jueves, 27 de agosto de 2015

Una isla en medio del mar


Mi casa en Galicia es para mí una isla en medio del mar, una isla de paz y tranquilidad donde los recuerdos se repiten, se renuevan y se multiplican, mientras el tiempo se detiene. Este año ha sido especial, aunque siempre es especial estar allí. Mi casa, mi jardín, mis recuerdos, mi isla en medio del mar, es el mejor antídoto para calmar los dolores del alma y para recuperarse del estrés de la vida cotidiana.
Cómo resumir los veranos en Galicia, tan llenos de experiencias nuevas como de tradiciones, de nostalgia por de los años vividos pero que por fin son recordados con cariño y alegría. El tiempo no nos ha acompañado, en estas tres semanas apenas hemos ido cinco o seis veces a la playa. Pero entre la lluvia y el viento el resto de los días no ha sido posible para gran disgusto de mis hijos, aprendices de pirata los dos.
Compramos dos patitos al llegar, que siempre dan mucho juego, aunque una mañana uno no despertó, que siempre da mucha pena. Con el mal tiempo que hemos tenido el pobre patito lo tenían agobiado, nos libramos de una demanda por acoso porque le prometimos una vida futura sin niños, de la que espero que esté disfrutando plenamente antes de que se lo coman por Navidad, imagino que este será su ingrato destino aunque no quiero tener noticias de ello si así sucediera. El pato suelto por la casa, Parrulín detrás del pato, armado con una escoba con la que cortarle el paso para poder cogerlo, Xoubiña haciendo lo que ella llamaba “el desfile del pato”, detrás de su hermano y armada con un plumero de colores al que daba vueltas como majorete aficionada. Y yo cerraba el desfile persiguiendo a los dos para que le dejaran en paz al pobre pato que le iba a dar un infarto. Tanta pasión le cogieron al pato que Parrulín me ha preguntado que si el año que viene podría comprar yo los dos de siempre y él todos los que pueda con su dinero. Pero cuántos patos quieres tú tener? Mmmmm… Unos 14 o 15 estaría bien. En el jardín? No, en casa. Pues va a ser que no, cariño. No prefieres ahorrar para el castillo de playmobil?
Xoubiña lo ha pasado fenomenal, con el pato, con el jardín, con la playa… Casi, casi tres añitos, sólo faltan un par de días, y sigue siendo una niña preciosa, contenta, divertida y cariñosa. En apenas un mes de vacaciones, menos, ha cambiado enormemente su forma de hablar. Ya hablaba muy bien pero ahora hace frases mucho más complicadas y tiene un enorme vocabulario para su edad.
Fan absoluta de la Doctora Doc y de la princesa Sofía, que lo mismo te hace un chequeo que prepara un baile para la corte que se lía a patadas con una lata jugando al fútbol con su hermano. Ha sido el verano del “Yo tambén!” Para todo, barría la casa y “Yo tambén!” íbamos al super “Yo tambén!” me pido un albariño “Yo tambén!” cambiamos una bombilla “Yo tambén!” vamos al mercadillo “Yo tambén!” limpio cajones con vinagre para quitar el moho “Yo tambén!” hacemos una queimada “Yo tambén!” voy al baño “Yo tambén!”
Aunque en eso no hemos mejorado, sigue haciéndose pis por todas las esquinas y sigue dándole igual “Pero no pasa nada mamá, no pasa nada!” La cantidad de braguitas de Xoubiña ha aumentado de forma exponencial, no había mercadillo en el que terminara comprándole bragas porque se había hecho pis por tercera o cuarta vez y yo había acabado las mudas disponibles en mi bolso.
Ha sido también el verano de los bichos. A Parrulín le regalaron por su cumple un kit de bichos, de esos que incluyen la red, unos visores con lupa, cajitas para guardarlos, pinzas, etc… Ha cogido arañas, saltamontes, hormigas, bichos bola, orugas, cangrejos, mariposas, lagartijas… Y lo bueno de esto es que ya no se pone histérico cuando ve una araña, sino que se pone histérico cuando no encuentra su kit de bichos. Y yo, histérica de las arañas de toda la vida… pues “Yo tambén!” He superado mi fobia. Curada de espanto estoy ya!
Hemos hecho excursiones a una playa de un parque natural, a bailar al santo, a ver un desembarco vikingo, a descifrar petroglifos... Hemos paseado por la playa buscando tesoros, cogiendo conchas, persiguiendo cangrejos y encontrando esqueletos de peces y hermosos trozos de madera arrastrados por la marea. Hemos paseado por el bosque y por los campos, descubriendo bellotas y comiendo moras. Hemos comido espectacularmente bien, mi santo se ha hecho todo un experto en pulpo y calamares, ha aprendido a hacerme filloas y leche frita.
Pero sobre todo, hemos descansado, allí se vive más despacio. Mis hijos han dormido juntos en una habitación, les contaba un cuento de caballeros, dragones y princesas hasta que se durmieran, he recuperado la habitación de matrimonio después de más de siete años durmiendo con Parrulín o con Xoubiña. He recargado las pilas y he vuelto llena de energía y de buen humor, he limpiado mi alma y mi pena.
He tenido siempre en mente esta frase: Los recuerdos de los veranos pasados se construyen en los veranos presentes y se renuevan en los veranos futuros. He querido construir buenos recuerdos para mis hijos y para mí también. Me siento bien, ha sido un buen verano, en mi isla en medio del mar.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.

sábado, 8 de agosto de 2015

Un rincón en mi jardín

Una antigua mesa hecha con la piedra de un molino y un nido para pájaros regalo de mi santo esposo.
Precioso rincón para celebrar la naturaleza, la herencia y el amor, los recuerdos, los hijos y el corazón.

Mamá de Parrulin y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.