Todos
tenemos una mochila vital que llevamos a nuestras espaldas. A veces la llevo
con ligereza, casi ni me doy cuenta que está ahí y otras veces… otras veces me
pesa mucho. Mañana es el día del padre, recuerdo a mi padre, a mi héroe, y me pesa más de
lo normal.
Yo tuve
un padre que me amaba, que me llevaba al parque de atracciones y al zoo más que
a ningún otro niño del mundo, un padre que me leía cuentos por la noche, que me
enseñó a montar en bicicleta y a nadar. Un padre del que heredé la inteligencia
y la ironía, los ojos grandes y la frente despejada. Heredé también la escasa estatura
y una ligera sindactilia en los dedos de los pies.
Mi
padre me transmitió su gusto por la lectura y su amor a la mar. Le gustaba leer
libros de historia y viejos periódicos, lloraba cuando nos leía a Manuel
Machado y reía a carcajadas con los Hermanos Marx. Cantábamos a gritos,
jugábamos al parchís, al chinchón y a la escoba. Mentía a mi madre para
saltarnos las dos horas de digestión, me enviaba cartas en las que incluía un Superhumor,
me compraba un merengue o un milhojas los domingos. Mi padre era mi héroe.
Algo le
pasó a mi héroe y en algún momento se perdió, perdió el rumbo de su vida,
perdió el timón de su barco llevado consigo a toda la familia a la deriva. Y
nos sumergió en los mares más profundos, en las noches más tristes, donde mora la
melancolía, la infelicidad y el desamparo. Donde veía un héroe había ahora un
hombre, sólo un hombre, con todas las miserias propias de un ser humano. Y
nunca dejé de esperar que volviera el héroe.
El
padre que yo añoro no es el padre que yo tenía, sino el que me gustaría que
hubiera continuado siendo. Y es tan complicado de asumir y de entender como de
explicarlo. Tenía 57 años cuando murió y yo tan sólo 21. Me prometió que
cambiaría y yo quise creerlo una vez más, pero no tuvimos más tiempo. Apenas
dos días después moría mientras yo le apretaba la mano para que mi héroe
siguiera respirando. No pudo ser.
Padre, me
gustaría haberte visto envejecer y haber recorrido ese hermoso camino junto a ti,
junto al padre que me hubiera gustado que fueras. Hoy serías abuelo y llevarías
orgulloso a tus nietos al parque de atracciones. Padre, Parrulín ha heredado tu
inteligencia y tu ironía, tus ojos grandes y tu frente despejada, y se ha
librado de la sindactilia y de la escasa estatura. Me emociono cuando veo a los
abuelos mayores acompañados de hijos y nietos. Soy de lágrima fácil y eso
también lo heredé de ti, de mi héroe.
En este
día del padre, lleno para mí de melancolía y de morriña, os dejo con esta
canción:
Mamá de
Parrulín y de Xoubiña
Otro día
más
Sean
buen@s y felices
Un abrazo apretao y emocionado!
ResponderEliminarHola. me encantaron tus palabras dedicadas a tu padre. Me siento totalmente identificada. Gracias por compartir tu vida con tu padre... ánimo que siempre los tendremos en nuestros pensamientos. Seguimos en contacto
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