Ayer
terminaba el post diciendo… Hala! Vergüenza para el que la tenga! Y me quedé
pensando sobre la vergüenza, la falta de ella, la de sinvergüenzas que hay por
el mundo, si la vergüenza se nace o se hace, la vergüenza propia, la vergüenza
ajena… Y pensé, voy a hacer un post de las veces que he pasado vergüenza. Me
voy a limitar a tres, a las tres últimas, por ejemplo, que son suficientes. Así
que allá va.
Y
mientras pensaba en esto y hacía la compra con los dos niños, polifacética que
es una, entro en una droguería buscando una cosa que necesito y no encuentro
para el disfraz de Halloween (estoy organizando una que ya veréis, ya) y
ocurrió. Quería recordar ocasiones vergonzantes? Pues toma otra para el post! Tendrán
que ser cuatro!
En una droguería,
enorme y de renombre... Nada más entrar, una torre grandísima de papel
higiénico decorando el lugar. Estoy preguntando al encargado por lo que
necesito cuando de repente veo que se cae la torre de papel higiénico entera.
Mi primer pensamiento de madre: Esto ha sido mi hijo! El encargado y yo vamos
para allá corriendo, él a recoger y yo a reñir a mi hijo, porque estaba segura que
había sido él. No le veo en el lugar de los hechos. Respiro aliviada al saber
que mi hijo no ha sido, por una vez. Con un poco de remordimiento de lo mal
pensada que soy con lo santo que es mi hijo, que nunca toca nada, léase con
ironía, lo busco por la droguería pero no le encuentro. Cuando veo que el
encargado levanta uno de los paquetes tirados y ahí estaba mi hijo! Había sido
él! Si ya lo pensé yo como primera opción! No le encontraba porque había
quedado enterrado bajo el papel higiénico. Parrulín ahí, espatarrado y muerto
de risa. Creo que porque se asustó pero sintió alivio al ver que no se había
hecho daño. Menos mal que no eran latas, que me lo hubieran descalabrado. Qué vergüenza pasé!
En el
metro… “Mamá, tu sabes lo que es una cópula?” Así me lo suelta, sin
preliminares ni nada. Los pasajeros del metro me miran como pensando a ver lo
que responde esta, y sonriendo más o menos disimuladamente. Eh… creo
recordarlo, Parrulín, hace tiempo lo sabía, ahora ya, sólo lo recuerdo
vagamente. “Ah, pues yo te lo explico entonces!” Noooooo, no hace falta,
corazón, en casa mejor. Los pasajeros no sonríen disimuladamente, sonríen o se
ríen directamente, sin disimulo ninguno. “Es como un circulo muy grande encima
de tu cabeza” Ah, hombre, una cúpula! “Siiiiiiiii, eso!” Los pasajeros se ríen
a carcajadas y yo también, hasta me cayó alguna lágrima de risa. Cuánto tiempo
hacía que no lloraba de la risa. Pasé vergüenza pero terminó bien la cosa.
Cenando
de tapas en un bar cercano... El dueño del bar le gusta mucho cantar y casi
todos los días se pone a tocar el órgano (qué frase más desafortunada, jajaja)
y a cantar en la terraza. A Parrulín le gusta que le deje cantar a él de vez en
cuando. Suele ser divertido porque la gente le aplaude al terminar y él, feliz
de la vida. Esta vez se prepara, se sienta en la silla, canta su canción con el
micrófono, termina, y le aplauden. Viene a mi lado y me dice “Mamá, esa señora
no me ha aplaudido” y le digo que eso es de muy mala educación. Mala respuesta
la mía, porque se va directo a hablar con la señora. “Señora, es de muy mala
educación no aplaudir al artista!” Y yo pensando Tierra, trágame!
Me
enteré que había un desembarco vikingo... Le encantan los vikingos! Le
despierto y le digo Parrulín, que me han dicho que vienen los vikingos! Quieres
que vayamos a verlo? Me mira sorprendido, se lo piensa, y me dice: “No, no
podemos ir, mamá” Por qué no? Si va a ser divertido. “No podemos porque no
tenemos un diccionario gallego-vikingo y no podremos hablar con ellos!” Jajaja!
Buena respuesta, qué listo eres Parrulín, pero no será que te da un poco de
miedo? “Bueno, eso también” Estuvimos hablando y decidimos que era mejor ir a
ver a los vikingos disfrazados y bien armados. No teníamos un disfraz de
vikingo, pero sí uno de indio, y se lo puso, el tocado de plumas, el hacha de
plástico y la lanza de plástico, y así se sentía más seguro. El muelle del
puerto abarrotado de chiquillos para ver a los vikingos. Hasta que llegan y
desembarcan blandiendo sus armas y entonando gritos de guerra, que salen todos
los chiquillos corriendo asustados. Todos menos el mío, que al grito de “No os
preocupéis, yo defenderé Galicia de los vikingos!” se lía a dar mandobles con
el hacha de plástico como un desesperado. Pobres vikingos! Le dice un vikingo a
otro “Coidado con este neno, que pegoume un machadazo caralludo!” y yo
corriendo detrás gritándole Parrulín, Parrulín, que son de mentira!
Y tú?
Cuándo has pasado más vergüenza? Cuéntamelo!
Mamá de
Parrulín y de Xoubiña.
Otro
día más.
Sean
buen@s y felices.
Jaaaaaaaaaaaaaajajajajajaja! La verdad es que los cuatro momentos son épicos!!! Menos mal que no te dio por explicar lo que es una cópula, porque el niño habría flipado, jajajajaja!
ResponderEliminarCreo que una de las veces que pasé corte del bueno fue cuando Peque empezó a señalar la enorme verruga que un señor mayor tenia en la nariz...No le hizo ni puñetera gracia al hombre!
Muas!
meee rio!! parrulin es un artista y merece ser aplaudido!!!
ResponderEliminarjajjajajja me encanta parrulin!! de hecho soy fan jajajaj besitos
ResponderEliminarCon las anecdotas de parrulin tienes para escribir un libro!!!
ResponderEliminarMe parto con vosotros!! Menos mal, que no se te ocurrió explicarle, delante de todo el metro, lo que era una cópula, jajajaj.
ResponderEliminarLo de los vikingos lo vi por la tele, mira que si sale parrullín pegando sablazos, jaja.
Un besote reina!