Ha venido el
fantasma de las Navidades presentes, al más puro estilo Dickens. Esta noche ha
venido a visitarme el fantasma, el segundo de los tres. Es un gigante pelirrojo
de voz grave, que ríe y se divierte en las fiestas. Sostiene una antorcha
encendida, lleva una funda sin espada, símbolo de paz entre los hombres, y bajo
su túnica dos niños, uno que representa la ignorancia y otro que representa la
necesidad, para que me cuide de ambos.
Me ha mostrado una
familia reunida en torno a la cocina, unos hermanos trabajando juntos para
llenar la mesa de excelente comida, unos padres felices de tener a toda la
descendencia alrededor, un montón de primos que se quieren y cuidan unos de
otros, con risas y villancicos, con simpatía y alegría… El caos era organizado
y el barullo era esperado.
Los nietos más
pequeños, emocionados de pasar la nochebuena con toda la familia de su padre, en lo que
ellos llaman una fiesta, Parrulín con corbata, Xoubiña con vestido de estrellas
de Navidad, están guapos y lo saben, su madre se ha esmerado mucho para que
este día fuera especial para ellos. Su madre está triste, intenta disimularlo,
piensa que carece de ese calor familiar, esa vuelta al hogar, ese anuncio del
Almendro. Es la falta de raíces propias lo que le hace tambalearse, lo que hace
que las lágrimas amenacen con desbordarse.
Al finalizar la cena
de nochebuena no se comen turrones preparados, es el momento de sorprender a
los abuelos con dos enormes tartas con unos muñecos de boda baturros, en unos
días celebran 60 años de casados, y esa maravilla merecía una gran celebración.
El abuelo tiene preparado un emotivo discurso y una preciosa sortija para su
mujer, con siete brillantes como sus siete hijos. Es una imagen preciosa que me
ha conmovido profundamente.
El fantasma me ha
mostrado también un día de Navidad que no comienza demasiado pronto, los niños
duermen casi hasta las diez de la mañana después de trasnochar el día anterior.
Es el día de Navidad y su madre decide que es el día perfecto para desayunar
chocolate con churros, para reponer fuerzas y hacer tiempo hasta que podamos ir
a casa de los yayos a ver qué nos han dejado los Reyes. Como toda la familia
sabe, los Reyes pasan por allí la noche de nochebuena, porque somos muchos y
luego van a estar muy ocupados.
Xoubiña ha pedido un
camión amarillo de Peppa Pig, otro Peppa Pig para su hermano, otro Peppa Pig
para su padre, una jirafa pequeñita para su madre y una rana para su tío F, dos
últimos detalles tan incomprensibles como entrañables. Le han traído todo lo
que había pedido, y un muñeco bebé, y una enorme Minnie que cuenta cuentos, y
unas botas camperas con estrellas, algunas cosas más y un disfraz de
Blancanieves que exige ponerse inmediatamente.
Parrulín sólo ha
pedido unos Monsuno, piensa que si sólo pide una cosa los Reyes se la traerán
seguro. Quizá sea su último año de inocencia y era especialmente importante
para su madre que disfrutara todo lo posible. Los Reyes han acertado con los
Monsuno, también con el microscopio y el telescopio, con el juego de química,
con el cohete para construir y algunas cosas más, aunque en principio sólo
tiene ojos para los Monsuno pronto montará el telescopio y mirará a través del
estómago de una mosca. El resto, lo deja para casa.
Me veo sonreír ante
su emoción, conmoverme con su inocencia, participar con su alegría. Esas
caritas son la mejor satisfacción de unas agridulces navidades, la búsqueda incansable
del camión amarillo, la ilusión por la sorpresa del telescopio y el microscopio,
el montón de regalos escondidos, los secretos mejor guardados. Su felicidad es
la recompensa a tanto empeño y esfuerzo por realizar la magia de la Navidad.
Después llegará la
comida del día de Navidad, de nuevo son los hermanos los que se reúnen en la
cocina para demostrar su arte culinario y preparan una enorme merluza rellena
digna del mejor restaurante. Contemplo los sucesivos intentos por hacer que
Xoubiña coma algo, todos fracasados. Veo una familia unida que conversa en
torno a una mesa. Me siento parte de esa familia, que no es la mía, hasta que un grito injusto, doloroso, inoportuno y peor que
la falta de raíces, me devuelve a la realidad.
Vuelvo a mi cama, a
mi almohada mojada de lágrimas, a mi corazón cada vez más marchito, a mis
cicatrices cada vez más profundas, a mis heridas cada vez más dolorosas. La voz
grave del fantasma me advierte que no puedo seguir así. Lo he intentado, juro
que lo he intentado, yo no quería que las cosas fueran así, y lo he intentado
poniendo todo mi esfuerzo en ello.
Hoy he visto una
mujer que se empeña en mantener la magia, la ilusión y el amor, que se empeña
en volver a levantarse después de cada caída. He visto una mujer que conoce
bien la prisa que acelera, el insomnio que empobrece, el miedo que atenaza, la
pena que escuece y la soledad que duele.
Mamá de Parrulín y
de Xoubiña
Otro día más.
Sean buen@s y
felices.
La realidad es todo: la sonrisa de Parrulin al ver los Monsuno, la soledad que ataca cuando menos te lo esperas, lo guapa que esta Xoubiña con su disfraz nuevo, el dolor que no mengua, el sabor intenso de la comida de fiesta preparada con cariño, .... Como diría tu madre, tiene que espabilar hija!! Y si necesitas, te empujo y pateo hasta que subas arriba!!
ResponderEliminarAmaya y su libreta
Tengo que espabilar, sí. Pero en estas fechas es difícil.
EliminarGracias por recordármelo, Amaya.
Un abrazo.
Es que es inevitable, Parru, ver una familia unida cuando una ha perdido a sus padres es doloroso. Con los años el dolor se calma, pero la nostalgia está ahí. Mi madre perdió enseguida a sus padres y hermanos y cuando íbamos con la familia de mi padre, aunque trataba de hacer tripas corazón, lo pasaba mal. Y eso está ahí.
ResponderEliminarSiento mucho el mal trago, la vida a veces da un poco de asco.
Un besazo
32+5
La vida da un poco de asco, sí, a ver si la endulzamos un poco.
EliminarUn beso gordo, gordo!
Mi abuela se murió unos días antes que tu madre, y de paso, cinco antes de mi cumple, así que cuando hablas de tu madre, yo me acuerdo aún más de ella, pero en casa, seguimos celebrando "igual" la Nochebuena, incluso ese año lo hicimos así, también falta otra persona y esa injustamente pero yo creo que mis tíos hacen genial así, se nota la ausencia por supuesto, además mi prima pequeña merece vivir las navidades como las vivimos el resto de sus primas. Ánimo y un besote.
ResponderEliminarSi no tuviera niños me metería en la cama hasta despues de reyes, pero como los tengo, procuro que lo disfruten lo más intensamente posible.
EliminarUn besito, Cristina.