi madre vino al hospital con la sortija de esmeraldas, ese pedazo de sortija que sólo le daba por ponerse cuando nacía un nieto, el día que nació Xoubiña mi madre incluso volvió por la tarde después de recoger a Parrulín para que conociera a su hermanita.

Cuando Xoubiña tenía cinco días y yo todos los puntos de la cesárea todavía, ya me iba a recoger a Parrulín y pasar la tarde con mi madre. Me iba en un taxi, eso sí. Ahora andas más despacio que yo! Me decía muerta de risa. Tienes que espabilar hija. Qué frase más característica suya! Cuánto me la repito a mí misma!

Cuando estuve un poco mejor y sin puntos empezamos a pasar aún más tiempo juntas y a acompañarla todos los lunes al hospital a la quimio. Si Xoubiña va siempre muy bien vestida me esmeraba más si iba a ver a mi madre y me esmeraba mucho más los lunes porque sabía que le encantaba presumir de nieta.

El día que Xoubiña cumplía tres meses ingresamos a mi madre, en teoría para hidratarla 24 horas, nadie imaginaba que se iba a ir, que todo iba a salir mal, que era el principio del fin. Dejábamos a Parrulín en el autobús del colegio a las 8 y nos íbamos juntas al hospital, mi madre nos recibía siempre como agua de mayo. Teníamos que marcharnos para recoger a Parrulín a la salida del cole, pero algunas veces todavía volvíamos con él a ver a la abuela.

El día que Xoubiña cumplía cuatro meses estábamos todos en torno a la mamá, como la canción de Aznavour, ya no había lugar para la esperanza, sólo quedaba cuidarla, atenderla y abrazarla. Tanto recuerdo, tantos te quiero, tanto amor, tanto suspiro, tantas lágrimas, tanto dolor. El día que Xoubiña cumplía cuatro meses le dimos la extremaunción.

Mi niña bonita, cuánto te acariciaba tu abuela los últimos días, cuánto le gustaba tu pelusilla en la cabecita, tus mofletitos sonrosados, tu piel blanquita. Decía que eras su melocotón. El melocotón de su abuela.

En la última semana tan sólo salimos una vez del hospital, fuimos a bañarla a ella y ducharme yo a casa de mi suegra, porque estaba más cerca. No puedo con esto, no puedo con la pena, le decía. Aférrate a tu hija, me respondió, y así lo hice. Agarré fuerte a mi Xoubiña en los últimos momentos, la agarré fuerte en el tanatorio, la agarré fuerte en el funeral y la agarré fuerte en el entierro. Sigo agarrándome a ella constantemente.

El día que Xoubiña cumple cinco meses ya está en la guardería, yo trabajando y su hermano en el cole. El día que Xoubiña cumple cinco meses mi santo está de guardia, es la primera vez que le toca entre semana, tengo que llevarlos yo mañana, uno al cole y la otra a la guarde, y la única opción para hacerlo es quedarnos a dormir hoy en casa de mi madre. Será la primera vez que duerma en su casa sin estar ella, y tengo pena, y tengo miedo, y tengo lágrimas, y tengo dolor.

Xoubiña, mi niña con nombre de reina, mi currusquita, mi pequerrechiña, mi amor, mi compañía, mi consuelo, el melocotón de su abuela.

“Agárrate fuerte a mí Xoubiña, agárrate fuerte a mí, que ésta noche es la más fría, y no consigo dormir, agárrate fuerte a mí Xoubiña, agárrate fuerte a mí, que tengo miedo  y no tengo donde ir.”

viernes, 25 de enero de 2013

Entre el burrito Pepe y el Sr Conejo


Yo que antes me quejaba de ser la mujer botijo me he convertido ahora en una mezcla entre el burrito Pepe y el Sr Conejo Blanco de Alicia en el país de las maravillas. Ya no soy la mujer botijo, de hecho he adelgazado mucho, peso unos ocho kilos menos que antes de quedarme embarazada, se me caen todos los pantalones y los cinturones y tirantes se han vuelto un must de mi indumentaria.

Xoubiña ha empezado ya la guardería, el lunes, y yo he empezado ya el trabajo, el martes. La dejé el lunes en brazos de su profe, se agarró a su coleta, y se quedó tan pancha. La recogí por la tarde y seguía en brazos de su profe, tan pancha. No creáis que se abalanzó hacia su madre, era más bien indiferencia hacia mí y todo sonrisas hacia su profe. Creo que le cae mejor que yo. Sí, estoy con los típicos celos hacia su cuidadora. Y además con una depresión… ¿post incorporación? ¿Cómo se llama a esto? Seguro que tiene un nombre. Si alguien lo sabe, que me lo cuente.

Desde el martes que empecé a trabajar soy un híbrido entre el burrito Pepe y el Sr Conejo, pero lo del día de ayer raya la locura, o más bien soy yo la que raya la locura. Siempre cargada, “el burrito Pepe, muy cargado va, trota que te trota, trota que te tra” y siempre tarde, “llego tarde, llego tarde, llego tarde”, parezco el Sr Conejo.

Pongo el despertador a las 5:45, hora inhumana en la que hay hasta lobos por la calle todavía. Me acerco a la Xoubiña y le doy teta para que quede comida antes de marcharme a currar. Media hora después tengo otro despertador y me levanto. Me saco leche y la guardo en la nevera para que mi santo se la dé durante la mañana. Me ducho, me visto y preparo la ropa de ambos para mi santo.

A las siete de la mañana salgo de casa con mi bolso al hombro, el bolso con el sacaleches al otro hombro, la mochila para la niña y la bolsa de la comida, parezco el burrito Pepe. Y voy mirando el reloj, “llego tarde, llego tarde, llego tarde”, parezco el Sr Conejo.

Llego al curro y cuando aprovecho la pausa del café para sacarme leche descubro que los botones de este vestido son falsos, no puedo sacármela más que por abajo. No hay problema, total, no me ve nadie mientras me saco. A media mañana me llaman del cole, la reunión de padres es hoy. Qué majos por avisar, no me acordaba, vaya susto me han dado, creí que le había pasado algo a Parrulín!

Pienso que entra dentro de lo probable que Xoubiña aproveche la reunión de padres para comer, pienso que no debo levantarme todo el vestido delante de los demás padres, no quedaría bien. Así que cojo unas tijeras, me voy al baño, y mientras hago pis, que me he vuelto la mujer multifunción por excelencia, me lo quito, lo pongo sobre las rodillas y corto cuidadosamente el vestido. Tan cuidadosamente y con tal mala suerte que me he cortado también las bragas. Menos mal que llevo medias, porque lo único que me faltaba era llevar el culo al aire además de la teta al aire.

A las cuatro salgo de trabajar con mi bolso al hombro, el bolso con el sacaleches al otro hombro, la mochila para la niña y la bolsa de la comida, parezco el burrito Pepe. Y voy mirando el reloj, “llego tarde, llego tarde, llego tarde”, parezco el Sr Conejo. Llevo el vestido cortado y las bragas también, menos mal que llevo medias.

Llego a la guardería, les doy la leche que me he sacado, recojo los botes vacíos y me pongo a la niña en la mochila. Voy al cole a la reunión con mi bolso al hombro, el bolso con el sacaleches al otro hombro, la mochila con la niña dentro, la bolsa de la comida, y además la mochilita con la agenda, parezco el burrito Pepe. Y voy mirando el reloj, ”llego tarde, llego tarde, llego tarde”, parezco el Sr Conejo.

Me parece importante ir a la reunión de padres. Nos cuenta algo de las vocales y las consonantes que se supone que es importante, pero que Parrulín ya lee y me suena raro. Nos cuenta algo de sumar 2+1 que se supone que es importante, pero que Parrulín ya hace sumas mucho más complicadas y me suena raro. Nos cuenta algo de estimularlos en el lenguaje que se supone que es importante, pero que como lo estimule más me va a dar algo, si no calla nunca!

Xoubiña no tiene hambre durante la reunión, pero tiene ganas de juerga, es todo risas y carcajadas, aprovecho que he cortado el vestido para darle teta durante la reunión porque las carcajadas de la chiquilla impiden que oiga lo que dice la profe, eso que se supone que es importante, así que le doy para que tenga la boca ocupada y se duerme. Creo que no me he enterado de nada de la reunión.

A las seis salgo de la reunión de padres y voy a recoger a Parrulín al gimnasio, que tenía predeporte, mi bolso al hombro, el bolso con el sacaleches al otro hombro, la mochila con la niña dentro, la bolsa de la comida, la mochilita con la agenda, Parrulín de la mano y además su mochilita de la merienda, parezco el burrito Pepe. Y voy mirando el reloj, ”llego tarde, llego tarde, llego tarde”, parezco el Sr Conejo. Me paso por la óptica que me hacen daño las gafas nuevas, a que me arreglen las varillas.

A las siete vamos en metro, sentarme me parece un milagro, Xoubiña es todo sonrisas a su alrededor. Justo antes de llegar a casa se me ocurre que tengo la nevera vacía. Vaya por Dios! Pues nada, al súper. ¿Quién dijo miedo? Comprando lo imprescindible son dos bolsas del super, mi bolso al hombro, el bolso con el sacaleches al otro hombro, la mochila con la niña dentro, la bolsa de la comida, la mochilita con la agenda, Parrulín, que ya no va de la mano porque no me quedan y su mochilita de la merienda, parezco el burrito Pepe. Y voy mirando el reloj, “llego tarde, llego tarde, llego tarde”, parezco el Sr Conejo.

A las ocho llegamos a casa y dejo todos los bultos “deja su carguita, frente a un gran portal…” dos bolsas del súper, mi bolso, el bolso con el sacaleches, la mochila con la niña dentro, la bolsa de la comida, la mochilita con la agenda, la mochilita de la merienda. ¿Tengo los dos niños? Si, no he olvidado ninguno por el camino. Coño! La bolsa de la comida! Pero si se me ha olvidado comer! Y eso que son las ocho de la tarde ya! Da igual, al lío, que tengo que bañarlos, mirando el reloj “llego tarde, llego tarde, llego tarde”, parezco el Sr Conejo.

Los baño a los dos a la vez, venga sí, al lío ¿quién dijo miedo? Convenzo a Parrulín para que se quite la ropa solito, tardamos más, mucho más, al menos de momento, pero es importante que empiece a hacerlo, y lo meto en el baño. Desvisto a la niña y la meto en el baño. Mientras sujeto a la niña con una mano la lavo con la otra, a ella y a Parrulín, mujer multifunción. Saco antes a Xoubiña y la visto, dejo a Parrulín jugando un ratito en el agua. Le doy teta a la niña después de vestirla.

Me pongo a la niña en la mochila para poder hacer la cena, hoy tortilla francesa, que no tardo nada, y porque se me ha olvidado comprar salchichas, que si no… “Mamaaaaa, me sacas ya?” Coño! Que tengo al niño en remojo! Si, mi amor, voy.

Convenzo a Parrulín para que cene solito, tardamos más, mucho más, al menos de momento, pero es importante que empiece a hacerlo, y le doy papilla de cereales a Xoubiña. Vamos al baño y a la cama, le ayudo a lavarse los dientes, lo acuesto, le leo un cuento mientras le doy teta a la niña. Huy, se ha dormido, huy, el otro también, qué suerte, hala, a la cunita que vas.

Son las nueve y media, me siento en el sofá, me parece un milagro, a sacarme leche, la dejo en la nevera, meto la compra en la nevera también, y lo de la neverita de la leche también al congelador para mañana. Son casi las diez, se despierta la niña, me la traigo al sofá y le doy teta mientras ceno con la otra mano, ya me parecía a mí muy raro que se durmiera tan pronto!

Son las diez y llega mi santo ¿qué tal el día? Pues… mal. ¿Qué ha pasado? Que… se me han roto las bragas! Y me echo a llorar.

Son las doce de la noche, se duerme la niña y la meto en la cunita, antes de acostarme preparo todo para el día siguiente, mi bolso, el bolso con el sacaleches, la mochila para la niña y la bolsa de la comida. Yo digo que parezco el burrito Pepe, mi madre diría que necesito un Gil Stauffer. Ay mamá, lo que te echo de menos! Y me echo a llorar.

martes, 15 de enero de 2013

El melocotón de su abuela

Cuando somos madres por segunda vez nos enfrentamos a algo que ya conocemos pero que sin embargo nos sigue sorprendiendo y maravillando día a día.

Xoubiña, mi niña con nombre de reina, mi currusquita, mi pequerrechiña, mi amor, mi compañía, mi consuelo, el melocotón de su abuela.

Esta niña, tan bonita que no puede serlo más, tan buena que no puede serlo más, tan sonriente que no puede serlo más.

Doy gracias todos los días por haberla tenido, porque gracias a ella he podido cuidar de mi madre hasta el último día, porque no imagino lo que hubiera sido todo esto sin tenerla a ella.

Mi niña es tan bonita que todo el mundo pasaba por la habitación de mi madre a saludarla. Mi niña es tan buena que pudo estar conmigo toda una semana sin salir del hospital y durmiendo conmigo y con la abuela en las largas noches finales, sin un lloro, sin un cólico, sólo pidiendo teta cuando tenía hambre.

Mi niña bonita, cuánto te acariciaba tu abuela los últimos días, cuánto le gustaba tu pelusilla en la cabecita, tus mofletitos sonrosados, tu piel blanquita. Decía que eras su melocotón. El melocotón de su abuela.

No has podido conocer mucho a tu abuela, pero llevas su nombre, su cariño y su protección allá donde esté. Te hablaré de ella, sabrás quererla en su ausencia y sabrás amar su recuerdo.

Con algo más de cuatro meses te encanta sonreír, los mimos, los besitos en el cuello, los juegos y las caricias. Cada día me sorprende lo mucho que has crecido. Cómo comes galletas sin gluten, cómo te gusta chuperretear mandarinas. Cómo levantas ya el culete para intentar gatear por la alfombra.

Cada cosa nueva que haces, cada avance, cada maravilla, tengo el impulso de llamar a la abuela para contárselo. Ya no puedo compartirlo con ella. Ya estoy sola para criarte. Y eso me causa una profunda pena.

La semana que viene comienzas la guardería. No imaginas lo mucho que te voy a añorar, lo muchísimo que me cuesta dejarte. Tu hermano no fue a la guardería hasta que tuvo un añito, hasta entonces lo cuidó la abuela, no podía estar en mejores manos.

Echo tanto de menos a mi madre que dejar a mi niña en la guardería lo siento como otra pequeña pérdida. Tengo el corazón encogido.

Todo saldrá bien, currusquita, te lo prometo. Prometo que cada día me dolerá un poquito menos. Prometo que cada día será un poquito más dulce. Prometo cuidarte y quererte como mi madre hizo conmigo, seguir sus pasos, sus consejos y sus enseñanzas. Tuve una buena maestra, todo saldrá bien, te lo prometo.

viernes, 11 de enero de 2013

Me enseñaste

Me enseñaste a amar a mis hijos como tu me amabas a mi, con una entrega total y absoluta, con un amor incondicional. Espero que algún día ellos me quieran tanto como yo a ti. No sabrás lo mucho que te quiero hasta que tengas hijos, solías decirme. Sí lo sabía, siempre lo supe, siempre me lo demostraste.

Me enseñaste a ser madre, siempre y por encima de todo, a cuidarlos, protegerlos, bañarlos, sacarles los gases... Que todo sacrificio merece la pena, que todo amor es poco, que toda sonrisa de ellos es el mejor de los regalos.

Me enseñaste a ser generosa, lo dabas todo, no había favor que no hicieras, en ocasiones antes incluso de que te lo pidieran, ofreciendo tu ayuda a todo el mundo hasta el último día. Puedo ayudar en algo? Le decías al celador con gorro de papá noel que venía a cambiarte de postura.

Me enseñaste a ser agradecida, a valorar a la gente y dar las gracias por los dones recibidos. Miles de veces al día dabas las gracias, a nosotros, a tus amigas, a las enfermeras... Gracias, muy amable. Siempre lo decías así, todo junto. Sé que cada noche dabas las gracias por vivir un día más, por tus hijos y por tus nietos.

Me enseñaste a perdonar, a no tener en cuenta las ofensas, a olvidar los errores ajenos. No lo hago tan bien como tú. Puedo perdonar lo que me hagan a mí pero no lo que le hagan a un ser querido. En el fondo te pasaba lo mismo, aunque perdonaste cosas increíbles, a tus hijos y nietos que no los tocaran.

Me enseñaste a ser independiente, estudiar y trabajar, no depender económicamente de ningún hombre para poder irme si fuera necesario. Algo que no pudiste hacer y que siempre me animaste a que yo sí pudiera si lo necesitara. No quedar atrapada en un infierno por no tener dónde ir, poder marcharme con mis hijos como único equipaje.

Me enseñaste a disfrutar de la lectura, a interesarme por las letras, a tener siempre una historia en la mesilla, a leer el periódico por las mañanas.

Me enseñaste a tener paciencia, pasabas horas jugando con tu nieto a las construcciones, sin cansarte, sin perder la sonrisa.

Me enseñaste a escuchar, a interesarme por los demás y esperar a oír lo que tienen que decir. Escuchar, de verdad, es algo que poca gente sabe hacer. Y como tú, nadie.

Me enseñaste a hablar sin palabras, con una mirada o con un gesto ya sabíamos la una lo que pensaba la otra. También te ocurría con tu nieto, también me ocurre a mí con él, espero que también con la pequeña.

Me enseñaste a salir adelante a pesar de las dificultades, a espabilar, que me decías muchas veces. Hija, hay que espabilar. Me lo decías ante la pena, ante cualquier dolor, ante cualquier problema. Seguro que ahora mismo me lo estás diciendo y animándome desde donde estés.

Me enseñaste el valor de la familia. Tu mayor pena era que no estuviéramos unidos los hermanos. Son los que van a estar ahí cuando yo te falte, decías. Hemos estado unidos estos días, te habría gustado vernos. Vamos a comer juntos los domingos, te prometo velar por ellos, como tú querías.

Me enseñaste incluso de tus errores. No descuidaré mi salud. Me querré a mí misma. Me cuidaré, me mimaré, haré cosas por y para mí. 

Tantas cosas me enseñaste, mamá.
Por qué no me enseñaste a vivir sin ti?

martes, 8 de enero de 2013

El recuerdo

Quien, cuando la vida se apaga
Y las manos tiemblan ya,
Quien no buscó ese recuerdo,
De una barca naufragar.

Me duele tanto recordarla!
La extraño tanto!
Todo en Galicia me recuerda a ella.


miércoles, 2 de enero de 2013

Gracias

Tenía nombre de reina.
Tenía corazón de ángel.
Y anoche murió en mis brazos.
Descansa en paz, mamá.
Gracias por darme la vida, gracias por darme tanto amor.
Perdona tanto sufrimiento que no te pude aliviar, quisiera haber podido hacer más.
Descansa en paz, mamá.
Cuida de mis hijos allí donde estés.
Te quiero, siempre. Te quiero.
Dicen que cada día me dolerá un poco menos, aunque ahora no lo imagino sólo tengo que ir despacio, pasito a pasito. Estate tranquila.
Te quiero, siempre. Te quiero.
Cuida de mis hijos por favor.
Gracias por todo. Gracias.