El tamaño importa, semana 28

El tamaño importa. Claro que importa el tamaño! Y el que dijo que no… la tenía pequeña!

A Parrulín su amigo le trajo como regalo (y a medio desenvolver, que había empezado a hacerlo en el ascensor) un Estegosaurio muuuuy grande (y silencioso, que es de agradecer) que además abre y cierra la boca. Se acabaron el resto de los dinosaurios, ya sólo tiene ojos para el Estegosaurio gigante. El tamaño importa, definitivamente.

Según el máster realizado por su santa madre, el Estegosaurio era un dinosaurio herbívoro, pero el nuestro parece que no tiene los mismos gustos. El Estegosaurio de Parrulín come plasti (-lina) y además la come a dos carrillos. En varias ocasiones ha corrido el riesgo de ahogarse y hemos tenido que realizar la maniobra de Heimlich, adaptada al Estegosaurio, claro, que consiste en abrirle la boca y con un palillo o similar conseguir eliminar todo lo que se haya comido antes de que se le desencaje la mandíbula al pobre. No puedes comer tanto, Estego, mira que te lo tengo dicho. Nótese que ya estamos cogiendo confianza con el susodicho (o susobicho).

En los preparativos de la fiesta no incluíamos en ninguna parte la tarta. Aunque ninguna de mis queridas lectoras se haya percatado de ello. El motivo es que ni a Parrulín ni al amiguito le gusta la tarta ni el dulce. Y además que mi cuñada cumplía el día anterior y ella se encargaba de la tarta para mayores. Así que me limité a comprar dos mini tartas en las que pinché un par de dinosaurios, cuatro velas y una bengala. Había visto unas bengalas como las de toda la vida pero dobladas en forma del número de años cumplidos. Las había de diferentes tamaños, pero la compré pequeñita porque Parrulín no había visto nunca una bengala y pensé que quizá se podría asustar.

Después de merendar los niños sacamos la tarta, les explico lo de la bengala, la enciendo… y salen corriendo los dos como alma que lleva el diablo a la otra punta de la habitación y a taparse con los cojines del sofá. Madre mía qué susto pasaron! Si llego a comprar la grande se tiran por la ventana. El tamaño importa, definitivamente.

Pasado el susto soplaron las velas, primero Parrulín, luego el amigo, luego los dos juntos y luego otra vez más. La tarta? Ah, no, esa no la probaron. Ni catarla siquiera.

Les dejamos una habitación entera para jugar, sacaron tooodos los juguetes, pusieron en marcha tooodos los que hacían ruido (si, a la vez) pero no jugando, sino en modo música de fondo, si los apagábamos se mosqueaban. Prefería Enrique y Ana, o Teresa Rabal, o las canciones de Parchís de mi época, sin duda. Después de mucho jugar decidieron separar la cama de la pared. Empieza un juego nuevo que consiste en subirse a la cama, bajar por el otro lado y cruzar por debajo de la misma. Abuela, la chica que te ayuda en casa limpia debajo de esa cama? Pues no sé, no entra mucho en esa habitación, como no la usáis… Abuela, no hay debajo de esa cama dos maletas de ropa nuestra? Pues sí. Hay que ser un niño para llenarse de polvo a propósito y conseguir pasar por debajo de una cama abriéndose paso entre dos maletas. El tamaño importa, definitivamente.

Los niños ya estaban cansados de tanto jugar, de tanto subir y bajar por la cama y de tanta juerga. No hubo peleas entre los dos. El único percance fue un abundante sangrado por la nariz del mío debido a la excitación, con el consiguiente manchado de colcha, colchón, suelo de la habitación, camiseta del niño, camiseta mía… Así, sin darse un golpe ni nada. Aparatosa situación, pero que se resolvió en un par de minutos, un algodón por la nariz, una madre de amiguito limpiando la colcha (Deja, mujer, que ahora vengo que lo llevo al baño, pero no hubo manera) y una abuela fregona en mano para limpiar la sangre derramada (Deja abuela, que ahora vengo que lo llevo al baño, pero no hubo manera)

Los únicos lloros que hubo fue en el momento de la despedida, bueno, en realidad cuando ya se había marchado el amigo, porque Parrulín se puso a llorar desconsoladamente, que estaba muy triste que se había ido su amigo. Los adultos iban llegando, llenos de regalos, pero el pobre estaba tan triste, tan triste que no hacía ni caso a ninguno, ni a los mayores ni a los regalos.

Semana 28

He tenido una eco esta semana, Parrulinchi está perfectamente, ha sido bonito verla, aunque se me ha hecho cortísimo. Le han comprobado el flujo cerebral, el del corazón y el del cordón. Punto pelota. Todo bien. Te puedes marchar. Ya? No puedo verla un ratito más?

Sigue estando cabeza abajo, por lo que es normal que se me ponga dura (la barriga) y algunas de las contracciones esporádicas que he tenido. Dice la cachonda que si se me pone dura (la barriga) que descanse más. Lo haré si me ocurre a partir de las diez de la noche, porque si no, tú me dirás.

Tu bebé continúa creciendo y aumentando de peso rápidamente. Tu bebé mide aproximadamente 33 cm y pesa alrededor de 1 kilo. Ja! Un kilo y 300 gr! Chúpate esa! El tamaño importa, definitivamente.

Se mueve dentro de la panza y en algunas semanas más comenzarás a reconocer algunas partes de su cuerpo como la espalda, la cola (el culo) y las extremidades. Ya sabía que estaba cabeza abajo por lo que el culo debía de ser con lo que me presiona arriba. Pero en muchas ocasiones siento un pie que aparece por un lado, o por el otro, indistintamente. Y aparece un bulto en la barriga que lo confirma. No entiendo cómo puede adoptar esa postura a no ser que tenga más de dos piernas, pero en fin, así es. Y me gusta!

Mamá de Parrulín y Parrulinchi.

Otro día más. Buen finde!

Sean buen@s y felices.