El
domingo hizo veinticinco años de la caída del muro de Berlín y yo, dentro de mi
limitada memoria, lo recuerdo con toda intensidad. No tengo familia alemana,
que yo sepa, ni implicaciones emocionales en ese acontecimiento, pero nunca se
borrará de mi memoria.
Hace
veinticinco años estaba yo en el colegio y tenía una profesora que no usaba libros de texto. Aquella profesora nos enseñaba
Geografía, Historia, Economía, pero sobre todo aquella profesora nos enseñó a pensar.
Es sin duda el mejor elogio que se puede hacer de una profesora.
Llegaba
a clase y se ponía a hablar de los egipcios, de ahí a los romanos, los griegos,
los carolingios, los otomanos, y el estado de todos los países que existen hoy, todos los temas se hilaban unos con otros
dándonos una visión global de la historia, ampliando con mucho la temática de
cualquier libro de texto.
Leer el
periódico era obligatorio, y pobre de ti si no te habías enterado del último
golpe de estado que había ocurrido aquella misma noche en África, qué tipo de gobierno tenía, su capital, de quién había sido colonia, el presidente anterior y las facciones guerrilleras que luchaban en el país. Era una profesora dura
y exigente, un poco cuadriculada en ocasiones. Era exageradamente de derechas, pero repetía mucho que los
jóvenes teníamos que ser de izquierdas, que si no éramos de izquierdas no
teníamos corazón, decía. ¿Y tú? Yo ya no soy tan joven y ya he visto mucho.
Respondía.
Hace
veinticinco años entró como un vendaval en clase, como entraba siempre, pero hecha un vendaval de alegría, y nos
mandó coger el Atlas y buscar la página 23, nos hizo arrancar la hoja en la que
venía Alemania dividida y romperla en pedacitos para luego lanzar todos los
trocitos al aire como si de confeti se tratara. Así celebramos la caída del
muro de Berlín.
Recuerdo
que algunos padres se enfadaron por destrozar un libro, hubo algunos que
protestaron, pero recuerdo también el día en el que sucedió, los años que tenía
y dónde estaba yo exactamente cuando cayó el muro de Berlín. ¿No es eso mucho
más importante?
Tuve la
mejor profesora del mundo, sólo en una ocasión, pero la tuve, y tuve suerte.
Gracias profe por enseñarme a pensar, por darme perspectiva, por ampliar mis
conocimientos, incluso por obligarme a leer el odioso ABC.
Hoy la
he visto, de lejos, estaba comprando el periódico. He sonreído.
Mamá de
Parrulín y de Xoubiña, recordando tiempos lejanos.
Otro
día más.
Sean
buen@s y felices.
y la viste después de 25 años... a tu mejor profesora del mundo mundial?! wow! qué suerte tienes!
ResponderEliminarTrabajo muy cerquita de mi cole y aún sigue dando clase allí.
EliminarHay todavía jóvenes con suerte!
Maravillosa!!! Creo que le encantaría leer esta entrada después de 25 años. Yo tenía un profesor de historia con 16 que siempre decía que pasaba de enseñarnos a jugar al trivial, que las fechas eran lo de menos, que el quería que aprendiéramos que paso antes y después de ese momento. En mi primer examen con él preguntó únicamente ¿fue la segunda guerra mundial evitable?. Solo aprobamos seis personas aquel año, creo que a veces era demasiado duro pero sin duda fue de los mejores profesores con los que me he topado...
ResponderEliminarPues sí, buena pregunta para un examen. Difícil, pero buena.
EliminarEsos profesores que demuestran tener pasión por su trabajo son los que molan! Yo también tuve uno así, sólo durante un año, pero fue el único que me despertó un poco el interés por ciertas cosas... deberían existir más como ellos :)
ResponderEliminarEs curioso, casi todo el mundo tuvo UNO una vez.
EliminarA cuánto sale la estadística? Mal, mal, muy mal.
Entre colegio y universidad yo puedo haber tenido fácilmente... 50?
Sale un 2%. Qué triste es la enseñanza.
Mira como así no se le olvidó a ningún niño :)
ResponderEliminar26+2
No sé los demás, a mí no ;)
EliminarMe recuerda mucho al profesor Keating, de El club de los poetas muertos. :)
ResponderEliminarYo apenas recuerdo la caída del muro... y eso que sí tengo familia allí! O_O
Muas!
Uy, tengo que volver a ver la peli...
EliminarTuviste mucha suerte con esa profesora.
ResponderEliminarYo apenas recuerdo nada de ese día.
Besosss
Es que tú eras muy jóven!!!! Jajajajaja!
EliminarMe ha encantado leer esta entrada, ese tipo de profesora, le pese a quien le pese, debería predominar (sin tan cuadriculada jajaja, ni de derechas, cada uno sus ideas políticas en su casa) y yo recuerdo perfectamente el día, mis padres me hablaron mucho de ello y me marcó, recuerdo lás imágenes y estar acostada y rememorarlas! Gracias por escribir esta entrada. Saludos.
ResponderEliminarHola Montsequibu, bienvenida!
EliminarGracias a tí por leerme, y a tus padres por hacerte consciente.
Un beso!
Me ha emocionado leer esta entrada, creo que poder influir en las vidas de los demás de una forma positiva y dejarles una huella duradera es lo más bonito de esta profesión.
ResponderEliminarSin duda tu profe lo consiguió, porfa, ya que la ves, díselo! el reconocimiento con el paso del tiempo es la mejor recompensa a su trabajo.
Me da como verguenza... intentaré decírselo.
EliminarQué suerte que una profe asi se cruzara en tu camino :)
ResponderEliminarUna historia preciosa y emocionante. Gracias por compartirla, me ha encantado
La verdad que fue muy divertido romper el atlas!
EliminarUn beso, bichera!
Debería haber muchos más maestros como esa y otro gallo cantaría! Que suerte tuviste. Si es que al final tanto libro y tanta fecha de carrerilla no sirve de nada...
ResponderEliminarYo es que era bastante jovencilla cuando lo del muro y me acuerdo poco...