lunes, 14 de julio de 2014

En un lugar de la Mancha

En un lugar de la Mancha, cuyo nombre no quiero acordarme, o no es que no quiera, si no que siempre se me olvida, se celebró este fin de semana el memorable y exitoso VI Congreso de taradas.

Previamente… “Mamá, qué es un congreso?” Pues un congreso es una reunión de personas especializadas en algún tema que asisten al congreso para tratar alguno de esos temas con profundidad. “Y vosotras en qué sois expertas?” Uy, pues en muchísimas cosas, somos mujeres, somos esposas y somos madres, eso nos hace expertas en muchas cosas! “Ah, claro, entonces sí.” Bendita inocencia. A la pequeña le decía: Xoubiña, vamos a ir a un congreso! “Animales!” No, animales no, a ver a los amigos! “Cocodilo” Y de ahí no conseguí sacarla, a piñón fijo. Cada vez que yo le decía Amigos! ella contestaba Cocodilo! Vete tú a saber qué esperaba ella del Congreso.

La afluencia de público asistente al Congreso superó todas las expectativas, cuatro taradas como ponentes del evento, cuatro maridos y ocho hijos acudieron al acto como invitados de honor.

La apertura del Congreso se realizó el viernes a las 9:30 de la noche con la llegada de los últimos participantes, la familia Parrulín al completo, ya estaba allí la familia de Jeza, anfitriona, la familia de Bebote y la familia Porfin, llegada desde tierras lejanas para la ocasión. Dos maridos habían ido ya a por vituallas para abastecernos durante la primera noche, además de pizzas y botellines a granel, acompañados de gambas de Huelva y Barbadillo que había traído la familia Porfin.

Tras degustar la cena se produjo el reparto de habitaciones, los niños fueron desfilando, de motu propio o por agotamiento, según cada cual. Después de la cena dio comienzo el debate sobre el estado de la nación y de la blogosfera, donde se trataron además otros temas que alargaron la sesión hasta altas horas de la madrugada. Los bebés se quedaron dormidos en el carrito mientras los mayores clausurábamos la sesión, las cajas de botellines, la ginebra y el vodka.

Durante la primera sesión sufrimos varias bajas, a saber, globos, pelotas y elementos variados que cayeron a casa de los vecinos colindantes, múltiples lanzadores, peluche que terminó en tejado propio, lanzador anónimo, globos pinchados, a propósito y sin querer, peleas infantiles variadas, rotura de espada de plástico y niño con ojo morado por golpe contra la mesa, el mío. Lo solucionamos saltando las vallas colindantes, rescatando al peluche con una escoba, con más globos, con mano izquierda y con arnidol.

Tras el merecido y escaso descanso nocturno, los niños tocan diana demasiado pronto, demasiado temprano para nuestro gusto, pero no para el gusto de los chiquillos. Desayuno variado y multitudinario, colacao, café, galletas, pan, tostadas, fruta y zumos, cada uno según sus gustos.

Orden del día, por la mañana ir a comprar más para hacer otra barbacoa y botellines a granel, visita a la piscina municipal del pueblo de al lado con el objetivo de desfogar a los chiquillos, macarrones con salchichas en la piscina para ellos. Mientras, mi santo, haciendo honor a su nombre, va a comprar algo más que faltaba y nos espera preparando el fuego y cocinando patatas, pimientos y otros alimentos. Tras la piscina volvemos a casa para degustar la barbacoa y los botellines a granel.

Sobremesa alargada hasta casi la cena, los niños se rebelan y reniegan de la siesta, corren y juegan por el patio sin parar, las taradas se ven obligadas a realizar una visita, de urgencia y en el último momento, al supermercado del pueblo para comprar globos, helados, carbón para la barbacoa y botellines a granel.

Excursión al parque cercano con el objetivo de desfogar a los niños, por el camino entramos a curiosear en una casa desvalijada, habían robado puertas, ventanas, rodapiés, enchufes y todo cuanto pudieron. El parque también había sufrido robos, se habían llevado los columpios y toboganes, los niños juegan y se pelean simultáneamente con unos balones. Por suerte, no nos roban a ninguno de los niños.

Menú de la cena, hamburguesas caseras y chuletón de buey gallego de más de tres kilos a la barbacoa, cortesía de papa de Parrulín. Los hombres, botellín en mano, se encargan de la barbacoa mientras las mujeres vamos con los niños en el parque. Todo rico, rico, comemos hasta hartarnos y todavía sobra un poco.

Los niños van desfilando a dormir, esta vez más por agotamiento que por motu propio, los bebés se quedan dormidos en el carrito mientras los mayores continuamos el debate sobre diversos temas que se nos alarga hasta bien entrada la madrugada, de nuevo clausuramos la sesión, las cajas de botellines, la ginebra y el vodka.

Durante la segunda sesión sufrimos también varias bajas, a saber, globos, pelotas y elementos variados que cayeron otra vez a casa de los vecinos colindantes, múltiples lanzadores, peluche que terminó en tejado propio, otra vez, lanzador confeso, Parrulín, globos pinchados, a propósito y sin querer, peleas infantiles variadas, rotura de pistola de agua y marido con mano quemada en la barbacoa. Lo solucionamos saltando las vallas colindantes, rescatando al peluche con una escoba, con más globos, con una promesa, con mano izquierda y con arnidol.

Da comienzo el tercer día del Congreso, de nuevo demasiado temprano para nuestro gusto, pero no para el gusto de los chiquillos. Desayuno variado y multitudinario, colacao, café, galletas, pan, tostadas, fruta y zumos, cada uno según sus gustos. Los gustos de los maridos para desayunar son un bocata con hamburguesas de ayer.

El orden del día es recoger la casa, limpiar, cargar los coches y clausurar el evento. Con este programa finaliza el VI Congreso de Taradas.

Quiero dar las gracias a todos los participantes por su asistencia, su amistad, su simpatía y su sintonía. Dimos la bienvenida al Congreso como nuevo participante al pequeñín de Jeza que, aunque la vez anterior estuvo presente en la barriga de su madre, era la primera vez que asistía desde fuera, comía gusanitos mano a mano con Xoubiña totalmente integrado en el evento.

Gracias a la familia de Jeza por su cariño, por el hospedaje de los padres de su santo, por su aguante, por la tolerancia a la invasión de la pequeña Vega y por esos preciosos ojos de sus hijos que son un placer para la vista. Gracias a la familia de Bebote por su amor, por las risas y la complicidad, por el salero y la guasa de Bebote, por el mano a mano con el vodka y las batallitas del señor Bebote. Gracias a la familia de Porfin por el viaje, por esos tres morenazos de ojos grandes y corazón generoso, por resolver los conflictos infantiles con paciencia y amor, por su alegría, por las gambas y por el salto múltiple de vallas del señor Porfin.

Una mención especial para mi santo, que era la primera vez que podía venir con nosotros a un Congreso con pernocta, sin ti no habría sido lo mismo, me has hecho muy, muy feliz, cariño, gracias.

Parrulín llora en la despedida y me dice “Sabes mamá? Estas amigas tuyas para mí son como familia” Para mí también, corazón. “Cuándo es el próximo congreso?” Pronto, cariño, lo más pronto que podamos. Y a mí también se me cae una lagrimilla.

Gracias por este fin de semana, familia de taradas!

Mamá de Parrulín y de Xoubiña y familia de taradas.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.

6 comentarios:

  1. Qué maravilla! Y qué suerte poder tener un grupo de "taradas" con el que organizar congresos así y disfrutar de ellos un finde! Envidiaca me dáis!

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  2. Q gusto da leerte, lo bien q lo habéis pasado!!!

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  3. Que se me escapa a mi también la lagrimita.
    Me alegro de que hayais pasado un finde tan especial.
    Un beso

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  4. Qué suerte!!
    Pues nada, ahora a por el VII y los que vengan,...

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  5. Veo que habéis aprovechado hasta el último minuto!! Me alegro!
    Muas!

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  6. Qué guay, chicas, me alegro muchísimo. Las quedadas blogueras son geniales :)

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