Mi casa en Galicia es para mí una isla en medio del mar, una
isla de paz y tranquilidad donde los recuerdos se repiten, se renuevan y se
multiplican, mientras el tiempo se detiene. Este año ha sido especial, aunque
siempre es especial estar allí. Mi casa, mi jardín, mis recuerdos, mi isla en
medio del mar, es el mejor antídoto para calmar los dolores del alma y para
recuperarse del estrés de la vida cotidiana.
Cómo resumir los veranos en Galicia, tan llenos de
experiencias nuevas como de tradiciones, de nostalgia por de los años vividos
pero que por fin son recordados con cariño y alegría. El tiempo no nos ha
acompañado, en estas tres semanas apenas hemos ido cinco o seis veces a la
playa. Pero entre la lluvia y el viento el resto de los días no ha sido posible
para gran disgusto de mis hijos, aprendices de pirata los dos.
Compramos dos patitos al llegar, que siempre dan mucho
juego, aunque una mañana uno no despertó, que siempre da mucha pena. Con el mal
tiempo que hemos tenido el pobre patito lo tenían agobiado, nos libramos de una
demanda por acoso porque le prometimos una vida futura sin niños, de la que espero
que esté disfrutando plenamente antes de que se lo coman por Navidad, imagino
que este será su ingrato destino aunque no quiero tener noticias de ello si así
sucediera. El pato suelto por la casa, Parrulín detrás del pato, armado con una
escoba con la que cortarle el paso para poder cogerlo, Xoubiña haciendo lo que
ella llamaba “el desfile del pato”, detrás de su hermano y armada con un
plumero de colores al que daba vueltas como majorete aficionada. Y yo cerraba
el desfile persiguiendo a los dos para que le dejaran en paz al pobre pato que
le iba a dar un infarto. Tanta pasión le cogieron al pato que Parrulín me ha
preguntado que si el año que viene podría comprar yo los dos de siempre y él
todos los que pueda con su dinero. Pero cuántos patos quieres tú tener? Mmmmm…
Unos 14 o 15 estaría bien. En el jardín? No, en casa. Pues va a ser que no,
cariño. No prefieres ahorrar para el castillo de playmobil?
Xoubiña lo ha pasado fenomenal, con el pato, con el jardín,
con la playa… Casi, casi tres añitos, sólo faltan un par de días, y sigue
siendo una niña preciosa, contenta, divertida y cariñosa. En apenas un mes de
vacaciones, menos, ha cambiado enormemente su forma de hablar. Ya hablaba muy
bien pero ahora hace frases mucho más complicadas y tiene un enorme vocabulario
para su edad.
Fan absoluta de la Doctora Doc y de la princesa Sofía, que lo
mismo te hace un chequeo que prepara un baile para la corte que se lía a
patadas con una lata jugando al fútbol con su hermano. Ha sido el verano del
“Yo tambén!” Para todo, barría la casa y “Yo tambén!” íbamos al super “Yo tambén!”
me pido un albariño “Yo tambén!” cambiamos una bombilla “Yo tambén!” vamos al
mercadillo “Yo tambén!” limpio cajones con vinagre para quitar el moho “Yo
tambén!” hacemos una queimada “Yo tambén!” voy al baño “Yo tambén!”
Aunque en eso no hemos mejorado, sigue haciéndose pis por
todas las esquinas y sigue dándole igual “Pero no pasa nada mamá, no pasa
nada!” La cantidad de braguitas de Xoubiña ha aumentado de forma exponencial,
no había mercadillo en el que terminara comprándole bragas porque se había hecho
pis por tercera o cuarta vez y yo había acabado las mudas disponibles en mi
bolso.
Ha sido también el verano de los bichos. A Parrulín le
regalaron por su cumple un kit de bichos, de esos que incluyen la red, unos
visores con lupa, cajitas para guardarlos, pinzas, etc… Ha cogido arañas,
saltamontes, hormigas, bichos bola, orugas, cangrejos, mariposas, lagartijas… Y
lo bueno de esto es que ya no se pone histérico cuando ve una araña, sino que
se pone histérico cuando no encuentra su kit de bichos. Y yo, histérica de las
arañas de toda la vida… pues “Yo tambén!” He superado mi fobia. Curada de
espanto estoy ya!
Hemos hecho excursiones a una playa de un parque natural, a
bailar al santo, a ver un desembarco vikingo, a descifrar petroglifos... Hemos paseado por la
playa buscando tesoros, cogiendo conchas, persiguiendo cangrejos y encontrando
esqueletos de peces y hermosos trozos de madera arrastrados por la marea. Hemos
paseado por el bosque y por los campos, descubriendo bellotas y comiendo moras.
Hemos comido espectacularmente bien, mi santo se ha hecho todo un experto en
pulpo y calamares, ha aprendido a hacerme filloas y leche frita.
Pero sobre todo, hemos descansado, allí se vive más
despacio. Mis hijos han dormido juntos en una habitación, les contaba un cuento
de caballeros, dragones y princesas hasta que se durmieran, he recuperado la
habitación de matrimonio después de más de siete años durmiendo con Parrulín o
con Xoubiña. He recargado las pilas y he vuelto llena de energía y de buen
humor, he limpiado mi alma y mi pena.
He tenido siempre en mente esta frase: Los recuerdos de los
veranos pasados se construyen en los veranos presentes y se renuevan en los
veranos futuros. He querido construir buenos recuerdos para mis hijos y para mí
también. Me siento bien, ha sido un buen verano, en mi isla en medio del mar.
Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.
Hola. me alegro que hayas disfrutado de tus veranos en Galicia y que ahora los puedas revivir con tus hijos. Efectivamente llevamos un mes de agosto nefasto y esta semana ya entramos directamente en el invierno con fuertes temporales. Un aburrimiento de tiempo para los que vivimos por aquí. Me reí mucho con la idea del patito por la casa y para el próximo verano ya veo a los 15 patos por todas las habitaciones y vosotros en el jardín... Lo importante es que regresais a la rutina con las pilas cargadas y con el recuerdo de un verano maravilloso. Me gustó mucho tu frase ''Los recuerdos de los veranos pasados se construyen en los veranos presentes y se renuevan en los veranos futuros''... seguimos en contacto
ResponderEliminarme alegro mucho amiga....
ResponderEliminarPues ya sabes. Te espero por aqui ahora que andas con bateria a tope ;o)
Beso enorme