lunes, 13 de julio de 2015

Un chico calvo que canta


Javier! Javier! Que nos hace falta! Ah, que no saben quién es? Un chico calvo que canta. Los que conozcáis esta frase ya sabéis de lo que vengo a hablar hoy, pero para despistar voy a empezar por aquí.

Tenía yo 19 años, la edad en la que la inocencia se despierta y la adolescencia se rebela con toda su fuerza. Tenía un Renault 5 de color rojo, como este, pero el mío se caía a pedazos, y aún así me encantaba, porque era mío, mi vehículo, mi independencia, mi refugio, mi música…
Tenía un radiocasete de cintas y un boli bic para rebobinarlas. En mi coche empecé a tener mi propia música, mi banda sonora era Sabina, Serrat, Victor, Ana, los Rodríguez, Aute, Silvio… tenía también el disco de la Mandrágora. En los viajes a Galicia bajaba la ventanilla, subía el volumen y cantaba a voz en grito como sólo se hace en la juventud, poniendo verde a Marieta, la bella, la traidora, riéndome con el Burdo rumor, haciendo los coros de Un Santo Varón, Villatripas y su Jacinta, anhelando tener un gran amor durante La tormenta, etc…
Fotografíameiga
 
Cuántos eternos viajes a Galicia habré hecho en aquel coche que subiendo los puertos no pasaba de 50, dándome tiempo a saludar a las vacas que pastaban y a otear el horizonte anhelando encontrar por fin las gaviotas que anuncian la llegada al mar, para romper cantar por fin Nos ocupamos del mar al cruzar el puente de Rande, donde aún me quedan kilómetros pero ya me siento en casa, uno de los puentes más bonitos del mundo y una de las canciones más bonitas que jamás se han escrito. Nos ocupamos del mar, y tenemos dividida la tarea, ella cuida de las olas, yo vigilo la marea. Es cansado, por eso al llegar la noche, ella descansa a mi lado, mis ojos en su costado. (…) También cuidamos la tierra, y también con el trabajo dividido, yo troncos, frutos y flores, ella riega lo escondido. Es cansado, por eso al llegar la noche, ella descansa a mi lado, mis manos en su costado. (…) Todas las cosas tratamos, cada uno según es nuestro talante, yo lo que tiene importancia, ella todo lo importante. Es cansado, por eso al llegar la noche, ella descansa a mi lado, y mi voz en su costado.
A mi madre, cómo no, también le gustaba mucho, recuerdo cómo cantaba Adivina, adivinanza. Mil años tardó en morirse, pero por fin… la palmó! Ella me desveló la adivinanza que yo no en mi juventud no comprendía, y me iba enseñando quién era quién de los personajes del entierro. La cantamos también irreverentemente cuando murió una persona cercana, muy religiosa, muy religiosa, pero mala como un dolor, que murió a los 96.
No hay vez que no vea el fuego de la Queimada o de una barbacoa en el jardín y no venga a mi cabeza La hoguera. Pero dejadme, ay!, que yo prefiera la hoguera, la hoguera, la hoguera, la hoguera tiene qué sé yo, que sólo tiene la hoguera.
Cuando mis hijos han sido pequeños les he cantado infinidad de veces Mi ovejita Lucera, acordándome siempre de aquellos tiempos. Tengo yo una ovejita Lucera, que de campanillas le he puesto un collar. Tengo yo una ovejita Lucera, que de campanillas le he puesto un collar. Yo la llamo ella viene a mi vera, corriendo ligera con este cantar. Me gusta cuando bala la ovejita: "beee..." y cuando le responde el corderito: "baaa..." Me sabe a musiquilla celestial ese dulce balar. Me gustan en las fiestas del lugar, los cohetes que al subir hacen: "xiuuu...", hacen "pum" y hacen "pam", los demás a mi plin, a mi plin los demás. Les encanta!
Se nos ha muerto el gran Javier Krahe, habrá que darse prisa en enterrarlo, o saldrá vivo y coleando, pero Pasándolo bien. Creen, porque la gente no habla ya de mí, que estoy más acabado que Antonio Machín. (Antonio Pachín, que dicen mis hijos) Dense prisa si me quieren enterrar, pues tengo la costumbre de resucitar,  y salgo del nicho cantando, y salgo vivo y coleando, pero pasando. (…) Pasando, pasando,  pasándolo bien.
Y si, tenías razón, la cosa acaba con un punto y coma, serás algo eterno, al menos en mi familia, gracias a El cromosoma, supongo que tanto al tuyo como al mío. Porque dudo que al final de este asunto, la cosa no se acabe con un punto, sino con un punto y coma, y no espero un cielo o un infierno, lo más confío en que seré algo eterno, gracias al cromosoma.
Gracias por ser tan grande! Me quedo con una última frase.
La muerte no me llena de tristeza, las flores que saldrán por mi cabeza, algo darán de aroma.

Mamá de Parrulín y de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y felices.

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