En un lugar
de la Mancha, cuyo nombre no quiero acordarme, o no es que no quiera, si no que
siempre se me olvida, se celebró este fin de semana el memorable y exitoso VI
Congreso de taradas.
Previamente… “Mamá,
qué es un congreso?” Pues un congreso es una reunión de personas especializadas
en algún tema que asisten al congreso para tratar alguno de esos temas con
profundidad. “Y vosotras en qué sois expertas?” Uy, pues en muchísimas cosas,
somos mujeres, somos esposas y somos madres, eso nos hace expertas en muchas cosas! “Ah, claro, entonces sí.” Bendita inocencia. A la pequeña le decía: Xoubiña,
vamos a ir a un congreso! “Animales!” No, animales no, a ver a los amigos! “Cocodilo” Y de
ahí no conseguí sacarla, a piñón fijo. Cada vez que yo le decía Amigos! ella
contestaba Cocodilo! Vete tú a saber qué esperaba ella del Congreso.
La afluencia
de público asistente al Congreso superó todas las expectativas, cuatro taradas como
ponentes del evento, cuatro maridos y ocho hijos acudieron al acto como
invitados de honor.
La apertura
del Congreso se realizó el viernes a las 9:30 de la noche con la llegada de los
últimos participantes, la familia Parrulín al completo, ya estaba allí la
familia de Jeza, anfitriona, la familia de Bebote y la familia Porfin, llegada
desde tierras lejanas para la ocasión. Dos maridos habían ido ya a por
vituallas para abastecernos durante la primera noche, además de pizzas y botellines a
granel, acompañados de gambas de Huelva y Barbadillo que había traído la
familia Porfin.
Tras degustar
la cena se produjo el reparto de habitaciones, los niños fueron desfilando, de
motu propio o por agotamiento, según cada cual. Después de la cena dio comienzo
el debate sobre el estado de la nación y de la blogosfera, donde se trataron
además otros temas que alargaron la sesión hasta altas horas de la madrugada. Los
bebés se quedaron dormidos en el carrito mientras los mayores clausurábamos la
sesión, las cajas de botellines, la ginebra y el vodka.
Durante la
primera sesión sufrimos varias bajas, a saber, globos, pelotas y elementos
variados que cayeron a casa de los vecinos colindantes, múltiples lanzadores,
peluche que terminó en tejado propio, lanzador anónimo, globos pinchados, a
propósito y sin querer, peleas infantiles variadas, rotura de espada de plástico y niño con ojo morado por golpe
contra la mesa, el mío. Lo solucionamos saltando las vallas colindantes, rescatando
al peluche con una escoba, con más globos, con mano izquierda y con arnidol.
Tras el merecido
y escaso descanso nocturno, los niños tocan diana demasiado pronto, demasiado
temprano para nuestro gusto, pero no para el gusto de los chiquillos. Desayuno
variado y multitudinario, colacao, café, galletas, pan, tostadas, fruta y
zumos, cada uno según sus gustos.
Orden del
día, por la mañana ir a comprar más para hacer otra barbacoa y botellines a
granel, visita a la piscina municipal del pueblo de al lado con el objetivo de
desfogar a los chiquillos, macarrones con salchichas en la piscina para ellos.
Mientras, mi santo, haciendo honor a su nombre, va a comprar algo más que
faltaba y nos espera preparando el fuego y cocinando patatas, pimientos y otros
alimentos. Tras la piscina volvemos a casa para degustar la barbacoa y los
botellines a granel.
Sobremesa
alargada hasta casi la cena, los niños se rebelan y reniegan de la siesta,
corren y juegan por el patio sin parar, las taradas se ven obligadas a realizar
una visita, de urgencia y en el último momento, al supermercado del pueblo para
comprar globos, helados, carbón para la barbacoa y botellines a granel.
Excursión al
parque cercano con el objetivo de desfogar a los niños, por el camino entramos
a curiosear en una casa desvalijada, habían robado puertas, ventanas, rodapiés, enchufes y todo
cuanto pudieron. El parque también había sufrido robos, se habían llevado los
columpios y toboganes, los niños juegan y se pelean simultáneamente con unos
balones. Por suerte, no nos roban a ninguno de los niños.
Menú de la
cena, hamburguesas caseras y chuletón de buey gallego de más de tres kilos a la
barbacoa, cortesía de papa de Parrulín. Los hombres, botellín en mano, se encargan de la barbacoa mientras las mujeres vamos con los niños en el parque. Todo rico, rico, comemos hasta
hartarnos y todavía sobra un poco.
Los niños van
desfilando a dormir, esta vez más por agotamiento que por motu propio, los bebés
se quedan dormidos en el carrito mientras los mayores continuamos el debate sobre diversos temas que se nos alarga hasta bien entrada la madrugada, de nuevo clausuramos la sesión, las cajas de botellines, la ginebra y el vodka.
Durante la
segunda sesión sufrimos también varias bajas, a saber, globos, pelotas y
elementos variados que cayeron otra vez a casa de los vecinos colindantes,
múltiples lanzadores, peluche que terminó en tejado propio, otra vez, lanzador
confeso, Parrulín, globos pinchados, a propósito y sin querer, peleas
infantiles variadas, rotura de pistola de agua y marido con mano quemada en la barbacoa.
Lo solucionamos saltando las vallas colindantes, rescatando al peluche con una
escoba, con más globos, con una promesa, con mano izquierda y con arnidol.
Da comienzo
el tercer día del Congreso, de nuevo demasiado temprano para nuestro gusto,
pero no para el gusto de los chiquillos. Desayuno variado y multitudinario,
colacao, café, galletas, pan, tostadas, fruta y zumos, cada uno según sus
gustos. Los gustos de los maridos para desayunar son un bocata con hamburguesas
de ayer.
El orden del
día es recoger la casa, limpiar, cargar los coches y clausurar el evento. Con
este programa finaliza el VI Congreso de Taradas.
Quiero dar
las gracias a todos los participantes por su asistencia, su amistad, su
simpatía y su sintonía. Dimos la bienvenida al Congreso como nuevo participante
al pequeñín de Jeza que, aunque la vez anterior estuvo presente en la barriga
de su madre, era la primera vez que asistía desde fuera, comía gusanitos mano a
mano con Xoubiña totalmente integrado en el evento.
Gracias a la
familia de Jeza por su cariño, por el hospedaje de los padres de su santo, por su aguante, por la tolerancia a la invasión de
la pequeña Vega y por esos preciosos ojos de sus hijos que son un placer para
la vista. Gracias a la familia de Bebote por su amor, por las risas y la
complicidad, por el salero y la guasa de Bebote, por el mano a
mano con el vodka y las batallitas del señor Bebote. Gracias a la familia de
Porfin por el viaje, por esos tres morenazos de ojos grandes y corazón generoso,
por resolver los conflictos infantiles con paciencia y amor, por su alegría, por
las gambas y por el salto múltiple de vallas del señor Porfin.
Una mención
especial para mi santo, que era la primera vez que podía venir con nosotros a
un Congreso con pernocta, sin ti no habría sido lo mismo, me has hecho muy, muy
feliz, cariño, gracias.
Parrulín
llora en la despedida y me dice “Sabes mamá? Estas amigas tuyas para mí son
como familia” Para mí también, corazón. “Cuándo es el próximo congreso?”
Pronto, cariño, lo más pronto que podamos. Y a mí también se me cae una
lagrimilla.
Gracias por
este fin de semana, familia de taradas!
Mamá de
Parrulín y de Xoubiña y familia de taradas.
Otro día más.
Sean buen@s y
felices.
Qué maravilla! Y qué suerte poder tener un grupo de "taradas" con el que organizar congresos así y disfrutar de ellos un finde! Envidiaca me dáis!
ResponderEliminarQ gusto da leerte, lo bien q lo habéis pasado!!!
ResponderEliminarQue se me escapa a mi también la lagrimita.
ResponderEliminarMe alegro de que hayais pasado un finde tan especial.
Un beso
Qué suerte!!
ResponderEliminarPues nada, ahora a por el VII y los que vengan,...
Veo que habéis aprovechado hasta el último minuto!! Me alegro!
ResponderEliminarMuas!
Qué guay, chicas, me alegro muchísimo. Las quedadas blogueras son geniales :)
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