Mañana
de entierro y tarde de cabalgata, esta frase la he utilizado a menudo porque es
lo que sucedió con mi madre, pero es también un resumen de lo absurda e irónica
que es la vida en ocasiones y lo inoportuna que es la muerte siempre.
Mientras
yo pensaba en mi calendario de Adviento y en mis casitas, un amigo de la
familia se moría. Un amigo al que teníamos mucho cariño, el marido de una amiga
muy querida. Se marchó despacito, sin prisa y sin ruido, tranquilo y en paz.
Nos dejó su memoria, su recuerdo y su cariño.
Estaba
a punto de ser abuelo, y yo recuerdo que cuando nacieron mis hijos y él los
cogió en brazos por primera vez lloró de emoción en las dos ocasiones, creo que
ha sido el único amigo que ha llorado al conocer a mis hijos. Era un hombre
inteligente, apasionado de la historia, y con gran sentido del humor. Era también
un sentimental.
Parrulín
sabía que estaba ya muy enfermo, al recogerle del cole le dije que se sentara
en un banco de la calle “¿Vas a decirme que se ha muerto A?” Pues… sí cariño.
“¿Podemos ir a despedirnos de él?” Pues… sí cariño, vamos ahora un segundito al
tanatorio, pero poquito rato, yo también quiero despedirme. Nunca me ha
parecido apropiado que haya niños en un tanatorio, pero yo quería despedirme,
mi hijo también y tampoco tenía con quién dejarlos.
Me apena y enorgullece
que el niño lo acepte con tanta naturalidad. Me apena porque con seis años ha
tenido que vivir la muerte muy de cerca, la primera la de su abuela, tenía sólo
cuatro años, la de mi primo, y ahora la de este amigo, personas de su entorno a
las que quería y con las que convivía, y es mucho. Yo creo que viví la muerte de
cerca por primera vez a los once años, era la de mi abuelo, y la segunda no
llegó hasta los veintiuno, ya era mayor cuando murió mi padre.
Me
enorgullece que a su edad haya sido capaz de comprender que la muerte es un
proceso natural, sin dramas ni traumas y sin el sentimiento de angustia y
malestar que nos atenaza a los mayores. Cuantos menos traumas tenga más libre será
en la vida y más ligera será su mochila. Creo que la clave ha sido responder a
sus preguntas con naturalidad y sinceridad, sin mitos ni invenciones, sin
falsas promesas, sin angustia y sin dramatizar.
Algunas
veces, muy pocas, me dice que echa de menos a la abuela, pero no quiere hablar
de ello porque no quiere ponerse triste. Yo le digo que podemos acordarnos de
las cosas divertidas que hacíamos con ella, de cómo le gustaba jugar con él a
las maderitas y a la granja, que no me dejaba que le riñera nunca hiciera lo
que hiciera, que le quería incluso más que a mí…
El
empeño y el enorme esfuerzo que supuso para mí que Parrulín viviera la muerte
de su abuela con naturalidad ha dado sus frutos. Y es una de las cosas más
difíciles que he tenido que hacer como madre.
Ayer
fuimos a despedir a un amigo, con calma y serenidad, y le pedimos que le diera
muchos besos a la abuela. Querido amigo, descansa en paz. Vuela alto. Vuela
libre.
Mamá de
Parrulín y de Xoubiña.
Otro
día más.
Sean
buen@s y felices.
Mucho ánimo, son momentos muy duros.
ResponderEliminarEs admirable como lo lleva tu niño siendo tan pequeño pero se nota que has sabido hacerle llegar el tema de la muerte y lo entiende aunque sea duro que tan pequeñito haya tenido pérdidas tan cercanas.
Muchos besos
Lo entiende mucho mejor que yo y yo me alegro infinitamente por ello.
EliminarGracias reina!
son momentos muy duros, mucho animo, los niños tienen una pasta especial para estas cosas, lo asumen con mas naturalidad.besos
ResponderEliminarTodo depende de cómo se lo muestres.
EliminarUn beso, guapa!
Me imagino lo difícil que ha sido, porque sé que para ti ha sido durísimo pasar por el trance de la muerte de tu madre... Peque aún no acaba de entender el concepto de la muerte. Hay gente que le habla del cielo, y como yo no creo ello en esos términos, es muy complicado explicarle que físicamente esa persona desaparece para siempre.
ResponderEliminarUn abrazo preciosa...
Yo entiendo que hay que decirle la verdad.
EliminarSeguro que ha visto que tirabas a la basura una planta muerta, quizá es un mal ejemplo, pero cuando se termina la vida, se termina y es natural que ocurra.
También es verdad que siempre ha sido de gente que ya sabía que estaban muy enfermos...
Es muy triste, pero a la vez es muy bueno, que sepa afrontar la vida así. Será un gran hombre, ya verás.
ResponderEliminarSiento mucho lo de tu amigo, que descanse en paz. Muchísimos ánimo familia.
Quiero que sea un hombre libre y que tenga los menores traumas posibles.
EliminarDe momento parece que hay uno del que ya se ha librado ;)
Gracias preciosa!
Entiendo bien a Parrulín. Desde los 2 años fui perdiendo a familiares cercanos de forma constante y pronto normalicé la muerte.
ResponderEliminarLo siento mucho por A. DEP.
Besos
28+2
Muchas gracias reina. Un beso para tí tambien.
EliminarA veces los niños entienden mejor la vida que los adultos. Admirable que seas capaz de enseñar tan bien en momentos tan duros como has pasado. Le estás dando a Parrulin herramientas muy necesarias para su futuro. Ánimo guapa.
ResponderEliminarPues eso espero, Rocío, al menos esa es mi intención.
EliminarUn beso fuerte.
Has sabido transmitir a parrullín la naturalidad en algo tan difícil de tragar, y en unos momentos tan duros para ti. Eres grande.
ResponderEliminarUn beso
No ha sido fácil, pero entendí que el drama era MI reacción a la muerte de mi madre, si la suya podía ser otra, mejor para él.
EliminarUn beso, cielo!
Siento mucho vuestra perdida y admiro la forma en la que eres capaz de normalizar con tu hijo la muerte que a muchos adultos nos cuesta tanto, tal vez por que nadie nos habló de ella con naturalidad, y es tan importante, sobre todo para un niño que queremos sea en un futuro un adulto equilibrado y fuerte.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Bienvenida Aurora!
EliminarCuantos menos tabús haya en una familia y más natural sea todo, mejor!
Un abrazo para tí también.