viernes, 9 de enero de 2015

Empezando el año



Pues sí, he sobrevivido a otra Navidad, a las luces, los árboles, los buenos sentimientos, las comidas familiares, el consumismo desmedido, los villancicos desafinados, las aglomeraciones, el exceso de azúcar, la subida de colesterol, el descenso de la cuenta corriente... He sobrevivido a cortylandia, al navibus, a los belenes, a las meriendas en el vips, a las panderetas, a todos los planes con los niños e incluso he sobrevivido a la cabalgata de Reyes!

Pero sobre todo, he sobrevivido a la tristeza y la añoranza. Lo he pasado mal, lo he pasado muy mal, pero me he empeñado en recordarme a mí misma que no eran estas mis peores navidades, que las peores ya las viví, y sobreviví. Era navidad y mi madre se moría, pero yo me encontraba acompañada, arropada por amigos y familia, con un bebé de tres meses al que cuidar y un niño de cuatro años al que proteger de la pena y el dolor, al que debía enseñar que se trataba de un proceso natural y que debía vivirlo sin traumas y sin dramatizar. El drama era mío, y si conseguía enseñarle a reaccionar de una manera diferente a la mía le habría enseñado algo que le ayudaría durante toda su vida.

Mi vida cambió radicalmente desde entonces, tuve que enfrentarme sola al día a día, sin nadie con quien hablar o con quien desahogarme, sin nadie que me comprenda y me pregunte, o que me abrace sin preguntar, sin una guía en la maternidad, sin un consuelo en la adversidad.

Ahora me encuentro profundamente sola, y cada vez me duele más. Han pasado ya dos años desde la muerte de mi madre, y yo tenía que estar mejor, tenía que haberlo superado, tenía que dolerme menos… y no es así. Me empeño en superarlo y prometo que pongo todas mis ganas y mi esfuerzo en volcarme en mis niños, especialmente en estas fechas. Pongo toda mi voluntad en no sentir, en no pensar, en estar ocupada, en llenar los huecos. Pero la verdad es que no hay fiesta que me apetezca, ni regalo que me haga ilusión, ni abrazo que me consuele, ni noche que no amargue, ni latido que no duela. No hay detalle que no haga asomar mis lágrimas, ni recuerdo que no las haga desbordarse cuando estoy a solas.

Creo que estos días he tocado fondo, o tal vez todavía tenga que pasarlo mal, pero he pensado mucho en mi situación y la conclusión que he sacado es que necesito ayuda, que no puedo seguir con este dolor y con esta pena, que no puedo o no quiero sufrir más y que sola no soy capaz de superarlo.

Una amiga me recomendó hablar mucho con ella, pedirle ayuda a mi madre, además de a un profesional, que encontraría las fuerzas y la compañía en esas conversaciones. Hasta ahora no había hablado nunca con ella, sin embargo sí lo hacía con mi abuela, pero hablar mentalmente con mi madre es asumir que no está a mi lado y me resultaba demasiado duro. Ni siquiera había borrado su contacto del teléfono, está dado de baja, pero todavía no había sido capaz de borrarlo.

Madre querida, la del corazón generoso y la palabra serena, la del amor incondicional y el abrazo sincero. Has estado a mi lado en todos los momentos de mi vida, has curado desde mis primeros rasguños hasta los pedazos de un corazón roto. Nunca me faltó tu apoyo, tu cariño y tu comprensión. Éramos cómplices en la vida, éramos amigas de aventuras y compañeras de viaje. Ayúdame ahora que tengo que caminar sola, préstame tu mano una vez más y ayúdame. Por favor ayúdame, sola no puedo. Te necesito. Te extraño. Te quiero.

El duelo patológico (o duelo complicado) es una reacción más extrema que el proceso normal de luto. Cuando una persona sufre de duelo patológico, está controlada por un sentimiento poderoso y duradero de tristeza que no muestra señales de terminar. Esta forma extrema de duelo causa un sufrimiento doloroso a largo plazo que puede tener un gran impacto en su vida. El que sufre de duelo patológico no logra alcanzar la aceptación de una pérdida y es incapaz de seguir adelante con su vida sin un tratamiento médico.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña
Otro día más.
Sean buen@s y felices.

6 comentarios:

  1. Ay cariño cuanto dolor transmiten tus palabras, cuanto me gustaría saber que decir o como darte ese abrazo sin preguntar. Ojalá la vida no te hubiera puesto en este camino tan amargo, tan triste, tan horrible... pero me consuela saber que aceptas el dolor y quieres superarlo. Mucho ánimo en el camino, no va a ser fácil pero eres fuerte (créelo) y tienes mucho por lo que luchar. Un abrazo inmenso, ya sabes donde estoy para cualquier cosa que necesites.

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  2. Besazo gordo, ya sabes...
    Muuuuuuas!

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  3. Cariño... yo soy de la opinión q eso de q "el tiempo todo lo cura" no es verdad, cada cosa necesita su propia cura y quizá tienes razón en q necesitas ayuda profesional, no puedes seguir en esa depresión tan profunda en la q te hundes cada día más y en la q sólo coges un poquito de aire para tus peques.
    Todos necesitamos un punto de apoyo, una válvula de escape...ese alguien al q llamar cuando la situación nos supera y q nos diga, q no importa, q todo se arrglará... para tí esa persona era tu madre y ahora sientes q no tienes donde apoyarte.
    Busca ayuda, quizá tu marido pueda ver cual es la mejor manera, (no sé su especialidad) eso sí, no caigas en la tentación de atiborrarte a pastillas.
    Mi madre desde hace muchos años tiene depresión, a mí me ha tocado animarla en muchas ocasiones, forzarla a salir de la cama, forzarla a VIVIR y es muy difícil ayudar a alguien q no quiere dejarse ayudar. Por eso te pide q te dejes ayudar, q la pena infinita por la ausencia de tu madfe no tiene q durar eternamente, q no la quieres menos porque deje de doler un poquito cada día...no puedes fingir alegría y sonrisas con tus hijos siempre, se van haciendo mayores y no disfrutas todo lo q te mereces si no dejas sitio en tu corazón.
    Un abrazo muy, muy fuerte!!!

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    1. Tienes toda la razón en todo lo que dices, Chitin.
      Muchas gracias y un abrazo a tí también.

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